Capítulo 68 - ¿Cómo podía?

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ALANNA's pov

—¿Uff qué? —preguntó George.

Mi corazón latió muy fuerte, por unos momentos había pensado que John nos iba a ver abrazados.

—Ally —miré a John acercarse a mí. Lo abracé.

—John... ¿Qué fue lo que ocurrió?

—Sí era alguien armado —contestó el guardia que entró con ellos—, ya está detenido.

—Que loco... ¿Venía a hacer algo en específico? —preguntó Paul.

—Aún no sabemos.

John y yo nos miramos. Al menos todos estábamos bien.

Dirigí mi mirada después a Paul, que justo en ese momento, estaba siendo tomado del brazo por Linda. Estaba segura de algo, mi corazón lo sentía.

Paul le daría una oportunidad a la rubia.

[UN AÑO DESPUÉS]

PAUL's pov.

Londres, Inglaterra. Agosto 1967.

—¡Gracias! ¡Gracias! ¡GRACIAS!

—¡Cállate George! ¡De nada! —le grité después de regalarle todo mi sandwich.

—Mañana será un largo día —dijo Ringo saliendo de su baño.

—Oh por favor Ringo, cierra la puerta después de salir —reclamó John mientras se arreglaba en el espejo.

—¿A dónde vas? —le preguntó Georgie con la boca llena, después le di una palmada en la cabeza.

—Por Alanna. Le dije que saldríamos a cenar la última noche en Londres.

—Que bueno que te quitaste ese bigote —dije— te ves mejor así.

—A Alanna le gustó, pero, no sé por qué me lo quité —rió.

George me miró.

—Y a Linda ¿Le gusta?

—¿El bigote de John? —pregunté.

—El tuyo, tonto —dijo para darle una mordida a mi ex-sandwich.

—Sí, pero, creo que me siento un poco más cómodo sin él.

John se despidió de nosotros para ir con Alanna.
Había pasado un año desde la última vez en que ella y yo hablamos de nuestros sentimientos, pero, ¿Saben? Yo estaba bien.

Le di una oportunidad a Linda y ahora tenemos una relación de nueve meses.

No puedo negar que pienso en Alanna de vez en cuando, pero, en verdad estoy aprendiendo a querer a Linda. Aunque se siente extraño.

[AL DÍA SIGUIENTE]

—¡Llama a una ambulancia!

Comencé a reír a carcajadas.

—Desde ayer estás muy gritón George.

—¿Quién se muere porque le cae un platillo en el pie? —comentó John al mismo tiempo que le desordenaba el cabello al más chico.

—Bien, chicos —Brian entró al estudio—, ¿listos para regresar a Liverpool?

—¡Claro!

—Bien, pero antes de dejarlos salir del estudio, necesito que me digan su idea para el próximo álbum.

Nos miramos los cuatro.

—¿Por qué me miran a mí? Yo sólo toco la batería —dijo Ringo.

—La verdad pensamos en algo experimental... aún más experimental que Rubber Soul o Revolver —comento.

—Paul tiene escritas ya unas canciones.

—Excelente chicos, entonces, empezaremos a trabajar luego. Por lo pronto, tómense unas vacaciones.

Agradecimos a Brian con el alma, en serio, necesitábamos unas vacaciones como las que él nos iba a dar en esta ocasión.

Linda ya estaba en Liverpool, y le había prometido que en cuanto pudiera viajar, iría directamente con ella.

—¿Iremos en avión o en tren Paul?

—Prefiero el tren John. ¿Tienes ya todo arreglado?

—Sí. Le di unos euros a Ringo para que hiciera mis maletas, ayer llegué exhausto.

—Y muy calladito por cierto... ¿A qué hora llegaste?

—Casi no llego —empezó a reír—, llegué casi a las 4 de la mañana.

—John, ¿Por qué no te quedaste con Alanna?

—Oh, ella viajó muy temprano a Liverpool. Ya no aguantaba la emoción de regresar a nuestra ciudad.

—Ni yo la aguanto. Ir allá significa mucho para mí.

—Igual para mí Paul.

Llegamos a la casa 4 en 1 y esperamos unas horas para poder viajar a Liverpool.

[...]

La noche había atacado ya mi ciudad natal.
A Linda no le dije mi hora de llegada, para que fuera una sorpresa.

Simplemente le dije que esperara en mi casa.

El coche se detuvo justo en frente de mi hogar, quería llegar, saludar a mi rubia y descansar un poco.

Bajé del carro, con mi maleta que pesaba más que George a horas de la tarde después de haber comido ya cuatro veces.

Toqué la puerta.

—¡Hola Linda! —me acerqué para darle un beso y después abrazarla. Tuve una sensación extraña al hacerlo... no sentía fuerza en su abrazo ni el calor del recibimiento alegre. Me aparté de ella para mirarla—. ¿Linda?

—Paul —sus ojos se empezaron a poner llorosos.

—Linda ¿Qué ocurre?

—Paul, hace... pasa por favor.

—No Linda, dime primero qué sucede.

Tomó aire.

—Hace una media hora recibí una llamada de Londres Paul —la miré esperando respuesta—... Brian, Brian está muerto.

Un aire helado me recorrió todo el cuerpo, y estoy seguro que fue real esa sensación.
Mi corazón casi se detenía... ¿Cómo podía estar muerto nuestro mánager? ¿Cómo podía estar muerto Brian?

—¿¡Qué!? ¿Cómo? Estás mintiendo —ni siquiera entraba a la casa.

—Su secretaria llamó acá. Lo encontraron muerto en el cuarto de su hotel... al parecer, fue una sobredosis.

Miré hacia un lugar que no recuerdo, tenía la mente perdida.

—Y... Y... ¿John? ¿George? ¿Ringo? ¿Lo saben?

—A estas alturas ya debieron haber marcado a sus casas Paul.

—Linda, necesito buscarlos, disculpa.

Casi corrí. Tomé un taxi hacia la casa de John, la casa de siempre.

Todo el camino mi mente estaba en shock, prácticamente detenida por la noticia.

Hasta que miré hacia mí izquierda... la casa de Alanna.

—¡Alto! Aquí —no sé por qué le dije que se detuviera con Alanna.

Bajé del taxi después de pagar. Quedé frente a su casa y caminé, como muerto en vida.

Me acerqué más. Estaba justo por llegar a la puerta cuando ésta se abrió.

Mi amigo castaño estaba ahí, parado, ido, y con la mirada nos dijimos todo.

Fuimos el uno con el otro para abrazarnos.

Esto no podía estar pasando.

Piénsalo, Dos Veces (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora