⚡️Capítulo 9⚡️

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El docente se encontraba dando vueltas en la cama y sin poder calmar sus pensamientos, pues no paraba de reproducirse la imagen de Jeongin en su cabeza.

Tenía tantas sensaciones juntas  en ese momento que no podía explicarlas. Pero en realidad era más fácil de lo que él  creía: Hyunjin estaba comenzando a sentir una incomprensible debilidad por uno de sus alumnos; y eso lo estaba volviendo loco.

No sabía si fue desde la vez que sus labios se dieron ese pequeño toque, o cuando lo abrazó aquel día en el consultorio. Para él se oía lógico, por el simple echo de que fueron las primeras veces que tuvieron algún contacto físico.

Pero muy en el fondo sabía que sucedió la primera vez que el menor le regaló una sonrisa. Esa sonrisa que lograba acelerar su corazón y la causante de tantas emociones involuntarias e incontrolables.

La primera vez que lo vió, sintió una fuerte necesidad por saber de él. Por el simple hecho de que ese estudiante era diferente a los demás. Él no era un mocoso arrogante y confianzudo, como solía llámalos Hyunjin. Él no tenía la mirada llena de lujuria ni mucho menos, de echo era todo lo contrario a ellos.

Él solía ser respetuoso, tierno y apenas comenzaba a ser más abierto. Si había algo que lo hiciera sentir feliz, lo demostraba en ese mismo instante. O al menos a Hyunjin, y eso lo hacía sentirse afortunado de poder ser el primero con el que Jongin se abría.

Y le encantaba el echo de que Jeongin pudiera encontrar en él a alguien que le diera el cariño y atención que merecía. Y aunque parecía un poco descabellado, le gustaba un poco la idea de gustar del menor.

Era lindo imaginar a un jeongin repartiendo besitos por todo su rostro y regalándole sonrisas hermosas que solo serían para el.

Solo de él.

Y ese tipo de pensamientos eran los que lo hacían maldecirse internamente, aunque no le molestaba el echo de sentir algo por alguien; le daba un poco de miedo el no ser correspondido, y que le rompieran el corazón como hace algún tiempo.

                                  •*+*•

La hora de despertar llegó para Hyunjin. Hoy era fin de semana, así que se alistaría para ir al parque y disfrutar un poco del aire fresco.

Quería liberarse del estrés que dejaba enseñar en una preparatoria llena de mocosos ruidosos y para nada estudiosos. Pero aunque se quejaba de lo cansado que era ser maestro, la verdad era que amaba su trabajo, porque sin él, no hubiera conocido al pequeño Jeongin.

Salió de su hogar con dirección al parque y caminó por las calles poco habitadas de la ciudad. Pues en estos días había estado haciendo mucho viento.

Cuando llegó a su destino pudo visualizar una banca a lo lejos. Estaba vacía así que era el lugar perfecto para sentarse. Caminó con calma y tomó asiento en un extremo.

Podía sentir como la brisa pegaba en su rostro y hacía su cabello hacia atrás, haciéndole sentir una inmensa tranquilidad. Cerró los ojos, sintiendo como el silencio inundaba sus oídos, siendo solo el sonido  del viento golpeando suave mente las hojas de los árboles lo que escuchaba.

Siguió de esa forma hasta que logró escuchar el dulce canto de lo que parecía ser un chico. Abrió lentamente sus ojos y trató de encontrar a la persona que cantaba esa dulce canción.

Se levantó y buscó con la mirada al muchacho, y cuando logró visualizarlo se sorprendió por lo lejos que se encontraba.

Caminó a paso lento entre los arbustos hasta que logró quedar muy cerca del lugar donde se encontraba el chico. Estaba tan deleitado por su canto que se asustó un poco cuando este dejó de cantar y la canción fue reemplazada por un sollozo.

Hyunjin se acercó lentamente al joven chico, y tocó con mucha delicadeza uno de sus hombros recibiendo un jadeo de miedo por parte del menor.

El más pequeño levantó su rostro, sorprendiendo así a Hyunjin, quien un tanto preocupado tomó su rostro entre sus manos y limpió las lágrimas que salían de sus ojitos.

- ¿Que haces aquí Innie?

- Y-Yo regresaba de trabajar y-y una persona mala mató con su auto a este perrito bebé- dijo para después sollozar y mostrarle el pequeño cuerpo al mayor.

Hyunjin sonrío por lo tierno y de buen corazón que era Jeongin, nunca en sus 24 Años de vida había conocido a una persona tan pura y linda como lo era el menor.

- Cre-Creí que este bebé se merecía un entierro digno de un perrito tan lindo como él.- limpió su nariz con la manga de su remera y miró al mayor. - Su mami debe de extrañarlo mucho.

- Seguro lo extraña mucho.- aseguró el docente.

-Hyung, ¿me ayuda a enterrarlo por favor?

-Claro, Innie.- Hyunjin sonrío y ayudó a hacer el agujero en la tierra con ayuda de Jeongin. Enteraron al pequeñín y el menor cantó la hermosa canción una vez más.

- Cantas bellísimo.- dijo Hyunjin mientras miraba al cielo.

- Gracias, hyung. Esa canción me la enseñó mi omma. -sonrío mientras intentaba bajar el sonrojo en sus mejillas.

-Oh, pero tú me dijiste que no tenías mamá.

-Yo no tuve una mamá, tuve dos papás.- dijo Jeongin con seguridad.

-¿De verdad?- para ese punto de la conversación el mayor ya se encontraba bastante confundido.

-Si, mi omma es mí papi. Él me tuvo en su pancita por nueve meses.

Y en ese preciso momento fue donde Hyunjin le encontró sentido a todo lo anterior mencionado. Él no tuvo ninguna mamá porque fue procreado por dos hombres.

-Ahora entiendo, tu papá era un doncel ¿cierto? 

- Si... De echo y-yo también lo soy.  Entendería si se quiere burlar o decirme marica como todos lo hacen - dijo mientras volteaba al lado contrario de donde se encontraba el docente.

- Yo también soy gay.- se acercó al cuerpo más pequeño y tomó su carita entre sus manos. - También soy como tú, Innie

Jeongin acercó su rostro al de él mayor y con lentitud le robó un besito en los labios. Un simple toque que ayudó a descubrir lo que ambos sentían por el otro.

Pero  Hyunjin no iba a tener suficiente con solo un toque de sus labios, claro que no. Así que tomó el rostro del menor y juntó sus labios de nueva cuenta, sintiendo como el dulce sabor de los labios de Jeongin se esparcía por toda su boca.

-Me... gustas, más de lo que pensaba jeongin.

-Hyung, también mucho gusta. D-Digo, me mu-mucho. Me gusta mucho... Lo siento no soy bueno en esto.

Hyunjin dio una risita nasal para después abrazar al más pequeño y besar de nueva cuenta su boquita.

Nunca se cansaría de hacerlo.










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