capítulo seis

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Llegamos justo a tiempo para la primera clase. En cuanto entramos, Taehyung obviamente hizo como si no me conociera y se fue derecho a su edificio.
Él iba a estudiar la carrera de fotografía y su edificio estaba, más o menos, a seiscientos metros del mío, así que no había chance de que nos viéramos o encontráramos. Solamente compartíamos el campus, que era inmenso, pero ese no iba a ser un problema.

Tomé un croquis que había en la mesa de recepción y fui guiándome como pude hasta mi primera clase, que en realidad era una charla orientadora de la directora de Arquitectura.

Miré a mi alrededor y estaba lleno de chicos iguales a mí, extranjeros quiero decir, y eso me hizo sentir un poco más tranquila y calmada. Después de todo, había personas que estaban pasando por lo mismo que yo con respecto a adaptarse a todo un nuevo mundo.

Terminó la charla y vi en mi itinerario que teníamos un receso de quince minutos hasta la siguiente clase. Aproveché ese tiempo y caminé por ahí para conocer mi nuevo segundo hogar.

Pero mi primer día no fue hermoso y perfecto como yo me lo imaginaba. Por el contrario, me topé con personas muy desagradables que, por ver que era extranjera, se alejaban de mí o simplemente me ignoraban.
Me senté frente a la puerta de la siguiente clase, desmotivada, esperando que el día pronto finalizara.

Mientras hojeaba el mapa de la Universidad, que estaba en el mismo folleto del croquis, un tipo exageradamente alto aprovechó para acercarse a mí junto a su grupo.

Parecía que por su actitud, era el típico estúpido hombre que se creía la gran cosa sólo porque medía un metro noventa y tenía a un par de idiotas de la Universidad detrás suyo, festejando cada cosa que decía.

Dios, quién le dice que parece un marrano, por favor.

—Oye, gringa.

No me di vuelta, pero sabía que iba dirigido hacia mí.

—Sé que tú y yo seremos amigos —sus amigos se rieron y aplaudieron.

—No gracias, no me interesa ser tú amiga.

Ese fue el error más grande que cometí apenas en mi primer día de clases.

—Seremos amigos sí o sí, te guste o no, gringa tonta —colgó su brazo en mi cuello.

Sus estúpidos discípulos se reían y yo aproveché para hacerlo pasar vergüenza. Tomé su brazo de mi hombro y lo saqué con tal fuerza, que perdió el equilibrio por un momento.

—Te lo repito, no seré tu amiga, y no vuelvas a llamarme así.

Me levanté y mientras me alejaba de ellos, ése idiota me gritó:

—¡Sé que te haces la difícil, y eso me gusta aún más!

Mi primer día en la Uni había sido un fiasco. Las demás clases que tuve fueron una patada en los ovarios, y mis compañeros no me hablaban porque pensaban que por mis rasgos no hablaba un coreano fluido.

Llegué al departamento estresada y bastante desilusionada. No podía creer que mi día había sido así y que encima, iba a tener que aguantarme a esos imbéciles de compañeros toda la carrera. No había tenido en cuenta eso.

Cuando entré, tenía la esperanza de que Yeontan viniera a mi encuentro, pero no, tampoco. Estaba echado en el sofá, esperando a que su amado dueño llegara.

No llega aún.

Abrí la heladera y de mi lado sólo vi un paquete de ramen y una naranja.
No quería comer eso, necesitaba algo más potente, algo con más calorias para poder ahogar mis penas.
Para mi suerte, vi que también había un pote de helado de chocolate, pero el problema era que no estaba de mi lado, sino en el lado izquierdo de la heladera, el que le pertenecía a Taehyung.

Bueno, no creo que sea un pecado quitarle un poquito de su helado. Más que ahora estoy en modo tristeza.

Me puse ropa mucho más cómoda, até mi cabello y me tiré al sofá junto a Yeontan, mientras veía algo de televisión con el helado.
Eso sí que me iba a hacer bien.

Escuché que alguien escribía el código de la puerta y supe que Taehyung estaba llegando. Me apresuré para guardar el helado en su lugar, y volví a mi asiento.

—Ya llegaste. ¿Cómo te fue en tu primer día? —pregunté mientras se sacaba los zapatos en la entrada.

—Bien —fue su única respuesta para mí—. Hola chiquito, hola bebé de papá. ¿Cómo has estado hoy, qué hiciste en mi ausencia? ¿Me extrañaste verdad? Porque yo te extrañé mucho mucho —ése era el saludo para Yeontan.

Mientras acariciaba la panza de Yeontan, levantó la vista hacia mí y se quedó mirándome completamente estático y serio.

—¿Qué? —cuestioné nerviosa ante su mirada tan penetrante.

—¿Te tomaste mi helado?

—Ah... —mierda—... sí, lo siento. ¿Cómo supiste? Es que mi día fue-

—¡Te dije que no tocaras nada de mi lado, por algo hice la división de la heladera!

—Lo siento, es que-

—Y si quieres ocultarlo mejor, al menos lávate la cara —frunció el ceño, completamente serio.

Toqué mi cara y noté que una de mis mejillas estaba pegajosa. No sirvo para ocultar las cosas.

—No es para tanto, Taehyung, te he dejado un poco y mañana puedo comprarte otro.

—No se trata de eso, sino de respetar los espacios de cada uno. Las reglas son para algo.

—Bueno, lo sé, pero es que mi día fue-

—No me interesa cómo estuvo tu día, ni tampoco me interesa tu vida en sí. Sólo ve, y compra otro helado igual al que te tomaste —dijo y entró a su habitación dando un portazo.

Vaya temperamento, Dios. Cómo puede ser tan inmaduro.

Miré a Yeontan y él sólo jadeaba.

—No te pongas de su lado, tu amo es un amargo —entrecerré mis ojos, retando a Yeontan.

Introvert ShieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora