9. Auxilio

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Luego de una caminata de 20 minutos, una de las soldados personales de la Emperatriz, Ahn Yujin, dio con la casa de Yuri. Al pararse frente a la puerta notó que ésta estaba entreabierta, por lo que decidió asomarse levemente. Al hacerlo, oyó unos gritos desesperados.

- ¡Señora Jo! ¡Reaccione! ¡Por favor!- Minju gritaba entre sollozos asustados.

Yujin de inmediato entró en estado de alerta y se adentró rápidamente en la casa, encontrándose con la pelicafe arrodillada en el suelo, tratando de hacer lo imposible para ayudar a Yoojung a respirar.

- ¡Déjame ayudar!- La soldado se aproximó corriendo a las dos mujeres y apartando un poco a Minju, se encargó de prestar los primeros auxilios a la mujer mayor.

A los ojos de la pelicafé, los segundos o minutos en que Yujin estuvo realizando las maniobras de reanimación cardiopulmonar fueron una eternidad. Solo cuando observó que Yoojung comenzaba a mover su cabeza lentamente e intentaba abrir los ojos, pudo al fin relajarse y secar sus mejillas húmedas de lágrimas.

- ¿Hija?- Yoojung habló hacia una silueta que apenas veía. – ¡Cof cof cof!- Tosió fuertemente.-

-¡Señora Jo!- Minju se posicionó velozmente a su lado.

- Minju querida...-

-¿Cómo está?-

- Bi... bien...- La mujer mayor volvió a cerrar los ojos. – Estoy cansada...- Hablaba con dificultad.

Yujin ayudó a la pelicafé a llevar a Yoojung hacia su habitación.

- Es mejor que descanse.- La chica alta decía en un tono calmado.

- Muchas gracias por tu ayuda.- Minju se paró en frente de Yujin, tuvo que elevar un poco la mirada.

Al conectar sus ojos, la soldado pudo observar con atención las delicadas facciones que la pelicafé poseía, quedando totalmente hechizada por su belleza sobrenatural. Sin darse cuenta, quedo inmóvil y suspiró.

- ¿Disculpa?- Minju le volvía a hablar, devolviéndola a la realidad.

- Per... perdón... me desconcentré... aammmhhh...- Yujin balbuceaba. – Debo retirarme, necesito ir a dar un mensaje.-

Sin dar tiempo para que Minju respondiera de vuelta, la soldado salió rápidamente de la casa en dirección al palacio.

En la habitación de la Emperatriz los jadeos y gemidos inundaban el lugar, no era necesaria palabra alguna entre Yena y Yuri, puesto que sus cuerpos se conocían tan bien que fácilmente se guiaban el uno al otro. La mayor sabía perfectamente qué tan rápido ir, dónde tocar y cuales zonas besar.

Las uñas de la pelinegra empezaban a enterrarse en la espalda de la peligris y sus dientes dejaban marcas por el hombro y la clavícula contrarios, conocía perfectamente cómo estimular a Yena y cada pequeño gruñido de dolor que oía de parte de ella la excitaba aún más.

Luego que ambas llegaran al clímax, la Emperatriz, todavía agitada, se acomodó entre los pechos de Yuri y cerró los ojos, acción que le encantaba hacer puesto que sentía una calma absoluta con el simple hecho de percibir como la respiración de la menor iba bajando lentamente su frecuencia. Ante tal tranquilidad, Yena empezó a manifestar su cansancio causado por todas las responsabilidades que actualmente estaba teniendo como la mayor autoridad del Imperio. Dio un pequeño bostezo.

- ¿Estás cansada?- Yuri susurraba mientras que con sus dedos le daba suaves caricias alrededor de las zonas enrojecidas por sus rasguños y mordiscos.

Stuck with you  ~Yenyul/Yulyen~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora