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Había corrido, lo suficientemente lejos.

Abatido y triste se detuvo con la brisa nocturna intercalarse entre sus huesos, como si esta le hubiera hecho temblar sin poder calmarse, ya que sus manos no paraban de agitarse y el calor se negaba a querer regresar a su cuerpo, ignoró su sentir caminando otros pasos lejos de él. Su boca se arrugó y sus ojos escocieron con el dolor acechar sus lágrimas. Se sentía terriblemente mal, aunque su corazón estuviera latiendo más y más a cada minuto.

No esperó esas palabras.

Estaba conmocionado por la felicidad y tristeza al mismo tiempo.

¿Era real o falso? No sabía si se trataba de un lindo sueño, resultado de haberse desmayado en esa apartada habitación en la que lo tenían secuestrado o si estaba de pie volviéndose a enamorar del azabache por solo sentirlo en el mismo aire que respiraba.

Era un desastre, porque sus ojos no tuvieron suficiente al mirar su alta y atractiva figura vistiendo un traje color azul con líneas doradas a los lados, reconocía esa vestimenta hecha a la medida al haber estado en sus manos por mucho tiempo, esperando que Jungkook la usara para ese gran día.

Sus dedos temblantes pasaron por sus mejillas, sin darse cuenta que estaban mojadas desde hace varios minutos en los que su mente divagó en los bonitos escenarios que vivió a lado de su esposo. Pero viéndolo de esa manera hizo sollozar su alrededor, porque el hombre del que se enamoró no era el que miró hace poco en el escenario con ojos opacos y ojeras alrededor, así como una piel pálida poco saludable a lo que era ese hombre.

Hizo una respiración cansada, quería tocarlo y abrazarlo, besarlo y amarlo, pero sus piernas no tenían fuerzas.

—¿Sucede algo Tae? ¿Qué pasó? —Yoongi tomó las manos del menor, alarmantemente frías que tuvo que frotarlas con las suyas para transmitirles un poco de calor. El menor alzó la mirada, sus ojos estaban húmedos y su cara roja hecha un desastre. Entonces él pensó que su plan fue una terrible idea precipitada; Taehyung no dejaba de llorar. —Acompáñame... —el pelinegro lo condujo a la habitación donde se había vestido y el lugar que se ocultaría si las cosas salían mal.

Taehyung no se dio cuenta cuándo llegó a la habitación y sentó en la orilla de la cama. Se lamió los labios sintiéndolos salados, inmediatamente se paró siendo los dedos de Yoongi impedirle su huida.

—Lo escuchaste Yoongi... —su voz salió quebrada y dolorosa.

—Lo hice. —dijo con una sonrisa que no llegó a Taehyung.

—¿Él está mintiendo? ¿Sus palabras son reales? ¿Y si no es real? No sé qué creer... tengo tanto miedo Yoon. Por favor, quiero irme. No quiero verlo. Hoy no... —el frío volvió con más intensidad y sus manos volvieron a temblar.

Sintió el abrazó de su casi hermano y lo escuchó decir: —Lo siento. Siento traerte, permíteme un momento. Iré a la recepción y nos vamos. Haré lo que me dices Tae.

Yoongi dejó al menor en la cama prometiéndole volver en un instante con un té calmante y sus cosas perfectamente empacadas para irse. Todo estaba saliendo mal, se suponía que Taehyung estaría irradiando alegría, no tristeza en su máximo nivel. Es cuando pudo percatarse que realmente no conocía el interior de su corazón, pese a años de conocerse.

—¡Jungkook para! ¡Demonios! ¿Dónde rayos estas yendo?

Los gritos estaban cerca, y allí apareció el azabache con los cabellos despeinados, la frente sudada, el traje arrugado por la intensa carrera y los ojos muy exaltados, buscando nerviosamente a alguien y sabía perfectamente de quién se trataba.

Vestido         (KookV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora