Capitulo 7
Entre el cielo y el infierno
Esa mañana estaba realmente cálida y deliciosa. El viento soplaba dulcemente acariciando nuestra piel, las hojas de los arboles caían suavemente sobre nuestra improvisada caravana. Las flores que endulzaban el aire, pero el bosque se encontraba en completo silencio, el único sonido que se podía oír era de nuestros pasos sobre las ramas secas. A la cabeza iba el "Viejo" Ira con la joven Ei y su nekomatta Toiveita sobre el lomo de la dulce Yüuli; detrás de ellos iba Marshall y Älykkyys. Luego seguía la "Sabia" Lilium sobre un hermoso pferd de color blanco y finalmente iba yo sobre el lomo de Rex.
-Cristi, ¿Por qué cortaste tu cabello?-. Pregunto tristemente Rex, parecía dolerle profundamente haber cortado mi cabello.
-Tuve que hacerlo, si me iba a quedar un tiempo más en este mundo. No me puedo dar el lujo de destacar. ¿No crees?-. Le respondí, acostándome sobre su lomo acariciando su suave pelaje dorado.
-Comprendo la idea, pero ¿Por qué querer encajar en este mundo, mi Cristi?-. Pregunto nuevamente, su mente estaba llena de remordimiento y dolor.
-Vamos Rex, no le des importancia. No es que quiera encajar en tu mundo. No pertenezco aquí. No tienes porque sentirte culpable de lo que me ha ocurrido-. Mis palabras trataban tranquilizar el angustiado animal.
-No pude protegerte-. Su voz era débil y quebradiza.
-Estas protegiéndome ahora, esta vez seré yo quien cuide de ti mi querido amigo. Pensé que te había perdido cuando esa "cosa" nos ataco-. Me aferre con fuerza del pelaje dorado del enorme Inugami. –Fui tan débil que no pude protegerlos a ustedes-.
Nos sobrevino el silencio, mientras intentaba animar a mi adorado Inugami alado. Sabía que su corazón estaba completamente perturbado por los peligros a los que nos estábamos exponiéndonos. Su mundo se estaba llenando de peligros y enemigos que hasta para el eran totalmente desconocidos. Su mente estaba llena de pensamientos de oscuridad y confinamiento, tanto tiempo encerrado en esa roca y en completo abandono lo habían alejado por mucho años de la cruda realidad.
-Rex, ¿Cómo era este mundo cuando eras libre?-. Quería hacerle recordar los tiempos en los que el era feliz.
-Cristi, fueron tantos años que no recuerdo mucho de mi manada. Nuestra relación con la humanidad y la naturaleza era estable, fue muchos años antes de la guerra. Recuerdo cuando éramos libre de recorrer estas tierras a nuestro antojo. Nos quedábamos estaba cerca de las tierras Pimeä Metsä, éramos una manada bastante pequeña. El alfa de la manada era mi padre, y aparte de mi, éramos 4 mas y de todos era el mas joven. Podíamos recorrer libremente los cielos de estas tierras, podíamos ver como los bosques crecían con total libertad. Pero cuando comenzaron las discusiones entre los reinos y los espíritus animales, como nosotros, fuimos siendo capturados y mi manada fue desapareciendo bajo una redada de cazadores. El último que fue atrapado bajo el poder de esas rocas fui yo. Caí bajo las manos de Olen Paha-. Los pocos recuerdos del pobre animal circulaban ferozmente por mi mente, pero una imagen había llamado mi atención.
-Rex, recuerdo haber visto a tu manada en el recuerdo de un árbol en el que descanse la noche anterior, en realidad no podría calcular el tiempo del recuerdo-. Le dije, sujetándome suavemente de las orejas del hermoso animal.
-¿En serio? Creo que eso sea imposible, mi manada nunca llego a las tierras de Este-. Respondió tranquilamente, dentro del corazón del enorme animal se despertaba un destello de esperanza.
-No se si era tu manada, pero vi Inugamis Dorados alados en el recuerdo de aquel árbol-.
-Pero desearía que fuera así-. Respondió finalmente el pobre animal.
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Lo extraño se vuelve oscuro
FantasíaLas sombras del pasado vuelven a remover el poco futuro que queda