¿De qué lado se inclinará la balanza?

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Ha sido otra noche donde me ha costado volver a conciliar el sueño después de aquella pesadilla. Porque un sueño se ha repetido constantemente durante toda esta semana y gran parte de la semana pasada. En aquel sueño me veo, sentada frente a un agujero negro y me está absorbiendo, despacio, tan lento que puedo ver como suceden tantas cosas a mi alrededor y yo sé que puedo detenerlo, que tengo tiempo para correr y alejarme de él, pero yo no me muevo, no porque no puedo, es que no quiero. Mis ojos están fijos en el centro de aquel agujero, mirando aquella oscuridad y la oscuridad me devuelve la mirada de una forma extraña. Y el sol explota y se trasforma en un agujero negro con un diámetro mucho más grande del que yo estoy viendo. Ya no hay días o noches, solo oscuridad y la temperatura siempre marca cero. Cuando me despierto de aquel sueño, siempre lo hago con la misma sensación que aquel sueño es un mal augurio del futuro, pero eso me resulta un poco absurdo, además, de todas formas, yo nunca he sido muy creyente en esas cosas.

—Es solo un sueño. —me digo frente al espejo.

Un sueño, solo eso.

Me termino de arreglar y me alisto para salir de mi apartamento, pero mientras me estoy poniendo mi bufanda, alguien toca la puerta. Doy una rápida mirada al reloj en la sala para confirmar que son las siete de la mañana ¿Quién puede ser a esta hora? Sonrió cuando abro la puerta y veo Agustín.

—Buenos días, April ¿Cómo está mi vecina favorita? —me pregunta él.

Agustín, es de esas personas que te trasmiten su buena vibra, tiene un aura relajada que te trasmite tranquilidad. Un aire de qué todo estará bien y es algo que me agrada de él, porque se lo difícil que es encontrar personas así.

—Feliz, hemos empezado un nuevo gran proyecto, el cual yo estoy dirigiendo.

Envuelvo la bufanda alrededor de mi cuello y veo como, Agustín, deja tres cajas blancas sobre mi mesa.

—Felicidades, hornearé un pastel especialmente para ti. —me dice él— Estas son magdalenas, una caja para tu prima y otra caja para ti, pasó el otro día por mi panadería y me dijo que le encantaban.

Cuento de nuevo y le muestro tres dedos antes de señalar las cajas, él me sonríe y asiente con la cabeza.

—Una caja es para tu otra prima.

—Tengo varias primas.

Él se ríe de nuevo.

—Tu prima, Raquel, fue a mi pastelería y dijo que amaba mis magdalenas, una caja es para ella y la otra para tu prima, Alisson. No la conozco, pero según lo que me contó, Raquel, mientras compraba sus magdalenas, Alisson, no está teniendo una buena semana.

Agustín es ese tipo de persona. Él se quitaría su chaqueta para dársela a alguien más, aunque él se esté muriendo de frio. Él daría su asiento en el bus o el taxi a alguien más, ofrecería a los demás, la última rebanada de pizza o pastel. Él se preocupa por los demás y siempre trata de ayudar a los todos, incluso aunque no los conoce, como es en el caso de Alisson.

—Eres una gran persona, Agustín, demasiado bueno para este mundo.

—Tú igual, me voy, tengo una pastelería que debo abrir. Que tengas un buen día, April, nos vemos después.

Me despido de él y saco mi teléfono para mandarle un mensaje a Raquel y decirle que tiene una caja con deliciosas magdalenas de chocolate esperando por ella, ella me responde casi enseguida y me dice que nos reunamos en la cafetería Lewis, le digo que le escriba a Alisson, porque también hay una caja de magdalenas para ella. Guardo mi teléfono y me apresuro a salir de mi apartamento con las cajas de magdalenas en mis manos. Tengo un lugar que visitar hoy.

Cuando las estrellas forman constelaciones  [Serie escrito en las Estrellas #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora