Día 2: Caricias/toques en cualquier lado.

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Momento agridulce.

Severus caminaba rumbo a la enfermería de la escuela con una caja de madera mediana en las manos, llena de pociones. Su profesor, de la misma materia y jefe de casa, le había pedido que las llevara a la enfermera para que pudiera restablecer sus dotaciones ya que se le estaban acabando.

Al llegar a su destino, y entrar por las puertas siempre abiertas, lo primero que notó es el inusual silencio de la habitación.

La enfermería no es un lugar ruidoso pero cuando no había algún estudiante quejándose de dolor o llorando por una herida se podía escuchar a Madame Pomfrey tarareando alguna canción, ya sea para distraerse ella misma o para calmar a algún pobre estudiante que se encuentre internado curándose.

Así que tanto silencio solo puede significar que la enfermera salió, probablemente para atender a alguien en su sala común.

Sin querer darle más vueltas al asunto Severus se dirigió al fondo de la habitación, donde hay una puerta, y entró a la pequeña oficina dejando la caja de pociones en el pequeño escrito de ahí.

No tuvo problema en buscar un trozo de pergamino y pluma para escribir una nota a la enfermera con su recado, después de todo, había visitado innumerables veces esa misma oficina para tomar el té y charlar con la amable mujer. Desde de tantas visitas a la enfermería por una u otra razón no es raro que ambos se volvieran amigos.

Con la nota escrita salió con la intención de regresar a su sala común, para continuar con el libro que había dejado a medias. Cuando algo, o mejor dicho, alguien llamó su atención.

En una de las últimas camas, las más cercanas a donde estaba ahora, se encontraba alguien acostado, no la había notado antes ya que la cortina que daba hacia la entrada está corrida, pero solo de ése lado, así que desde donde está ahora sí se puede ver, al menos una parte.

Movido por la curiosidad se acercó en silencio a la persona para distinguirla.

Al estar junto a la cortina, asomando levemente la cabeza, reconoció inmediatamente el enmarañado cabello de James Potter, el chico que junto a su grupo de amigos le ha hecho la vida escolar un martirio.

Por su mente pasó la idea de marcharse antes de que el de lentes lo viera, pero se dió cuenta de que el Gryffindor estaba profundamente dormido, probablemente a causa de una pociones. Así que, armándose de coraje, o tal vez de pura estupidez, se acercó hasta quedar parado junto a la camilla en la dormía el león.

Se tomó un minuto para apreciar al chico que en cada oportunidad se burla de él y lo molesta.

No es precisamente un bello durmiente, con el desastroso cabello desparramado en la almohada, la boca abierta, un leve rastro de saliva en una mejilla, la pierna derecha fuera de la sábana y el brazo izquierdo colgando por el borde de la camilla. En definitiva no es una imagen de príncipe encantador.

Pero a Severus le parecía simplemente adorable.

Contra toda lógica y sentido de supervivencia llevo una de sus manos para apartar un mechón del desordenado cabello de su frente y envés de alejarla inmediatamente le dió una suave caricia desde la frente hasta acunar la mejilla limpia en su palma. James soltó un suspiro satisfactorio en sueños y se inclinó contra la suave mano, Severus no pudo contener su sonrisa por la inconsciente reacción del león, sentía su pulso acelerarse y estaba seguro que de que sus mejillas se sonrojaron, se sentía en una nube de felicidad, se olvidó de todo a su alrededor, concentrado en su pequeña burbuja.

Pero claro, James lo tenía que arruinar, como todo lo bueno que le pasa en esa escuela.

— Mmn... Lily...

Alejó su mano como si el chico le quemara, el simple murmullo del nombre de su mejor amiga le regresó a la realidad, tan rápido como le destrozó su pequeña ensoñación. Era obvio, todos saben lo enamorado que está ese Gryffindor se la pelirroja, no es extraño que sueñe con ella, no tenía porque sorprenderse de que dijera su nombre en sueños.

No tenía sentido que le doliera tanto.

James se removió un poco por la abrupta desaparición de la caricia, pero enseguida se quedó quieto y continúo durmiendo.

Severus por su lado llevó su mano a su pecho y la acunó como si le doliera mientras se daba la vuelta para salir de allí, recriminándose una y otra vez. No solo por la estupidez que acababa de hacer, sino también por el hecho de haberlo disfrutado tanto.

Apretó levemente la camisa del uniforme, a la altura de su corazón, y respiró profundo para intentar alejar el dolor.

Tenía que meterse, tanto en la cabeza como en el corazón, de una buena vez por todas que James Potter nunca la vería como más que un estorbo para llegar a la pelirroja, un error que no debería existir.

Mientras cruzaba las puertas de la enfermería, decidido a ir directo a su habitación y encerrarse, dejando de lado el libro que estaba leyendo más temprano, pensó con amargura que se parecía a su madre en más que el físico y el amor por las pociones, al parecer había heredado su pésimo gusto en el amor.

Después de todo, ¿Quién lo manda a enamorarse de James Potter?.

~~~FIN~~~

¡Sevy!.

¡Mi vido!.

¡Lo siento!.

¿Me perd0nas?.

Les juro que mientras corregía me entraron ganas llorar T^T no todo en la vida puede ser color de rosa y no todo lo que escriba va a ser con final feliz.

Ando tanteando terreno con éste tema, por eso no es tan largo.

Se me ocurrió que fuera con un Sev embarazado pero ya llevaba la mitad así que lo voy a dejar para otra parte. ¿Es un spoiler? Tal vez sí, tal vez no. ¿Ustedes que dicen?.

¿Ideas?, ¿Consejos?, ¿Dudas?, ¿Estrellitas?.

Nos leemos en la siguiente parte.

( ^3^) ❤️

Escrito: 2/11/2020.
Publicado: 12/11/2020.

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