capítulo veinticuatro

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—¿Te sigue gustando? —pregunté temerosa, tratando de que sonara lo más casual y natural posible.

No tengo idea de porqué hice esa pregunta, JUSTO después de haberle dicho que no iba a meterme en su vida íntima, pero a veces mi cerebro no actuaba acorde a la situación, y dejaba que mi boca fuera más rápida de lo que realmente debía.

Sorprendentemente, Taehyug no tomó mal la pregunta y miró al cielo.

—Es extraño. Siento que aún la quiero por todo lo que hemos pasado juntos, pero no sé si la quiero como algo más... obviamente se está por casar, así que que no hay más que decir.

No había sido la respuesta más concreta que esperaba.

—Sabes... —prosiguió—, yo en realidad no cambié solamente porque me hacían bullying en el colegio. Fue también por SungRi.

—Ah, ¿si?

—Sí. Nos conocimos en el centro de estudiantes del colegio. Ella era cuatro años más grande que yo, así que siempre me trataba como un bebé. Obviamente eso cambió cuando comenzamos a salir y se dio cuenta de que no era ningún bebé.

No sé si agradecer que me tenga tanta confianza para contarme, o maldecir porque me está contando.

—Un día, ella me regañó cuando vio cómo permitía que me hicieran bullying, y enojada me dijo que, para poder ser aceptado y dejar de ser molestado por mis compañeros y vecinos, tenía que cambiar —observé su expresion y ésta se veía nostálgica—. Tenía que mostrarle a todo el mundo que yo era alguien que valía la pena y que se hacía respetar. Así que se me ocurrió una idea y le hice caso. Cambié toda mi forma de ser y esencia para que me aceptaran, y así fue.

—Debió ser difícil —acoté y él asintió, mirándome con una hermosa sonrisa que al principio no entendí.

—Pero cuando este año, tú llegaste a mi vida, hiciste que cambiara drásticamente esa forma de ver la vida.

—¿Y-yo? —cuestioné atónita.

Me detuve y lo miré, consternada.
¿Acababa de decir que YO había cambiado qué?
Él también paró de caminar y me miró.

—Me di cuenta que tú no eras como los demás y que tranquilamente podía ser yo mismo cuando estaba contigo, sin pensar en que me ibas a molestar o despreciar. Yeontan también se dio cuenta, y por eso te aceptó muy fácilmente.

—Ahora él me busca para que lo mime —afirmé orgullosa.

—Exacto. También —continuó—, cuando encontré ese papel en tu libro, me percaté de que me había convertido en un idiota al igual que las personas que siempre me molestaron. No había diferencias entre ellos y yo por cómo te estaba tratando.

Comenzaba a ponerme nerviosa al ver que estaba abriendo su corazón y siéndome cien por ciento sincero por primera vez. Sentía escalofríos y no pude evitar sonreír.

—Quería decir que, por mucho tiempo, había estado haciendo las cosas mal y que cuando te conocí un poco más, entendí que sí había gente que me iba a aceptar siendo yo mismo, y que debía cambiar contigo.

Aún no podía entender todo lo que me estaba diciendo.

—SungRi es muy importante en mí vida. Ella fue mi primer amor y, por suerte, las cosas entre nosotros terminaron muy bien, pero ahora veo que no fue la mejor consejera. Debido a lo que ella me había dicho, yo había creado un escudo para que nadie se pudiera acercar al verdadero Taehyung.

Dímelo a mí que viví con ese Taehyung raro por vario tiempo. Pensé.

—Así que, concluyendo, quería darte las gracias, Lena.

Se acercó más a mí y tomó mis hombros.

—¿Qué? ¿Por qué? Yo no hice nada.

—Al contrario, hiciste que todo mejorara. Hiciste que me diera cuenta de muchas cosas que estaban mal en mi vida. Hiciste que creyera en que sí hay personas buenas como tú, y por eso te doy las gracias. Siento mucho haberte hecho sentir que no eras importante para mí.

Se acercó a mí y me dio una palmada en la cabeza. Luego, apoyo sus manos en mis hombros y se acercó lo suficiente para darme un beso, pero en la mejilla.

¿Por qué no en la boca? ¿Hice algo mal la última vez? Pensé.
Sí, era bastante directa y franca, pero cuando se trataba de ESO y encima con Taehyung, la sinceridad se iba al tacho. Así que me callé y me limité a asentir con una gran sonrisa.

Esa era la segunda vez que Taehyung se abría conmigo y me contaba cosas íntimas de su vida. Se sintió tan bien, me sentía tan cercana a él y tan especial.

Faltaba poco para llegar al departamento, así que la caminata se había vuelto un poco más lenta que antes.

Nos detuvimos antes de una vía de tren, ya que la barrera estaba baja y sonaba el típico tintineo con las luces de advertencia, anunciando que el tren estaba por pasar.

—Yo... quería preguntarte algo, Lena —dijo en voz bastante alta para que pudiera escuchar, dado a que la locomotora se acercaba.

—¡Dime! —casi grité porque el tren estaba cada vez más cerca.

—¿Quie...sa... amigo? —dijo en un tono apenas audible debido a que el tren estaba pasando frente a nosotros.
Le pedí con una seña que lo repitiera, y él a duras penas lo hizo—. ¡¿QUIE... SA... AMIGO?! —vociferó pero fue un vano, porque no pude escuchar bien.

—¿Que tienes un nuevo amigo? —dije cuando por fin el tren ya había pasado.

—Aish, niña tonta. Olvídalo —su cara estaba exageradamente roja.

Subió la barra, dando a entender que podíamos continuar, y él comenzó a correr.

—¡Oye! ¿Qué fue lo que dijiste?

—¡El que llega último lava los platos! —me retó mientras corría de una forma particularmente graciosa.
Sus piernas se levantaban del suelo de una manera exagerada y desparramada, y daba pequeños saltos que hacían que su pelo se moviera cómicamente.

—¿De qué hablas? Al salir yo dejé todo limpio.

Dio media vuelta sin dejar de correr y me hizo una mueca burlona, sacándome la lengua.

—¡No vale! ¡Tú ensuciaste todo!

Me apresuré a correr detrás de él para alcanzarlo y así no lavar los platos.

Introvert ShieldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora