1. Destino

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Año 1620 d.C. en algún lugar del lejano oriente, yace uno de las potencias más prestigiosas de la época, la cual cuenta con una vasta cantidad de tierras y población: el Imperio Wong.

Dicha nación es gobernada por la dinastía Choi, quienes han estado a cargo durante casi tres siglos del destino del Imperio. Destino que los llevó a una de las guerras más sangrientas de su historia, pero que afortunadamente lograron ganar imponiéndose ante el rival, los que accedieron, casi por obligación, a una amnistía.

Aquellos rivales se encontraban en la frontera norte de Wong y correspondía al grupo de nómades llamados Tianshi, los cuales desde tiempos inmemoriales han tenido aspiraciones de conquistar las tierras abundantes del Imperio.

El último conflicto armado duró casi 50 años y culminó hace solamente 2. Las tensiones entre ambos poderes siguen latentes, sin embargo Choi Sugmin, el actual Emperador, ha conseguido mantener la paz y a su vez, la alegría del pueblo.

No hay persona en la Nación que no comente lo bendecido por los Dioses que ha sido Sugmin, al recibir excelentes habilidades de liderazgo que le posibilitaron terminar con la guerra, aunque por otro lado, también comentan que aquello fue a costa de una de las mayores crisis que una dinastía podría tener: la ausencia de un hijo varón que fuera el heredero del Imperio. En cambio, y contra todo lo tradicional que involucra el proceso de sucesión al trono, era Yena, su hija mujer, quien tendría en el futuro el deber de asumir como Emperatriz. Sin embargo, todos sabían que aquel papel no le gustaría a las divinidades del cielo y tenían que hacer algo al respecto. Porque una mujer no tiene las habilidades suficientes para gobernar.

Sin considerar una hermanastra que tenía, producto de una relación de su padre con una concubina, Yena era hija única. Y al ser educada como tal, sumado a sus responsabilidades de heredera, su personalidad solía ser arisca y petulante, pues conocía muy bien sus privilegios y el estatus que poseía por encima de la servidumbre y los plebeyos. La chica de 22 años, poseía unos ojos café oscuro, una cabellera plateada y unos labios que resaltaban por sobre sus otras facciones. Sus hombros además, eran más anchos que en otras jóvenes de su edad, lo que le otorgaba mayor presencia entre sus pares.

Entre la soledad que implicaba vivir en el palacio, Yena solo consideraba a una persona digna de su atención, la curandera Imperial, Jo Yoojung. Aquella mujer de mediana edad consiguió ganarse a la princesa heredera gracias a los excelentes cuidados que le dio en una época muy complicada a la actual Emperatriz, Choi Bomi. Tales cuidados hacia su madre, fueron los que provocaron en la peligris un gran respeto ante el conocimiento de la médico.

Yoojung era una persona amable, preocupada por los demás y que siempre estaba dispuesta a regalar una sonrisa. Terminó convirtiéndose en un bálsamo para Yena y sus constantes presiones. Pero la curandera no iba sola al palacio, durante mucho tiempo fue acompañada de su hija, Yuri, quien era dos años menor que la princesa, de contextura delgada, pelo negro y una nariz perfecta. El padre de la joven había muerto cuando recién cumplía el año de edad, víctima de la guerra con los Tianshi. Por esta razón es que la mujer de amable sonrisa debía realizar su labor cuidando a la vez de su pequeña.

Luego de pasar unos cuantos altos y bajos en su niñez, Yena y Yuri terminaron por congeniar bastante bien, no siendo raro que después, la princesa se escapara de sus clases particulares cada vez que se enteraba que la pelinegra estaba en el palacio. Para ellas era realmente simple pasar tiempo hablando y jugando juntas. También se había convertido en un respiro para la heredera. Un respiro que iba siendo cada vez más vital y necesario para ella.

El golpe de realidad llegó cuando Yuri cumplió los 14 años, edad en que ya era catalogada como adulta, y que por normas dictadas por los Dioses y los sabios del Imperio, ya no podía ingresar más al palacio. Cuando alcanzaban la adultez, las personas de castas inferiores eran consideradas impuras y por ende solo podían poner sus pies sobre la mansión real con un permiso exclusivo del Emperador, el que era reservado solo para los plebeyos esenciales en el servicio hacia la nobleza, como en el caso de Yoojung. A partir de ese entonces, Yena ya no solo se escapaba de sus clases, sino que también se fugaba de su lujosa residencia con el único objetivo de pasar tiempo con la menor. Lentamente y sin notarlo realmente en ese entonces, la princesa heredera estaba creando sentimientos más allá de una amistad con la hija de la curandera Imperial. Por su lado, la pelinegra sabía que estaba en la misma posición, atrapada entre los encantos de Choi Yena. Sin embargo, de las dos, era la que más clara estaba sobre que aquel amor era totalmente inadmisible. Aunque para ellas, inadmisible no significaba imposible.

Stuck with you  ~Yenyul/Yulyen~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora