Día 27: En uno de sus cumpleaños.

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*AU sin magia.

Enfermero.

James está seguro de que alguien lo maldijo, o le echó mal de ojo, porque sinceramente no puede pensar en otra explicación para que hoy, justo hoy, el día se vea tan mal. Doce meses, trescientos sesenta y cinco días y su cuerpo decide enfermarse justamente el día de su cumpleaños, de acuerdo, que el malestar le comenzó ayer en la noche, pero en ese momento no era más que una simple tos y unos cuantos estornudos por los que no sintió que debía preocuparse y que después de una buena noche de sueño amanecería como nuevo.

Y hoy se está muriendo.

En algún momento de la noche le dió fiebre y desde entonces no ha bajado, la simple tos se multiplicó por cien y se le sumó el catarro, unos cuantos estornudos se convirtieron en no ser capaz de pasar dos minutos sin estornudar, tiene la nariz tapada, le duele la cabeza y está sudando como cerdo pero cuando se destapa le da frío y cuando se vuelve a tapar le da calor; lleva toda la mañana en esa ida y vuelta en su cama, ya que no tiene fuerzas para siquiera salir de su cuarto y ya se está cansado. Está aburrido e incómodo, quiere salir pero a la vez no, lo más lejos que ha llegado es hasta su baño, pero también está muy molesto por el día que eligió la enfermedad para dejarlo tirado en cama.

Al despertarse, y después de que sus padres lo revisaran, tuvieron que avisarles a todos sus amigos que su fiesta de cumpleaños sería pospuesta. La verdad es que no le hubiera importado tanto si al menos sus mejores amigos lo pueden visitar, aunque sea brevemente para felicitarlo.

Pero, no. Ninguno puede.

Con Sirius castigado; por jugar una broma durante una de las elegantes fiestas de sus padres, Peter con indigestión; a causa de la competencia de comer que hicieron los cuatro la última vez que se reunieron, y Remus atascado en casa de sus abuelos; gracias a que el auto de sus padres se dañó cuando los fueron a visitar.

Básicamente, la vida lo odia.

Sus padres ya habían llamado al médico de cabecera de la familia para que lo revisara y decidiera si tenían que llevarlo al hospital. Después del chequeo determinó que no era nada grave, le recetó unas pastillas cada cuatro horas, muchos líquidos y descanso, que pronto se recuperaría.

¡Nada grave sus lentes! James prácticamente se está muriendo ahí tirado ¿Y ese viejo se atreve a decir que no es nada grave? Que venga él y se enferme, a ver si sigue diciendo que no es nada, además le ordenó tomar pastillas, James odia tomar pastillas, es tan incómodo y siempre se termina ahogando.

Un nuevo ataque de tos lo sacó de su nube de autocompadecimiento y desprecio contra su doctor y las pastillas, cuando la tos se detuvo por fin se giró hasta quedar boca arriba mientras intentaba regular su respiración. No sé preocupó cuando sintió que la cama se hundía a su lado, sus padres han estado revisándolo regularmente desde la mañana para asegurarse de que no empeorara, un suspiro de alivio salió de sus labios al sentir una mano fría contra su frente; tardó unos segundos en darse cuenta de que esa mano no es ni de su padre, ya que es mucho más delicada, ni de su madre, ya que es más pequeña, fue ahí que decidió abrir los ojos.

Ya de por sí su vista sin sus lentes es mala, por decir lo menos, pero ahora sin lentes, con fiebre y los ojos aguados por las lágrimas no es muy diferente al hijo de un topo con un murciélago.

Lo primero que pudo medio distinguir fue el techo del dosel de su cama, el que había decorado para que pareciera una galaxia, con estrellas fosforescentes que brillan en la oscuridad y todo.

Al bajar un poco la vista ya estaba seguro de que había muerto y no se dió cuenta de cuando, ya que frente a él estaba la silueta algo borrosa de un ángel, con aura de luz celestial y hasta alas.

30 Días de SnamesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora