Muérdago encantado.
Severus, contrario a lo que muchos piensan, no odia la época de navidad. No es de los que se la pasan esperando con ansias la época todo el año o de los que se la pasan cantando villancicos a todo pulmón, pero le gusta la celebración.
Su casa no es un lugar que desborde alegría o donde se puedan celebrar fiestas, no con la bestia violenta y borracha que tiene por padre, pero su madre siempre se las arreglaba para que tuvieran al menos algo especial, un pequeño momento de madre e hijo donde pueden fingir que son solo ellos dos, durante la época de fin de año Tobías se desaparecía por días y podían tener un poco de paz. Para él, la época de navidad le provoca un sentimiento agridulce.
Pero en éste preciso momento, solo puede sentir odio.
El mundo mágico había adaptado varias cosas de los muggles y las mejoró con magia, los autos voladores son un perfecto ejemplo, entre algunas cosas que habían adaptado esta la tradición de los Muérdagos. Severus sabía que los magos tienen dos tipos de Muérdagos: los normales y usados principalmente por muggles, y los encantados para atrapar a una pareja hasta que se besen.
Sabía de ellos pero nunca les dió importancia, hasta el día de hoy. Ya que a su extravagante director se le ocurrió la brillante idea de decorar el castillo con Muérdagos encantados. Lo que no sería tan malo si no fuera por dos detalles:
Uno: no le había dicho a nadie.
Severus solo se dió cuenta de la dichosa planta cuando lo atrapó a él junto a otra persona. Y es justamente esa otra persona el segundo problema.
Dos: ahora estaba atrapado con James Potter.
Estaban discutiendo, como siempre, al león le pareció buena idea molestarlo ya que no estaría en el castillo para las vacaciones y quería que "no se olvidara de él" palabras del propio James. Nada fuera de lo normal, hasta que Severus se dió la vuelta con intención de regresar a su sala común, pero algo lo detuvo.
Sobra decir que a ninguno le cayó bien la jugada del director.
James pasó los siguientes quince minutos soltando cada insulto de su lista contra la planta sobre sus cabezas e intentado una y otra vez alejarse de ahí.
Obviamente eso solo sirvió para agotarlo.
El Gryffindor se recargo en la pared del abandonado pasillo en el que se quedaron atrapados y se deslizó hasta quedar sentado en el suelo, tan lejos del otro como el hechizo le permite, sin dejar de murmurar insultos.
Severus, sentado en el otro lado del límite del hechizo desde el comienzo del espectáculo, suspiró. Estaba molesto con la situación, bastante, pero es reconfortante y algo cómico la actitud del otro.
Claro, no lo admitirá en voz alta ni bajo tortura.
El Slytherin se levantó y sacudió el polvo de su pantalón y túnica. Bien, se había divertido pero ya quería salir de ahí.
— Bien Potter, terminemos con esto de una vez. Tengo cosas más importantes que hacer.
— ¿Y cuál es el maldito plan, genio?.
— Pues lo obvio, ¿Qué más?.
El cerebro de James tardo exactamente dos segundos en entender eso y en cuanto lo hizo la reacción fue inmediata.
— ¡¡Ni loco te voy a besar!!.
— Yo tampoco estoy feliz con idea — se cruzó de brazos — pero es lo más fácil y rápido para poder irnos cada quien a lo suyo.
— Merlín, ¿Qué hice para merecer este castigo? — Severus se mordió la lengua para no burlarse — tener que besar a Quejicus, de todas las personas de la escuela.
— Si te cuesta tanto solo cierra los ojos y finge que soy otra persona.
— Ajá sí, porque tú sabes que hacer, ¿No?.
— ¿Qué?. ¿Te crees que nunca he besado a nadie?.
— Duh. Eres Quejicus, ¿Quién querría besarte?.
— ¡Basta! No tengo tiempo para perderlo contigo.
James sintió un par de manos sujetándolo por las mejillas. Se llenó de pánico al ver acercarse al Slytherin y llevó sus manos a los hombros contrarios con la intención de empujarlo, pero se quedó congelado cuando sus labios se tocaron.
El contacto no fue largo, menos de cinco segundos, ni intenso solo un leve roce sin movimiento, pero a ambos les recorrió un placentero escalofrío por la columna.
Al separarse Severus se encontró con el Gryffindor algo sonrojado que lo veía directamente a los ojos, cuando sintió que las manos en sus hombros lo volvían a acercar no puso resistencia.
El segundo beso fue una copia del primero.
En el tercer beso los labios se movieron tímidamente.
En el cuarto beso ya había más confianza.
Para el quinto beso los cuerpos se acercaron.
Entre el sexto y noveno beso las manos de Severus jalaban del cabello de James y las manos de éste lo sujetaban por la cintura.
En el décimo beso la espalda de Severus chocó contra la pared.
Tal vez fue en el décimosexto ¿O fue en el décimoséptimo? No estaban seguros, ya habían perdido la cuenta. De lo que sí estaban seguros es del maullido que escucharon.
Voltearon hacia donde lo escucharon y vieron un gato, marrón oscuro con franjas negras, viéndolos directamente con sus grandes y amarillos ojos.
Y por algún motivo sentían que se burlaba de ellos.
El gato volvió a maullar y fue como si el sonido rompiera un hechizo en los chicos, que al dar una mirada a su actual posición y procesar lo que acababan de hacer se alejaron como si el otro quemara.
Arreglaron sus cabellos y respectivos uniformes, o al menos hicieron el esfuerzo, y después de un rápido "Vete a la mierda" respondido con un "Tú primero" cada uno se fue por su lado.
Cuando los pasos no fueron más que un eco distante el gato, bueno mejor dicho la gata, dió un salto y se transformó.
Minerva McGongall alisó su túnica y le dió una valorativa mirada al Muérdago encantado, para negar con la cabeza e irse caminando.
— Bueno, tal vez la idea de Albus no fue tan mala después de todo.
~~~FIN~~~
Pues... La verdad no tengo mucho que comentar aquí... Así que no lo voy a intentar.
¿Ideas?, ¿Consejos?, ¿Dudas?, ¿Estrellitas?.
Nos leemos en la siguiente parte.
(•3•)♡
Escrito: 5/11/2020.
Publicado: 15/11/2020.