3. Amor

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El sabor amargo del reencuentro con Yuri se mantuvo durante toda la semana en la mente de Yena. La princesa estaba arrepentida por su actitud y ahora tenía una necesidad imperiosa por remediarlo de alguna manera. Se negaba a dejar que la menor pensara que era una noble petulante más.

- Hola.- La peligris se acercaba a saludar a Yoojung, quien estaba preparando una medicina para una criada que estaba teniendo problemas con una picadura de insecto.

- Alteza.- La mujer detuvo de inmediato su labor y se arrodilló.

- Levántate, no es necesario que hagas eso.-

- Debo princesa, sobre todo si estamos en el palacio.-

Yena suspiró, entendiendo que no habría forma en que la hiciera cambiar de opinión.

- ¿Cómo está Yuri?- Preguntó sin rodeos. – Supe que estaba ayudando en el Templo...-

- ¡Ohhh si! Comenzó a prestar ayuda con los cuidados del lugar. El otro día me dijo que se encontró con usted.-

La peligris se sorprendió ante el comentario de la curandera, su plan de parecer que no había visto a la menor fue un fracaso. Por la discusión que tuvieron, no esperaba que le comentara a su madre sobre su encuentro.

- Ah... si...-

- Mi hija estaba muy feliz de verla. Hubiese visto la sonrisa con la que llegó a casa.-

Otro golpe para el corazón de Yena. ¿Aquello era cierto? En el Templo actuó tan fría que le costaba creerlo.

- ¿De verdad?- Decidió corroborar lo escuchado.

- Si princesa. Yuri la estima mucho y siempre la tiene en mente.-

- Yo también la estimo mucho.- Yena sonrió. - ¿Qué días asiste al Templo?-

- Normalmente va día por medio. Lunes, miércoles y viernes. ¿Necesita que le diga algo?-

- No... solo quería saber para cuando vaya a dejar otra ofrenda y pueda aprovechar saludarla.- La princesa mentía, su verdadera intención era ir al encuentro de la menor cuando estuviese libre de sus labores del Templo.

Y lo consiguió. Sigilosamente, Yena logró escabullirse de la guardia imperial y salir de los terrenos del palacio sin que nadie la viera. Yoojung le había comentado también lo que Yuri solía hacer el resto de los días: se encargaba de recolectar yerbas para las medicinas de su madre.

Detrás de la casa de la curandera, había una pequeña colina que era el punto de entrada hacia un bosque que le proveía de un sinfín de recursos para su trabajo. La menor estaba inclinada extrayendo yerba de la plata, cuyo tallo era muy útil para tratar con enfermedades del tracto urinario. De pronto, vio que una azucena estaba totalmente fuera de lugar a unos 10 metros de ella, estaba cortada y botada en el suelo. Yuri se acercó a tomarla, era su flor favorita, por lo que decidió guardarla. Sin antes parecerle extraño haberla encontrado en esa zona, porque sabía que no era su lugar de crecimiento.

Al volver la vista hacia el suelo, divisó que había todavía más. Formaban una hilera que se adentraba al bosque. La pelinegra siguió el camino creado y cuando ya estaba a punto recoger la última flor, una voz que derritió sus oídos e hizo saltar su corazón la llamó desde atrás.

- Gracias por venir.- Yena aparecía desde atrás de un árbol.

- ¡¿Qué haces acá?!- Yuri miró hacia todos lados. - ¿Y los guardias?-

- Vine sola...-

- ¡Estás loca! ¡No puedes hacer eso! Es muy peligroso para ti.-

- Tranquila, nadie me vio venir.-

Stuck with you  ~Yenyul/Yulyen~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora