Capítulo 9

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El niño viajaba en el taxi observando la ciudad a detalle a través  de la ventana con asombro, está ciudad era fantástica, a pesar de que extrañaba ver super héroes en cada esquina o simplemente acercarse a ellos para disfrutar de un mágico bocadillo como lo hacía en Nueva York. París tenía demasiadas cosas que él ansiaba conocer, como esa antena gigante de la que todos hablaban o la casa-barco de la que el tío Luka le había contado, sin mencionar que miraba ansioso por los tejados esperando encontrar a los héroes de los que su madre le había hablado, ella siempre aclaraba que Ladybug y Chat Noir no entraba en el campo de batalla hace bastante tiempo, pero él no perdía la esperanza, quería conocer a los protagonistas de las historias de su madre.

Cuando su mamá le dijo que viajarían a visitar a los abuelos él saltaba de felicidad, sabía que ellos vivían en un lugar lleno de dulces que seguro le permitirían disfrutar, especialmente de croissants y macarrons, sus favoritos, también quería ayudarlos a crear esas delicias, era divertido hornear con el abuelo Tom porque siempre le dejaba jugar con la masa. Fue hasta la noche anterior que descubrió que lo mejor en esa casa era la puerta mágica que su madre tenía en su habitación, podía ver las estrellas brillando en el cielo y la luna iluminando la ciudad, quedó maravillado, en casa, por cualquier lugar de la ciudad que estuviera había pantallas gigantes que opacaban las bonitas estrellas en el cielo. Ahora quería conocer el lugar donde vivirían, si el "balcón" que había mencionado su madre no era tan fantástico como en casa de los abuelos le rogaría volver a la panadería.

Marinette observó a su pensativo hijo mirando por la ventana, comúnmente no paraba de hablar y preguntar por todo, quizá el cambio lo tenía perturbado.

- ¿Cariño que pasa? - consultó.

- Mamá si en la casa nueva no puedo ver las estlellas ¿podemos volvel con buelito Tom? -preguntó mirándola.

- Gatito te aseguro que te encantará nuestra casa, y podremos ir con los abuelos siempre que quieras.

El niño asintió, y volvió su vista a través del cristal.

Llegaron al edificio, subieron hasta el quinto piso por el ascensor, Marinette introdujo la llave en la primera puerta del pasillo, no era un lugar enorme, paredes blancas y cortinas semi transparentes en tonos grises, Louis corrió a la puerta corrediza de cristal, con su madre por detrás, el balcón era muchos más grande y tanto o más alto que en casa de Tom y Sabine.

- ¿Qué te parece?

- ¡Es genial mamá! - Abrazó a su madre.

- Tengo una idea, ¿te parece si hoy hacemos algo así como un campamento por la noche aquí?, y podríamos ver las estrellas por primera vez en nuestra nueva casa - propuso.

- ¡Sí, mami!

- Bien llamaré a los abuelos para que no se preocupen y después de arreglar lo de los muebles iremos de compras para nuestra pijamada.

Presionó un beso en sus rosadas mejillas y el pequeño rubio rio, le encantaba la nueva casa.


[...]


No podía concentrarse en su trabajo, pasaban de las cinco de la tarde y no había revisado ni la mitad de los diseños sobre su escritorio, si fuera por él habría dejado todo tirado en cuanto su primo pronunció las palabras que tanto quería oír, pero apenas intentó ponerse de pie, el otro rubio lo detuvo, por mucho que le costara aceptarlo Félix tenía razón, no debía hacer nada estúpido, no podía arriesgarse a que se fuera de nuevo.

Se acomodó sus rubios cabellos con una mano, ya no podría concentrarse, no con esa noticia y las ansias de ver a su lady vagando en su mente, decidió que eso sería todo por ese día, tomó su saco del espaldar de su silla y salió.

«Lie to me» (MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora