11 "Mientras no están"

529 66 3
                                    

Narrador Omnisciente:

Apenas habían pasado unas dos horas de la partida de sus amigos. Kenma seguía sin apartarse de la venta, mirando el punto exacto por el que los chicos se habían ido. Realmente sentía como si algo faltara, no solo la presencia de aquellas personas.

Saber que no tenía cerca a Chan lo ponía todavía más triste, y eso lograba enojarlo incluso.
"Nunca dependí de una persona, no es ahora el momento." Eso era lo que se repetía cuando Chan llegaba a su mente, con sus lindas palabras y bella sonrisa; el chico de alguna manera se había metido demasiado en su corazón.

– Ken, no te hará bien estar ahí todo el día. – Jeongin tomó asiento al lado del rubio y miró en la misma dirección que él, dándose cuenta al instante de la situación. – Están bien, lo sabes, ¿No? Pueden cuidarse.

– Aún así es difícil no preocuparme.

– A Chan no le gustará saber que estuviste aquí todo el día.

– No tiene que enterarse.

– Yo le diría. – Aparecieron de golpe los demás chicos, siendo Bin el primero en hablar y arrodillarse frente al rubio con una mirada un tanto comprensiva. Los demás solo formaron un semicírculo y miraron en la misma dirección que aquel chico tan preocupado. – Sé que no te agrada la idea, pero debes alejarte de la ventana y distraerte con nosotros.

– ¿Qué puedo hacer con ustedes además de ordenar? Es lo único que hicieron desde que los chicos se fueron.

– ¡Es una buena forma de distraerse! – Lucas resultó más ofendido que nadie, pues era el que más empeño le había puesto a la limpieza. – No eres el único alterado; mi amigo también fue a ese viaje y me asusta no volver a verlo.

– ¿Ahora lo ves? – Bin presionó suavemente una de las rodillas de Ken, sin lograr llamar mucho su atención. – Todos estamos preocupados, pero hacemos lo mejor. Vamos, lo mejor es que busquemos algo que hacer en este lugar. – Intentó levantar al chico tan decaído, pero la mirada de confusión que llevaba Jisung en ese momento lo distrajo de sus intenciones. – ¿Qué sucede?

– Dime que solo estoy soñando y que no se acerca al mercado un grupo de infectados.

Esto logró captar la atención de todos hasta casi aplastarse contra la ventana, tratando de seguir siendo discretos, obviamente.
Aproximadamente se acercaba un grupo de poco más de 10 infectados, los cuales solo iban sin rumbo alguno. Creían que su día no era tan malo, pero uno de ellos hizo contacto visual con los cinco chicos de la ventana y trató de acelerar su paso al almacén.

Esto hizo entrar en pánico a todos, por lo que corrieron a cerrar con seguro la puerta principal y rogar que la puerta del almacén no fuera derribada.
A pesar de estar en el piso de arriba, podían escuchar claramente los golpes que aquel infectado daba para intentar pasar, cosa que asustaba mucho a todos. Bin y Jisung aparentaban ser los más calmados en ese momento, pero por dentro, estaban demasiado asustados.

– Deberíamos llevar los muebles a la puerta, solo por si acaso. – Habló Jeongin mientras sujetaba con fuerza las manos de Kenma, que tan solo permanecía inmóvil y con la vista fija en la puerta, rogando a cualquier santo disponible que los ayudara en esta desgracia. –

– No es mala idea. – Siguió Lucas. – Vamos, yo ayudo, ustedes quédense. – Los tres chicos se alejaron y corrieron a duras penas aquel sillón contra la puerta, procurando no ser tan ruidosos al momento de hacerlo. –

Los golpes del almacén se habían multiplicado, lo cual solo podía significar una cosa: los demás infectados llegaron por el ruido y se unieron a la lucha de abrirse paso a un almacén con cinco chicos asustados. Tenían armas, estaban asegurados en el piso de arriba, pero ninguno tenía conocimiento sobre cómo acabar con esos seres.

Esto era similar a una pesadilla que tuvo hace tiempo. Recordaba estar inmóvil ante una situación de peligro, sin saber cómo reaccionar a ella. Aunque siguiera luchando en su interior por moverse, esto era imposible, solo podía mantener su vista fija en un punto, asustando así al pequeño Jeongin.

Los demás regresaron con los chicos al lado de la ventana y taparon estas con las cortinas, dejando cerca las armas que habían ido a buscar hace unos segundos.

– Estaremos a salvo, la puerta puede resistir. – Aunque todos querían creerle a Bin, sus palabras quedaron casi como mentiras cuando escucharon un estruendo que pudo llegar a casi toda la cuadra: tiraron la puerta del almacén. Era increíble pensar que solo un grupo de 10 infectados lograra tal hazaña. –

– Está bien, amigo, te sigo creyendo. – Lucas, en un intento de aligerar el ambiente, comentó esto con risas notablemente nerviosas, cosa que no ayudó mucho y lo notó. –

– No quiero pensar en que deberíamos abandonar el edificio antes de lo planeado.

– ¿Por dónde saldríamos? – Jisung trató de ignorar los gruñidos que provenían del almacén y se concentró en su amigo, que parecía intentar ignorar los mismos sonidos. –

– El techo. Tenemos escaleras de emergencia y podremos correr hasta llegar a un sitio seguro. Solo debemos rogar a que no encuentren este piso y nos dejen huir al amanecer. Si lo hacemos ahora, dudo que podamos encontrar un sitio seguro antes del anochecer.

Las voces de sus amigos comenzaron a sonar distantes. No se sentía presente y solo podía escuchar los gruñidos de los monstruos que acechaban probablemente toda la ciudad.

– Ken... ¡Kenma! – Jeongin luchaba por despertar a su amigo, siendo al final una gran cachetada su única buena idea para sacarlo de su trance. – ¡No es momento de ser alguien pensante!

– ¡Guarden silencio! – Bin estaba más alterado que antes, y era comprensible. Los gruñidos eran cada vez más fuertes, por lo que solo podía significar que estaban cerca de las escaleras que los conducirían a ellos. –

– Creo que lo mejor sería irnos del almacén ahora mismo. – Las palabras de Kenma hicieron eco en las cabezas de sus amigos, incluso llegaron a pensar que pudieron imaginar esa loca idea. – No solo nosotros corremos peligro al quedarnos, también los chicos van a pasarlo cuando lleguen aquí.

– ¿Y no crees que podrían alterarse al ver tantos muertos abajo? Lo único que pensarán es en subir aquí para estar seguros de que seguimos con vida.

– Dejaremos un cartel pegado a la ventana. – Todos voltearon a ver dicho lugar y lo meditaron un par de segundos. No era mala idea, el único problema era salir a salvo del almacén. –

Chan.
Narrador Omnisciente.

El viaje de regreso para los arriesgados que fueron a buscar el auto era casi una tortura para Chan. La presencia de Irene no le molestaba, solo Kai fastidiaba su casi finalizado día con sus intentos de conquista hacia la chica que los salvó, Joy. Esta solo miraba de reojo al joven australiano y dedicaba miradas un tanto pícaras, tratando de llamar su atención. Este se limitó a seguir concentrado en conducir, ansioso de volver con los demás, sobretodo con su pequeño Ken.
Al darse cuenta de sus pensamientos se sorprendió bastante, ya que pensar de forma tan cariñosa sobre aquel rubio le provocaba mil latidos por minuto. Deseaba llegar al fondo de sus pensamientos y sentir por el joven, a eso se dedicaría sin descanso.

– Chan, Minho se detuvo.

Kai frenó a los pocos segundos de oír a Irene, un poco extrañado. Solo les quedaban unos metros para estacionar y no tenía tiempo para esto.

Estuvo a punto de bajar para ir hacia su amigo, pero este se le adelantó y golpeó la ventana del piloto.

– Christopher. – Eso no sonaba bien para el chico; únicamente usaban sus nombres completos si era un tema de suma importancia. – El almacén fue invadido por los infectados.

En ese mismo instante, Chan pudo sentir a la perfección lo que era dejar de sentir su corazón palpitar.

Grupo Apocalíptico↣(Stray Kids x Male Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora