Una noche

1K 101 9
                                    

Para Elio los días se habían vuelto simples y vagos. Las tan mencionadas criptas que Caroline se atrevía a nombrar por cuanta vez pudiera no aparecían. El hombre había recorrido toda Nueva Orleáns e incluso atrevido a ir más allá, simplemente aquel lugar o estaba muy bien oculto, o no existía. La mujer desencadenó su furia luego de que él la pusiera al límite, Caroline parecía haber perdido parte de su cordura luego de verse frente a Nathaniel, razón por la cual Elio le daba poca importancia a la sarta de improperios solía lanzar cuando quería.

Notó a Caesar tenso en su posición y resopló. Aquel ayudante sabía del estado de Caroline, tanto tiempo a su lado le hizo comprender las razones por las cuales ella se portaba de aquella idílica manera y temía. El cariño que le había tomado era tan profundo como para permitirse atreverse a ir más allá de lo que alguien como él podía.

Elio se retiró de la habitación luego de hacer un leve gesto hacia Caesar. El hombre ya sabía que debía hacer.

El carruaje se encaminaba por un sendero que Elio ya conocía, siendo acompañado por William, el hombre trataba de establecer todo contacto social con él, pero había más para pensar, que negocios o tratados de la cual Blake se expresaba abiertamente.

Luego de que la reunión con Ronald no hubiera salido como se esperaba, Blake había decidido recompensar al hombre con cualquier trato que estuviera bajo su poder, sin embargo notaba el poco interés. William suspiró profundo luego de una calada de un habano.

—Creo que nunca había transitado por estas calles —murmuró observando la ventanilla—. La señorita Salvier es una persona que se oculta muy bien, ¿no cree?

Elio asintió observando por el rabillo del ojo al hombre.

—No gusta de las multitudes, mucho menos de vivir rodeada de personas de su misma extirpe.

—Sin embargo se ha rodeado de usted —comentó—. Es una vieja y muy buena amistad.

—Podría decirse, pero tampoco es algo grato, señor Blake, Caroline tiene un carácter algo complicado de explicar.

Blake se sonrió.

—Como todas las mujeres.

Cuando Elio se vio en la casa de Blake una sensación de escalofrío rodeo su cuerpo, estaba allí por complacer a William, pero también por terminar de enlazar una conversación con Isabel. Se había mantenido lo más alejado posible de aquella casa con la idea de dejarla tranquila por algunos días, los mismos en los que se basó en la búsqueda de las criptas. Una vez adentró constató el movimiento a su alrededor, William Blake había hecho un banquete donde él no era el único invitado. Notó la presencia de Berckell, el señor de todas las propiedades inmuebles que se pudiera imaginar, y otros tanto a los que si William los presentó, ya lo había olvidado.

Observó a Isabel caminar hacia él con una sonrisa en sus labios y un atisbo de felicidad que no había visto en la chica en el poco tiempo en que estuvo a su lado y no era para menos. Frente a ella, él se presentó como una gran bestia capaz de mutilar cuerpos y quitar vidas sin más que sus manos, era una aberración y un sujeto de temperamento. Había infligido y lastimado su imagen en Isabel y así como en ella, lo había hecho en Caroline.

La mirada de Isabel pasó de su acompañante a Elio, la mudez los invadió por un instante en que los ojos de la joven advertían por salirse obligándose a guardar su compostura.

— Hermano, es agradable que nos acompañe.

Él asintió levemente sonreído.

—Debía más de un almuerzo con ustedes.

Anne Marie sonrió a gusto.

—Es completamente cierto —lanzó William observando al par, tragó y carraspeó—. Me retiro, debo saludar al resto.

Aullando a la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora