Capítulo 10

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  Natti:

   Ya son diez días, diez día encerrada en mi casa, diez días en los que me hundo en profundos llantos de soledad, de impotencia, de rabia, de sentimiento, de lástima conmigo misma y un sin fin de emociones más que albergan mi mente, porque corazón no tengo.

   No dejo de pensar en la crueldad que corre por las venas de Beatríz, esa mujer que me tuvo en su cuerpo por nueve meses, que me protegía a capa y espada, mujer que me cuidó incondicionalmente, esa misma mujer hace diez días me desfiguró el rostro.

   El hecho que no se sepa la verdad me consterna muchísimo más, todos piensan que fui una estúpida que bajó las escaleras corriendo con un cúter de papelería en la mano. En ocasiones pienso en hablar, gritar que mi mamá es malévola, pero pienso en mi hermana. Si yo hablo, ella tomaría acciones legales en su contra, Sol se interpondría, Melody sufriría mucho. Todo sería un caos. A demás el silencio de alguna forma me da tranquilidad, tampoco quiero ser la persona a la que todos le tienen lástima porque su mamá quiso matarla.

   Acostada boca arriba, siento correr una lágrima por mi mejilla, me levanto y decido ducharme para calmar la tormenta emocional en la que estoy enredada.

   Justo en frente de mi cama se encuentra un espejo, mi reflejo. Mi reflejo, mi cara, mi rostro, mi cuerpo, toda yo me repugna, nunca he sido bonita, no tengo nada bonito en mí, y para completar una cicatriz recorre mi rostro. Es inevitable verla, es grande y prominente. No soporto ver mi cara, vuelven las lágrimas, recuerdos, mi mamá cortando mi rostro, la sangre en el suelo del baño, mis gritos en el hospital. Tomo la lampara de mi mesita de noche y sin pensar la estrello contra el espejo.

   Vidrios, todo está repleto de vidrios, sigo llorando y llena de impotencia. No puedo más, mi corazón está más roto que cada partícula de ese viejo espejo. No soporto vivir, no soporto ser la rechazada, no soporto ser tan gris.

   Tengo diez días encerrada, no quiero salir, no quiero que la gente me vea como el bicho raro, no quiero la lástima de nadie, y mucho menos ser la burla. Prefiero dejar de estudiar, prefiero ahogarme en un mar de inestabilidad, prefiero secarme aquí en mi habitación. Jamás saldré de aquí.

   Mi hermana es la única que me pregunta cómo me siento, es la única que se preocupa por mi bienestar, es la única capaz de sacarme una sonrisa. Mi mamá tiene tres días fuera de la casa, no sé dónde está, pero tampoco me importa en lo más mínimo. Sol y Melody poco están en la casa, salen en las mañanas y vuelven en la noche. Cada día les importo menos. Mis amigas no me han llamado, ni un mensaje de texto he recibido de su parte, pensé que estarían preocupadas por mi ausencia en el colegio, pero no, no han dado señal alguna de vida. Ahora si me encuentro remotamente sola.

   Voy al baño, tomo las primeras hojiyas que encontré y empezé a realizarme cortes de manera vertical en mis piernas, la sangre salía en pequeños canales. Mi ira, mi frustración, mi desconsolación salía junto con ella. Cada gota de sangre que derramaban mis piernas, era una razón para existir. Todas encontrándose en un solo lugar del suelo para irse juntas a la nada.

   Porque así me siento, así están mis ganas de vivir, juntas en algún lugar de la nada, esperando para desaparecer por completo, dejándome libre de una vez por todas.

   Abrí la pila de agua de mi bañera, las heridas me ardían, el agua fría entraba en cada ranura de mi piel, incluyendo la de mi rostro. Mis lágrimas y restos de la sangre bajaban con el fluir del agua. Llena de desesperación pienso en otro de mis problemas interiores. Mi papá.

   Ese ser que sólo me quiso los cinco primeros años de mi vida, hombre que me olvidó por completo, hombre que no sabe de mi existencia. Siempre me hago la fuerte, trato de no pensar en él, pero es inevitablemente imposible. Es mi papá, me guste o no, y aunque lo niegue me hace mucha falta. Gracias a su ausencia vivo con un constante vacío emocional.

   Definitivamente no nací para ser feliz, todos me esquivan, me evitan, me ignoran. Mi hermana es la única luz en esta tormenta oscura y ni siquiera ella está en estos momentos en los que me quiero ir de ésta etapa llamada vida. ¿Qué es la vida? Una montaña rusa de emociones que sólo bajan y bajan. Emociones que te llevan a ser las peores cosas jamás imaginaste hacer. Un juego en el que solo sé perder, en el que soy la ficha que todos mueven a su conveniencia y desechan cuando ya no sirve. ¿Para qué vivir? Si no soy suficiente para nada ni para nadie. Soy un estorbo para la humanidad, una cosa sin valor.

   No sé qué es peor, si vivir sabiendo que se no sé es importante o morir pensando que se pudo serlo.

   Sin duda alguna no tengo respuesta para eso, soy una cobarde. Salgo del baño, me coloco una toalla, y me coloco un pantalón de algodón largo, para que cubra mis piernas. Me cepillo el cabello y con los ojos hinchados y aún llenos de lágrimas bajo las escaleras de mi casa en busca de una escoba para barrer el desorden que hice hace un rato en mi habitación, me detengo al escuchar la puerta. Son las tres de la tarde, Beatriz tiene llave y mis hermanas también. Extrañada me seco el resto de las lágrimas con rapidez y grito un fuerte..

  -¿Quién es?-

  -Petter-

   ¿QUEEEEE? ¿Y ÉL QUE HACE AQUÍ?

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  Hola, disculpen la demora, he estado muy ocupada. Ya casi termino las clases, y les prometo capítulos semanales.

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