Simón Ambrose
Su largo cabello rubio esta recogido en una perfecta coleta alta, ella siempre ha sido perfeccionista, siempre analizando cada detalle. Sus ojos color avellana miran los papeles que están frente a nosotros y no emite ningún comentario sobre ellos. De sus labios rojos no sale ningún sonido y yo me quedo un momento analizando su delicado perfil mientras la veo observar aquellos papeles con la mirada vacía, sin mostrar ninguna emoción.
—¿Estas seguro de esto? ¿Esto es lo que realmente quieres? —me pregunta ella. Después de un largo momento en silencio.
No supe que quería casarme con ella después de verla solo un instante, como suelen relatar las grandes novelas de romance. No me agrado cuando la conocí, porque siempre quería tener la razón y debía tener la última palabra en todo, eso me resultaba frustrante e irritante, así que trataba de evitarla. Pero evitarla no funcionaba porque ella parecía estar en todos lados y un día sin darme cuenta, sin saber cómo, yo estaba en un bar compartiendo una cerveza con ella. Esa noche hablamos mucho, las horas pasaban y nosotros seguimos hablando hasta que el dueño del bar nos dijo que ya iban a cerrar. La acompañe a su casa y fue ella quien dio el primer paso y me invitó a una cita. Cuando le conté a Gabriel, al día siguiente lo que había sucedido, él se río y dijo que lo entiende, porque del odio al amor hay un solo paso.
También hay un solo paso del amor al odio y de la traición al amor hay solo un suspiro.
—Si. —es todo lo que respondo.
Lo nuestro no fue un romance pacifico, nos peleábamos casi todo el tiempo, pero las peleas nunca duraban mucho, nunca podíamos permanecer enojados por mucho tiempo. Ella era divertida e ingeniosa, siempre tenía una opinión sobre todo y me sentía el hombre más dichoso al estar junto a ella, al ser el hombre que ella eligió. Jessica Carter, me había elegido a mí y sentía que el cielo no podía ser el límite. El día de nuestra boda fue el día más feliz para mí, dijimos votos e hicimos promesas de ser fiel y amarnos por la eternidad. Y la magia del amor eterno se rompió cuando ella decidió acostarse con su amigo en nuestro hermoso sofá.
—Creo que deberíamos esperar un poco—me dice ella. — Solo esperar un poco más.
¿Qué quiere esperar ella? Tal vez esperar y saber cuál es la opinión de su amigo, Nate, sobre el tema. Nunca me agradó su amigo, Nate, siempre me desagrado como creía que conocía a Jessica, incluso mejor que yo, como se sentía superior a mí y en especial, odié aquella sonrisa estúpida que siempre adornaba su cara de imbécil. Siempre que yo le decía que iba a llegar tarde por algo del trabajo, ella me decía que no hay problema que saldría con Nate, todo era Nate. Pero yo confiaba en ella, no veía ningún problema a que ella salga con él, porque la idea que ella podría llegar a engañarme me resultaba tan absurda. Yo confiaba en ella ciegamente, porque eso sucede cuando uno está perdidamente enamorado de alguien y yo estaba tan enamorado de ella. Creía que ella sentía lo mismo hacia mí, pensaba eso porque cuando le ofrecieron un aumento y un ascenso, ella dijo que no, porque yo estaba obtenido mi doctorado y no nos podíamos mudar a Hong Kong, como su trabajo lo requería. Ella le dijo que no al trabajo de sus sueños por mí, es por eso que cuando le ofrecieron ese trabajo en Boston, yo le dije que aceptara y lo dejé todo por ir con ella, Jessica, había hecho lo mismo por mí y jamás me lo sacó en cara. Pero en Boston ella conoció a Nate, así que creo que tal vez debimos quedarnos en Seattle. ¿Hubiera hecho eso alguna diferencia? O quizás ella hubiera encontrado alguien mas con quien engañarme.
—Tú puedes hacer lo que quieras—le digo.
¿Qué le hubiera dicho el imbécil de Nate? Pero Nate no la conoce como yo, él jamás la conoció. Lo sé por la forma en que la ve, por la forma en que le habla. Jessica, es un sol y Nate un planeta que orbita alrededor de ella, pero la luz que ella proyecta es tan cegadora que lo ciega y no le permite ver la realidad. Él se encuentra cegado ahora por la luz que ella proyecta. Y Jessica no necesita o quiere a alguien que orbite alrededor de ella, ella quiere alguien que sea su igual ¿Entonces por qué se acostó con él? Tal vez y él si la conoce mejor que yo, debe ser así porque la Jessica, de la que yo me enamoré, jamás me hubiera lastimado de la forma en que ella lo hizo. Entonces tal vez, al final del día, él la pudo llegar a conocer mejor que yo.
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Cuando las estrellas forman constelaciones [Serie escrito en las Estrellas #3]
RomanceSer la dama de honor en la boda de mi hermana mayor, no sería un problema sí yo no estuviera en secreto enamorada de su futuro esposo. Y ahora tengo que fingir una sonrisa, decir que todo está bien, mientras veo como él se casa con ella, porque siem...