Capítulo 30

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Louis no era totalmente ajeno a todo el caos que se desarrollaba a su alrededor, aunque no conocía los problemas que rondaban a su madre sabía que todo era a causa suya por lo que pasó en su trabajo con la señora gritona.

Estaba triste por todo lo que su desobediencia provocó, aún a pesar de que su mamá le repitió varias veces que no era culpa suya no podía evitar sentirse de esa forma, tan culpable.

Algo que también hacía decaer sus ánimos era la actitud de su mamá, desde ese fatídico día la notaba preocupada, inquieta e incluso la había oído llorar un par de veces por la noche, eso no le gustaba, amaba a su madre y detestaba sentirla de ese modo, a pesar de que la azabache trató de disimularlo. A veces la veía tan tranquila como antes, pero de repente fruncía el ceño como pensando en algo que la enfurecía, aunque eso no duraba tanto porque poco después su semblante se volvía angustioso.

Louis siempre fue considerado un niño listo por comprender fácilmente algunas situaciones, pero muy aparte de eso, el pequeño era completamente experto en descifrar los sentimientos de su madre, al igual que ella lo hacía con él.

En el transcurso de esos días se dedicó a hacer algunos dibujos para su madre con intención de contentarla, y aunque ella los recibió con regocijo, ninguno logró su objetivo. Recurrió a su tío Luka por ayuda, pero él solo le dijo que no se preocupara por temas de adultos y que era cuestión de tiempo, eso no lo tranquilizó.

¿Qué podía hacer?, a su mamá le gustaban las flores, especialmente las rosas rojas, pero él era muy pequeño para comprar algunas; ¿Qué tal un hámster?, el mismo problema; ¿Por qué ser niño era tan difícil?. 

El pequeño rubio era muy curioso y le gustaba saber la razón de las cosas, por lo que le desesperaba no entender por qué esa mañana, nuevamente, fue llevado al lugar donde trabajaba su progenitora. Llegar a ese sitio lo puso ansioso, ya que sentía que todos lo observarían por lo que sucedió en su visita anterior; su carácter extrovertido fue opacado por la timidez, tanto así que cuando Eleonor lo saludó lo único que pudo hacer fue esconderse en la falda de Marinette.

Justo ahora estaba concentrado en el rompecabezas con figuras caricaturescas del par de héroes parisinos, eso era entretenido, pero aún así el comportamiento nervioso de Marinette no pasó desapercibido, ella constantemente veía entre el reloj en la estantería y el teléfono en el escritorio.

- Mamá ¿estás triste de nuevo?.

La diseñadora sonrió con ternura a su dulce niño.

- No cariño, solo un poco nerviosa, no te preocupes por eso, estoy bien.

- ¿Promesa?.

- Promesa.- ofreció una sonrisa sincera junto con un giño, la acción hizo sonreír a Louis que quiso imitarla y terminó por parpadeas suavemente.

El pequeño más tranquilo volvió la vista a las piezas, encajó una a una en el tablero y sonrió en grande al notar que había completado la figura de Chat Noir, dirigió su manita al personaje que armó. ¡Claro! ¿por qué no lo pensó antes?, Chat Noir siempre hacía buenos chistes, él podía probar algunos para divertir a su mamá.

Mientras pensaba en un buen chiste sobre gatitos el teléfono sonó y casi de inmediato la mujer contestó.

- Esta bien Eleonor, dile que espere un momento.- la oyó decir para después colgar.

Marinette se levantó alisando su falda para dirigirse a la puerta de la oficina, detrás de la cual se encontraba Adrien tanto o más nervioso que ella.

Louis se levantó del sofá para ir al lado de su madre, creyendo que saldrían del lugar, pero en cuanto ella abrió la puerta sus ojitos azules se encontraron con un rostro un tanto conocido.

«Lie to me» (MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora