''Amenaza frutal''

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Suspiré con resignación al volverlo a ver, solo que esta vez, estaba en medio de la lluvia y sin paraguas. Con un café en la mano derecha y una sonrisa.

¿Esto será todos los días? –Grité desde el umbral de mi puerta–

Caminó hacia mí manteniendo su sonrisa, caminaba como modelo. Joder, el jersey se le pegaba al estómago plano, desvié la mirada.

¿Quieres un abrazo? –Preguntó–

–Negué observando como parecía que se había tomado una ducha con la ropa– Si me llega una gota de la combinación de tu sudor, perfume y lluvia… Te juro… –Dije y lo miré seriamente– Te meteré una naranja en la boca tan fuerte que tendrás que ir al dentista…

–Ladeó la cabeza, confundido– ¿Acabas de amenazarme con una fruta?

–Asentí– Acabo de hacerte una amenaza frutal…

¿Qué onda con la naranja? –Preguntó– ¿Por qué no una manzana? ¿Una sandía, tal vez?

Mi sueño siempre fue callar a una persona con una naranja –Dije– La sandia no entraría en tu boca… Es ilógico…

¿Y una naranja, sí? –Rió–

–Asentí seriamente– Yo haría que entre…

Si fueras hombre, lo hubiera dejado pasar –Dijo– Pero eres mujer… Así que no puedo.

Fruncí los hombros, mi sueño se haría realidad con este chico tarde o temprano. Eso era lo que me importaba, meterle una naranja y que se callará. Dejará las estupideces de levantarme el autoestima, deseo seguir con esto sin él. Lo deseo tanto…

Él es mi piedra en el camino.

Y lo peor es que no la quiero quitar…

Con esos pensamientos en mi mente, caminamos hasta la escuela. Le pedí a Jasson en varias ocasiones que entrara al umbral del paraguas que tenía, pero no quiso. Además, ya estaba empapado. Cuando llegamos, noté que las puertas de vidrio estaban cerradas. Miré el reloj de Jasson, todavía no tocaba para entrar a clases. En el vidrio de la puerta, pude ver el color blanco en forma cuadrada. Una nota de dirección tal vez, pensé. Nos acercamos y leímos.

Por motivos de mantenimiento en la escuela Met’s Pound Stand, las clases se suspenderán hoy. Miércoles 29, Junio.

¿Y, ahora? –Dijo resoplando–

Ni drogada vuelvo a mi casa caminando otra vez –Dije–

–Jasson me miró incrédulo– ¡Son solo unas cuantas cuadras!

–Negué– Vamos a la parada de buses…

Contigo no se puede, mujer –Dijo empezando a caminar–

Por alguna razón que no conocía, sonreí.

Bajo la lluvia, miramos los autos pasar. Bajamos caminando hacia la avenida principal, tres calles abajo. Los buses recorrían sus recorridos asignados, pero ninguno nos llamaba la atención. Seguíamos mirando la calle transitada, sin intercambiar palabras o sonidos con la garganta, o cualquier signo de vida incluso. Reconocí el Mercedes Benz rojo de Samantha a unos metros, sostuve el brazo de Jasson instintivamente. Sentí cómo un temblor recorrió su cuerpo. Parqueó frente a nosotros y bajó su ventanilla, bueno la del copiloto.

Hey, chicos –Dijo sonriendo– ¿Los jalo?

–Jasson negó– Gracias, pero estamos esperando el bus…

–Lesgins lo miro atónita– Se van a enfermar.

Jasson abrió sus ojos. Luego me miró, como si hubiera olvidado algo importante.

Vamos –Dijo–

–Me coloqué de puntillas y acerqué mis labios a su oído derecho– Ni de coña me subo a ese auto.

Te puedes enfermar –Dijo suplicante–

Entendí que él no quería ir con ella porque sí, lo haría por mí. Samantha había dado en el blanco, me usó como carnada. Asentí, solo porque sé que Jasson insistiría hasta que yo consiga una naranja.

Jasson Arthur subió al asiento copiloto con Lesgins, y yo atrás. Me miró por el retrovisor y me guiñó uno de sus ojos. Ella lo sabía. Con rabia, fulminé el retrovisor su reflejo pero ella había desviado la vista. Siempre hacia lo más rudo cuando nadie miraba.

¿A tu casa? –Dijo Samantha girando a la derecha–

No –Dije y ella frenó– Voy a la casa de Arthur…

Ello lo miró. Gracias a dios, vaciló pero asintió. Miré por un lado que Jasson sonreía, y sabía que se me haría difícil librarme de él. Miró hacia su derecha y a través del vidrio pude ver la sonrisa que evitó mostrarle a Samantha, pero no a mí. Sonreí instantáneamente, agradecí que su mirada nunca se cruzara con la mía, si es que eso fuera posible. Amaba cruzar miradas con Jasson, era una sensación única. Por una parte odiaba eso, pero por otra parte lo amaba. Cuando me miraba, sentía las cosquillas en las mejillas y un jalón entre el pecho y el estómago, no lo sé explicar sinceramente. Cuando no me miraba, deseaba que lo hiciera por más incómodo que fuera para mí, porque así sabría que él recordó de mí y entonces… Sentía lo que sentía con su mirada. Tal vez me sentía: Idiotizada, congelada (por no saber si acomodarme el pelo o no), nerviosa, o sí debía actuar normal (cosa que siempre resultaba volver a la primera cosa que mencioné).

Mejor yo me quedo en la tuya –Dijo Jasson– Queda más cerca…

Su comentario me sobresaltó, entendí que uno podía perderse pensando en alguien. Entendí que uno podía perderse por alguien.                                                                                                                                                                                   

Decídanse –Chilló Lesgins–

Volvió a frenar el carro.

Mi casa –Dije firme–

Tu casa –Correspondió un Jasson sonriente–

Anorexic LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora