Cuando las estrellas forman constelaciones [Serie escrito en las Estrellas #3]

La llegada de Virgo

Sucede un fenómeno interesante, a veces con las mentiras, incluso las pequeñas, y es que rara vez puedes decir solo una. Es casi imposible decir solo una mentira, porque casi automáticamente después de decir la primera mentira, se abre una puerta y el resto de mentiras empiezan a salir, incluso aunque uno intente detenerlas. Las mentiras nunca vienen solas, se necesitan unas a otras para respaldarse y sostenerse. Uno debe ser consciente que, al decir una mentira, realmente no será solo una, porque una mentira por si sola tiende a caer con facilidad. Pero eso no quiere decir que, al decir varias mentiras juntas para poder así respaldar la mentira original, la mentira será más fuerte y difícil de derribar. Todas las mentiras son frágiles y la única diferencia entre la caída de una simple mentira y la de varias mentiras juntas, es el estruendo y caos que provocan a su caída. Porque todas las mentiras caen, tarde o temprano terminan cayendo.

El reloj en mi pared marca las seis y cinco cuando la puerta suena. Corro abrir la puerta y veo a Raquel, de pie con una magdalena en su mano y cara de quererme asesinar. Aunque su expresión se relaja cuando prueba la magdalena de chocolate. Me hago a un lado y la dejo pasar.

—¿Dónde conseguiste eso? —le pregunto.

Ella se limpia algunos restos de la magdalena que han quedado en la comisura de sus labios antes de responderme.

—De tu apuesto vecino, me lo tope mientras venia hacia aquí y me ofreció esta magdalena. Guapo y buen cocinero, un excelente partido si me lo preguntas ¿Cómo me dijo que se llama?

—Agustín.

—Si, él, Agustín, es sexy.

La puerta de mi apartamento se abre y entra Willa, con cara de sueño, seguido por su hermana mayor, Alisson que sostiene una enorme taza de café en su mano y cubre sus labios con la otra para cubrir un bostezo.

—¿Quién es sexy? —nos pregunta Willa.

Willa se deja caer sobre mi sofá sin ninguna gracia o delicadeza y bosteza ruidosamente. Alisson levanta los pies de su hermana para acomodarse en el sofá. Raquel se sienta en el sofá individual y yo en el sillón frente a ella.

—Agustín, el vecino de April, que además de sexy, cocina delicioso. —le responde Raquel a Willa.

Veo como Raquel termina de comer aquella magdalena y se queja porque tiene ganas de comer otra. Yo le digo que Agustín tiene una pastelería en la esquina de esta calle y ella puede ir ahí y comprar todas las magdalenas que quiera.

—No lo conozco—nos dice Alisson refiriéndose Agustín—pero no creo que nos hiciste venir a las seis de la mañana para hablar de tu vecino.

No, por supuesto que no, las hice venir aquí por el enorme lio en que me metí en menos de veinticuatro horas ¿Cómo pude hacer aquel desastre en tan poco tiempo? Y todo empezó con una mentira que yo creí que era inofensiva. ¿Qué podía salir mal? Me dije antes de decir aquella mentira, pero como soy yo, todo lo que podía salir mal, salió incluso peor y ahora no estoy solo envuelta en una mentira hacía, Nicole, si no que tengo que conocer a la futura ex esposa de Simón.

—¿Cuál es la emergencia? ¿No llamaste a Julia? —me pregunta Raquel.

Pensé en llamar a Julia, pero entonces recordé que ella tiene dos hijos con los que lidiar, así que me sentí mal por molestarla tan temprano para que me ayude con los problemas en los que mi enorme boca me metió.

Muevo la cabeza en dirección hacia, Raquel.

—No, ella tiene dos hijos, no quería molestarla.

—Bueno, será mejor que empieces hablar, porque ya estamos perdiendo a Willa.

Me dice Alisson antes de mover las piernas de Willa, para despertarla. Yo me levanto del sofá y no puedo evitar mover mis manos frente a mi mientras trato de ordenar lo que ha sucedido y porque sucedieron las cosas para poder dar el mejor resumen que puedo de los acontecimientos.