«He visto duelos de espadas al atardecer. En tiempos donde las afrentas al honor se saldan en redes sociales y mediante juicios y abogados, estas fraternidades de la Élite conocen otro modo de ajustar cuentas.
Le llaman El Mensur y se practica solo entre caballeros, nunca contra un Goyin, porque ellos no merecen siquiera la atención de un Pura Sangre.
Cuando ha habido una afrenta, el afectado rompe su tarjeta de presentación frente al agresor. Ello implica siempre un duelo de espadas, a pecho descubierto, sin protección, donde el ganador será el que más cortes infrinja a su adversario.
El duelo se hace al atardecer, a las siete (la suma de los números 322) frente a La Tumba del Arcángel en Groove Street, con El Escriba como juez».
Corría como una loca subida a la bici, con el corazón en la boca.
Adrien le rompió una tarjeta a Claude la noche anterior. Me acordaba perfectamente.
Ambos sabían muy bien lo que eso significaba. Y yo no me quería ni imaginar a Adrien a pecho descubierto enfrentándose a Claude. No quería espadas de por medio, ni heridas, ni cortes... Pero ¡por Dios! ¿En qué época se pensaban que estaban?
Cuando entré en el cementerio revisé mi mapa mental hasta encontrar el Arcángel.
Corrí como si la muerte me pisara los talones y entonces lo vi, la estatua alada que vigilaba la paz del cementerio. Y allí vislumbré a dos chicos, con pantalones negros, sin camiseta, con las espadas de esgrima en alto con la punta descubierta. Eran Adrien y Claude.
No había nadie, solo ellos dos y un hombre, de pie, vestido con una túnica negra con capucha y una máscara blanca.
¿Era El Escriba?
Al atardecer... el sol se ponía, dejaba de alumbrar con sus rayos y lo sumía todo en una profunda oscuridad.
Cuando llegué hasta ellos, El Escriba había dado por empezado el duelo.
Irrumpí como un huracán para meterme en medio de los dos.
No soportaría que hiciera daño a Adrien. No. Ni hablar.
—¡Paren! —grité.
Adrien se dio la vuelta para mirarme con asombro, y en ese momento, Claude aprovechó y le cortó en el brazo.
Palidecí, pero El Escriba me agarró por el brazo con fuerza y detuvo mi avance.
—No te muevas de aquí. No interrumpas —me ordenó con voz rasgada.
—¡Marinette! ¡quédate ahí! —me gritó Adrien sujetándose el corte.
Adrien esquivaba la espada de Claude que quería aprovechar para cogerlo de nuevo desprevenido. Pero se agachó justo a tiempo.
Claude iba a la cara y al cuello. ¿Acaso era a muerte el duelo? ¿Pero qué locura era esa?
Sin embargo, algo sucedió.
Cuando pensaba que Adrien saldría perdiendo, después de esquivar tres azotes más de Claude, él saltó por los aires por encima de él y cuando cayó a su espalda, se agachó yle hizo una cruz en la espalda.
Me llevé las manos a la boca, abierta de par en par. Acababa de marcar a Claude con dos rajas enormes que se cruzaban, justo en el centro de su columna.
Claude gritó y se giró espoleado por la rabia. Perdió la gracilidad en sus movimientos y se convirtió en un salvaje.
Adrien bailaba a su alrededor, se movió sin dejar de apuntarlo con su espada, haciendo círculos.
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/ 03 / FUEGO INTERNO (+18 ADAPTACIÓN)
LosoweCreí haberlo visto todo, pero nada me preparó para New Haven. Todo me cogió por sorpresa: las hermandades, los duelos de honor, la existencia de fraternidades de Élite, y ellos, los Bones. Yo era la heredera de la sabiduría de Alya y me había jurado...