Capitulo 25: La llama del dragón.

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Habían pasado dos días desde el incidente con los ogros, y para desgracia de los reyes y la familia real de Eraklyon, la princesa había estado inconsciente durante todo ese tiempo. Varios doctores habían arribado las puertas de su habitación intentando encontrar una respuesta para el sueño interrumpible de su primogénita pero, ninguno logró dar una respuesta certera que pudiese convencerlos, añadiendo que, las chispas color morado seguían desprendiéndose de su aura cada tanto.

Bloom se encontraba sentada en una mecedora cerca de la cama de su hija. Se negaba a moverse de allí si la pequeña pelirroja no mostraba cambio alguno, aunque tampoco tenia muchas opciones para realizar durante el día, asi que ver dormir a su pequeña, la entretenía mas que estar lejos de ella sin poder cuidarla de ella misma.

Nadie aparte de la familia que vivía en el castillo sabia sobre la situación, pero, Bloom se estaba cuestionando el llamar a su hermana y preguntarle si sabía o tenía laguna idea de lo que podía estar pasando con su hija y la llama del fuego del dragón que vivía en ella y con ella.

–Toc, Toc –La voz de quien suponía era su marido se vio acompañada por un golpeteo en la puerta, haciéndola voltear de inmediato hacia la proveniencia del sonido, encontrándose, efectivamente con la cabellera rubia de su esposo. –Es hora de almorzar.

Sky se acercó lentamente a su esposa, como si tuviese miedo de asustarla, intentando convencerla de desalojar el cuarto para comer, cosa que se había vuelto una tarea bastante difícil. Su mano se posó en el hombro de la misma, causando que soltase una pequeña risa, que se convirtió en una negación en un abrir y cerrar de ojos.

–Sabes que no voy a moverme de aquí.

–Oh vamos Bloom, deberías bajar a comer con nosotros ­–Insistió el rubio mientras se hincaba a su lado, tomando su mano y clavando su mirada en ella.

–No creo que Erendor y Samara piensen igual –negó con la cabeza Bloom mientras colocaba su mano sobre el cabello de su esposo, frunciendo levemente su nariz.

Y es que, era cierto. Si bien Samara había asistido su parto y la había ayudado los meses en los que Vee estuvo en el castillo, su suegra quería a su nieta, no era tan partidaria de compartir tiempo con su nuera, mas que todo por las influencias que su marido ejercía sobre ella, quien a penas y podía subsistir con la existencia de la primogénita de su hijo, ya que, en lo que llevaba Vee de vida, nunca había escuchado la palabra nieta salir de la boca de su suegro y eso dejaba bastante que desear.

–Cielo, mi padre ni siquiera quiere verme a mí la mayoría del tiempo –insistió el rubio mientras empezaba a dejar pequeñas caricias con su dedo pulgar en la mano de su esposa.

–No puedo enfrentarlos ahora.

Se sentía bastante mal por la situación que estaban afrontando, aunque realmente era mas un enfado impotente por no saber lo que estaba pasando, ni lo que podía hacer para ayudar, todo parecía ser un embrollo, y necesitaba encontrar una manera de poder sentirse menos enfadada de lo que ya estaba, las emociones fuertes no eran una buena situación para sus hijas, ninguna de ellas.

–Bien, almorzaremos aquí entonces –se resignó el rubio mientras se sentaba frente a ella en la cama donde la princesa se encontraba durmiendo– pero antes, ¿Quieres hablar de algo?

El hada de la llama del dragón conectó su mirada con la de su esposo, intentando encontrar las palabras correctas para expresar lo que sentía sin romper en un llanto imparable. Tenía muchas ideas en mente de lo que podía estar pasando basadas en sus propias experiencias con la llama del dragón pero, ninguna de ellas parecía calzar correctamente entre sus criterios, nada cobraba un verdadero sentido para la situación que su pequeña princesa podía estar pasando.

My Lost Little  Daughter  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora