Me despierto con el molesto chillido de mi despertador. Ya es lunes. Primer día de clases. Son las 5:45 de la mañana, estoy súper agotada no he dormido nada. Con mis ganas no existentes me levanto de la cama dispuesta a ducharme y arreglarme para ir al colegio. Mi último primer día en secundaria por fin llegó.
Me levanto, me dirijo al baño y me es inevitable pensar en los acontecimientos de ayer, bueno, hoy en la madrugada. ¿Quién será ese chico tan lindo? ¿Por qué me defendió? Mientras yo seguía cuestionando a mi subconsciente sin respuesta alguna sentí que me tocaban la puerta de mi habitación. Imaginé que era mi madre con otros de sus insultos o Melody con otra manipulación. Abrí...
-Hola cielito, buenos días- Ufff. Era Natacha. Ya la extraba.
-Hermana- le dije lanzándome a ella, hundiendo todo mi cuerpo en sus brazos. Necesitaba ese abrazo desde hace tres días. No la veo casi porque ella se va a trabajar muy temprano y yo estoy dormida y cuando llega igual estoy dormida.
Invité a mi hermana a qué pasara a mi habitación, no dejaba de abrazarla. Ya parecía koala.
-Cuéntame, ¿qué has hecho?- le conté todo sobre la pijamada con mis amigas, me repitió como siempre que ellas no eran amigas mías, que no confiara en ellas y bla bla bla. También le hablé de lo sucedido en la madrugada.
-OMG, Natti ¿Qué hacías tú a esas horas en la calle? ¿Estás loca? Te pudo haber pasado algo mucho peor- me preguntó mi hermana muy alterada para mí gusto. Se me hacía muy raro sentir ese tipo de protección. Mi mamá nunca me decía nada con respecto a nada. Sólo insultos y demás. Pero a todos en ésta casa le vale muy poco lo que yo haga con mi vida.
-Discúlpame hermana, es que me sentía rara y se me quitó el sueño y salí a caminar- le dije con la cara entre las piernas.
-No se te ocurra volver a salir así. ¿Qué te pasa? Te noto extraña- no podía negar que últimamente mi cara de velorio, pero no tenía la suficiente valentía para contarle a mi hermana los verdaderos problemas que habitan en ésta casa.
-Nada, sólo estoy nerviosa por mi primer día de clases- mentí.
-Bueno hermanita, ¿Sabes que te amo no?, Ya me tengo que ir a trabajar, cuídate mucho te amo- se despidió de mi.
Cuando salió de mi habitación no pude evitar sentirme triste, ella era mi adoración y sé que si le cuento las injusticias que suceden aquí diariamente las cosas cambiarían. Pero me da miedo que cambien a peor. No quiero que haya problemas entre mis hermana y mi madre, menos por mi culpa. Mejor me callo.
Ya estoy lista, son las 6:25am. Me aliso en cabello frente al espejo, me repito una vez más lo fea que soy y bajo a desayunar. Al entrar en la cocina veo que están las tres cosas que viven conmigo. Odio sentirme fuera de lugar, pero la verdad no pertenezco a este lugar.
-Buenos días- digo al entrar.
No hay respuesta. Totalmente ignorada. Bien.
Para no sentirme peor, y para no arruinar la hermosa mañana que tengo gracias a la visita emocional de Natacha, decido largarme sin desayunar. No puedo seguir viendo esas tres caras que solo me juzgan y me ven como el bicho raro.
Salgo de mi casa, y le envío un mensaje de texto a Rachel.
"-Buenos días, ya estás en el colegio?-"
"-Sí, ya estamos aquí-"
Acelero el paso, me voy caminando al colegio porque la verdad me queda bastante cerca. Diez minutos después ya estoy en la entrada del colegio. A lo lejos visualizo a Rachel y a Sophi.
-Hola chicas- saludo.
-Hola, amix- dice Sophi.
Hablamos sentadas en la cafetería unos quince minutos, hasta que suena el timbre y cada una se va a su clase. Yo tengo Física ahorita así que me voy al aula 25. Cómo mi día no es lo suficientemente malo, tengo que ver física a primera hora. Un lunes. Definitivamente no nací para ser feliz.
-Buenos Días chicos. Hoy como es el primer día sólo pasaré los planes de evaluación y nos conoceremos mejor- dice el profesor Martín. Me cae mal por cierto.
-Bueno, para empezar cada uno de ustedes levántese y diga su nombre, edad, ocupación favorita y dirección- dice de nuevo el profesor.
Yo no entiendo que tienen los profesores en la cabeza. Ellos creen que uno tiene siete años. ¿Para qué presentarse otra vez? Tenemos más de siete años estudiando con los mismos chicos y todos los años hacen la misma ridiculez.
-Hola, me llamo Natti Cepeda, tengo 15 años, me gusta bailar y vivo a tres calles de aquí- digo cuando por fin es mi turno.
Somos como cuarenta estudiantes en cada aula. Las presentaciones se tardan una hora como mínimo, es la primera clase y ya estoy cansada. Pero no me quiero ir a mi casa, prefiero estar aquí escuchando los mismos 39 nombres y apellidos de siempre. Justo cuando faltaba un solo estudiante noto que ese no lo conozco. Alguien nuevo.
Por costumbre siempre me siento en la parte de adelante, para tratar de escuchar las clases. Mientras pienso en la horrible vida, escucho una voz desconocida para estar en el colegio pero conocida porque la he escuchado.
-Hola, mi nombre es Petter, tengo 16 años, mi ocupación favorita es...- se queda en silencio y me ve directamente a mí- salvar a damiselas en apuros y vivo también a tres calles de aquí-
ES EL CHICO LINDO, EL CHICO DEL SUPERMERCADO. EL ESTUDIANDO CONMIGO...OMG.
No puede ser... ¿Qué hace él aquí? ¿Por qué me vio mientras hablaba? ¿Qué significa eso de salvar a damiselas en apuros?.
Mi día no podía ser peor.
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Conexión Inquebrantable
Genç KurguEste libro muestra la vida de Natti, una chica de quince años con un pasado turbio, un presente difícil y un futuro inefable. Ella conocerá el amor por primera vez, y éste amor la ayudará a combatir sus miedos interiores y exteriores. Él la salvará...