Barnes and Nobles
Mis dos mejores amigos, que eran extremadamente puntuales en todo, habían quedado a las once en la librería. Me lo comunicaron para que se me pasara el cabreo. Pero, aunque se me pasó el enfado, hubo otro detalle que provocó que me fuera a dormir aún más molesta.
Escribí a Adrien para decirle que esa tarde no podía quedar para realizar nuestros ejercicios de apnea, que tenía muchas tareas que hacer. Le expliqué un poco por encima cómo fue mi día, desde mi carrera en las pistas, hasta mi campana de Estadística.
Aunque, en realidad, el día que le conté era uno totalmente inventado, ya que omití mi encontronazo con Félix y también mi excursión a La Tumba. Durante toda la tarde él no me escribió. Hasta que recibí un mensaje a las once de la noche que decía en texto escueto:
De Assassin: Siento no haberte dicho nada hasta ahora. Llevo desde las cuatro estudiando en casa. Mañana examen.
Leí el mensaje unas veinte veces. Obviamente me mentía. Estuvo en La Tumba a las seis, y no sé a qué hora salió.
De Marinette: Ok. No pasa nada. Suerte mañana. Un beso.
La sensación de que te engañaran era muy desagradable, y con ella me acosté, pues Adrien tampoco incidió en seguir hablando conmigo. Tuve que tomarme las pastillas de hierbas para relajarme, pues no dejaba de pensar en él y en lo que acababa de ver en La Tumba. Y, como era normal, las pesadillas y los rostros de los enmascarados me persiguieron, entremezclándose y despertándome a medianoche.
Por la mañana, revisé el móvil, y tampoco había un mísero «buenos días» de Adrien. No entendía nada.
Le escribí para desearle suerte en el examen, pasando por alto su mentira, pues sabía que los Bones no debían revelar sus secretos ni sus actividades, así que en parte, le comprendí, aunque me doliera. Pero yo también le mentía, por tanto, no estaba segura de creerme con el derecho a hacer un desplante.
Con toda la confusión, Mario, el delegado de mi clase me avisó de que la profesora de Medicina Legal era baja por gripe. Así que, fui a clase a primera hora y a las nueve me tomé un descanso. Pues mi última clase era a las doce y en esas horas no tenía ninguna asignatura.
Fui a la Biblioteca Sterling, me senté en una mesa aislada y puse al día mis apuntes y todos los ejercicios de la semana. De vez en cuando miraba el móvil negro esperando que sonara para saber noticias de Adrien, pero no recibí nada.
Tenía que dejar de pensar. Debía intentarlo, relajarme, distraerme. Por eso tomé esa decisión. Yo, que estaba en contra de la alcahuetería y el andar tonteando, me fui a Barnes and Nobles para estar ahí a las once y, comprobar, en primera persona, que Luka y Chloé cumplían su palabra.
Los vi entrar en punto.
Me oculté en una de las estanterías de la sección de cómics, y desde ahí pude controlar cada uno de sus movimientos. Ella llevaba sus botas de tacón alto, unos tejanos desgastados estrechos que le marcaban la espléndida figura que tenía, y un jersey negro de cuello alto que cubría con una chupa que, sabía, porque la compró delante de mí, que le había costado medio riñón. Se había recogido el pelo rubio con unas trenzas laterales pegadas al cráneo que la hacían parecer algún tipo de celebridad.
Sonreí, y no pude dejar de apreciar su belleza. Se había puesto más guapa si cabía para encontrarse con Luka.
—Qué tonta enamorada es... —susurré.
Él la precedía. Él... ¿Qué se había hecho en el pelo? Se había peinado la cresta blanca y cortado los laterales de la cabeza al uno. Luka había llevado un piercing en la ceja que últimamente ya no se ponía, pero aquel día sí. Era un aro negro con una bola plateada, como sus ojos. Era un bandido y sexy personaje salido de las fantasías mangas y animes de las más fanáticas.
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/ 03 / FUEGO INTERNO (+18 ADAPTACIÓN)
De TodoCreí haberlo visto todo, pero nada me preparó para New Haven. Todo me cogió por sorpresa: las hermandades, los duelos de honor, la existencia de fraternidades de Élite, y ellos, los Bones. Yo era la heredera de la sabiduría de Alya y me había jurado...