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Taehyung logró llegar en el auto cerrándolo con dureza, mientras su corazón latía a mil después de lo que acababa de escuchar de los labios de Jimin. Miró al chofer que volteó inspeccionando detalladamente su rostro.

—¿Esta bien señorita? —el amable anciano conductor vio el exalto de la joven, apresurándose a servir lo que pudiera ofrecérsele —¿Necesita algo?

—¿Puede llevarme a casa? Por favor... —calmó su respiración esperando que Jungkook no lo viera irse. —Por favor... —casi suplicó al anciano que asintió y encendió el motor para viajar hacia la mansión.

—¿De verdad se encuentra bien? Puedo llamarle al joven....

—No, por favor, solo lléveme.

En el camino se desplomó en el suave asiento trasero. Observaba las luces centellantes en la ventana mientras se le atravesaba un montón de pensamientos. No entendía muchas cosas, empezando por el cruel matrimonio que fue sometido, en el cual nunca imaginó que resultara en algo maravilloso, porque de verdad se había enamorado y eso le dolía demasiado. No supo que estaba llorando hasta que sintió una gota en el dorso de su mano, mismo dorso que se alzó para secar las gotas que mojaban sus mejillas apresuradamente. Sus labios se empezaron a hinchar y temblar al mismo tiempo, sintiéndose un tonto por estar llorando en el auto trasero. Lo sabía desde el inicio, reconocía esos desequilibrados sentimientos del azabache cuando aceptó estar en esa relación, que pudo significar el comienzo que tanto anhelaba, pero ahora parecía patético. Es decir, cuánto de eso había sido genuino, y cuánto había sido por lastima.

—¡Señorita! —salió de sus pensamientos siendo examinado por el anciano chofer. —Hemos llegado.

—Gracias. —se bajó rápidamente del auto antes que alguien le ayudara o le abrieran la puerta, solo quería llegar a su habitación para tirarse a llorar. Corrió con esos tacones en sus pies y ese vestido que se atravesaba entre sus piernas, se había vestido lindo para Jungkook, lo había hecho por primera vez para alguien.

La casa estaba vacía como supuso, teniendo suerte que nadie lo viera en ese deprimente estado. Subió las escaleras, quitó sus zapatos que le impedían subir con rapidez y encontró su habitación para encerrarse, la cama parecía pequeña cuando se encontró con las suaves sábanas en su cuerpo. Allí dejó que sus lágrimas cayeran junto con su llanto que se esparció en la habitación tomando cualquiera cosa por la cual sostenerse y ocultar su rostro.

No pasó muchos minutos para escuchar unos pasos en el pasillo y que alguien tocara su puerta con gran insistencia.

—¡Taehyung! ¡¿Estás aquí?! Dime que lo estas, por favor... —el pelinegro respiró con gran aliento esperando que la chica que estaba allí respondiera y le hiciera saber que estaba bien. Él por su parte estaba asustado como nunca, por verla salir huyendo del lugar donde estaba hablando con Jimin, así como no poder encontrarla por grandes minutos por todo el desfile, hasta que se dio cuenta que se había marchado tomando el auto de su chofer. Tenía que decirle algo y aclarar esa situación, que para todos resultó extraña.

Claro que nunca le había dicho sobre su orientación sexual, era algo que no solía compartir. Sin embargo, debió decirle desde el inicio, desde que aceptó tener un tipo de relación con ella, a pesar de ni siquiera saber muy bien cómo se sentía en realidad en torno a esa joven. Era enteramente su culpa, porque en ningún momento imaginó enamorarse de una mujer, de una hermosa y tierna persona que lo hacía suspirar, así mismo la deseaba como un hombre normal desearía a su pareja sin importar su físico. En este punto ya no se consideraba completamente homosexual, la denominación podría cambiar a bisexual, aunque no le atraerá otra mujer que no fuera esa castaña.

Vestido         (KookV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora