Capitulo 35: No todo es justo.

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Despertar, comer, biblioteca, merienda, biblioteca y dormir.

Esas eran las cosas que la reina de Solaria se había dedicado a hacer luego del picnic que tuvo con sus amigas, y estaba segura de que si no fuese por su embarazo probablemente no saldría nunca de la biblioteca.

Necesitaba respuestas, muchas respuestas para ser sinceros.

Le dolía bastante la espalda pero, sabía que si abría la boca para quejarse tendría a su esposo y a mucha servidumbre del castillo vigilando cada una de sus acciones para "protegerla" y no necesitaba eso.

El lugar, por otra parte parecía haber sido arrasado por un huracán. Habían libros por todas partes, desde el suelo hasta a medio acomodar en los estantes, sin contar las decenas de filas que parecían unirse a las columnas decorativas que el lugar ya albergaba; y, a pesar de haber leído todo eso, la rubia no lograba encontrar pista alguna de dónde o cómo podría comunicarse con Helios.

Estaba agotada pero, no podía rendirse pues, aparte del grandioso sol el único capaz de revertir la magia negra que corría por las venas de su hija era Valtor, y aunque estaba dispuesta a mover la dimensión mágica entera por su pequeña niña, sabía de sobra que el supervillano que lo había hecho no iba a ayudarla a resolverlo.

Su vientre empezaba a notarse, y con el los recuerdos de su primer embarazo llegaban como por arte de magia, lo que le parecía en realidad bastante tierno pues, su pequeña bebé no paraba de insistir en que quería conocer ya mismo al bebé que su madre alojaba en su barriga.

Había que admitirlo, no le era fácil verla y no sentirse culpable por el hecho de que la marca de Valtor estuviese en su cuello pero, la amaba tanto que, solía olvidarse de ello con solo verla reír, así que podría decirse que estaba logrando sobrellevar la situación de una manera bastante correcta.

Era primero de marzo, probablemente ya debería haber llamado a la castaña para desearle un buen cumpleaños, la excusa perfecta que necesitaba para tomarse un respiro de tanta investigación, iba a recostarse un rato y tomar una siesta, lo tenía bien merecido.

Con cuidado tomó a la pequeña niña que se encontraba jugando en el sofá entre sus brazos y se encaminó hacia su habitación, estaba segura de que encontraría algo pronto pero, no haría mucho estando totalmente agotada.

¿A nonde amos mami? –preguntó la pequeña rubia enganchando sus piernas alrededor de la cintura de su madre, complacida por que su madre la cargase.

Stella sonrió y apartó un pequeño mechón de cabello de su cara, dejando un pequeño toque en su nariz con su dedo índice.

–Iremos al cuarto para llamar a tía Flora y desearle feliz cumpleaños, ¿De acuerdo?

Un pequeño destello fue notable en los ojos de la pequeña niña, que de inmediato sonrió.

¡Pumpeaños, Pumpeaños! –exclamó con emoción abrazándola.

La reina del planeta cada vez se preguntaba más y más como alguien podía haber sido capaz de dañar a un ser tan puro cómo lo era su pequeña hija.

(...)

Un goteo constante podía escucharse haciendo eco a lo largo de toda la habitación.

Era obscura, aún cuando estaba adornada por un enorme candelabro de cristal en su centro, probablemente debido al negro que alojaban las paredes, que formaban algo parecido a un pentágono o, al menos eso lograban diferenciar.

Al centro se encontraba una mesa de lo que parecía ser cerezo, de patas lo suficientemente anchas como para poder ocultar las piernas de una persona medianamente delgada.

My Lost Little  Daughter  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora