Aquella noche soñé con inmersiones y besos húmedos debajo del agua. Soñé con caricias y caricias que no acabaron por consumar lo que de verdad quise haber hecho con él. La última vez que Adrien y yo hicimos el amor fue el sábado por la noche y parte del domingo. Pero desde entonces, tuvimos muchos besos, muchos mimos, muchos abrazos y manoseos desvergonzados e indiscretos, pero no tenía lo que yo quería.
Quería sentirle. Y quería sentirme con él como solo él podía lograr que me sintiera. Adoraba sus besos narcóticos, y me volvían loca sus abrazos y sus roces que fingían ser descuidados, aunque estuvieran llenos de intención.
Pero hacer el amor... el sexo con él... era increíble. Adrien había despertado una parte de mí que desconocía, y ahora era incapaz de tranquilizarla y devolverla a su jaula.
A pesar de lo loca que me volvía mi profesor, tenía muy presente sus directrices y sus consejos.
Inhalar y exhalar lentamente desde el diafragma durante dos minutos hasta sacar la última gota de aire en cada exhalación. El objetivo era oxigenar mis células y después al exhalar, tenía que empujar la punta de mi lengua contra mis dientes, creando una válvula que ayudara a liberar el aire controladamente.
Después, debía eliminar el dióxido de carbono de los pulmones con expulsiones fuertes y poderosas. Tenía que acostumbrar a mi cuerpo a funcionar sin aire. Y debía empezar haciéndolo un minuto y treinta segundos. A continuación, aprendería a semipurificar los pulmones para que se acostumbraran a estar más tiempo sin aire, hasta los dos minutos y medio.
A mí me parecía una barbaridad, pero el modo en que Adrien me lo explicaba hacía que lo comprendiera y que creyera que era capaz y que era posible conseguir una apnea aún mayor. Y eso haría cada noche, hasta ir aumentando el tiempo.
Por la mañana amanecí con mucha energía debido a los ejercicios de oxigenación y respiración que había realizado con Alix durante la noche. Y también a todo lo practicado con mi irresistible torturador.
—Mierda, me siento mareada —dijo Alix sentándose en la cama con sus pelos locos apuntando en todas direcciones.
—Es porque hiperventilaste mucho —le señalé acercándome a ella mientras me lavaba los dientes. Me había levantado antes para preparar mi bolsa de educación física—Practicaremos todas las noches, Alix. Van a tener que esforzarse mucho para dejarnos atrás.
Ella se pasó la mano por la cabeza y sonrió al verme.
—Estás brillante. ¿Acaso Adrien te dio cera ayer?
—Pues no —contesté yo—. De todo menos cera —me dirigí al baño.
—Vaya mierda de profesor Miyagi que tienes.
—Alix San —le dije desde el espejo del lavamanos—, esa boca.
—¿Te deja marcas por todos lados y no te da un bueno revolcón? ¡Ja! —exclamó dejando caer todo su cuerpo sobre la cama, fijando sus ojos en el techo de la habitación—. Eso me suena a provocación.
—¿Provocación? —me enjuagué la boca y me la sequé con la toalla. Después abrí el armario y elegí qué ropa iba a ponerme—. ¿Provocación de qué?
—Te está calentando.
—¿Qué dices? —la miré por encima del hombro mientras escogía un jersey ancho de Tommy azul, rojo y blanco—. Es muy estricto. No quiere que pierda la concentración. Las pruebas son muy serias, Alix.
—Sí, sí... ya, ya —se dio una palmada en la panza—. Novata, qué poco sabes —me increpó—Te está calentando... Te enseña, pero no te da. Quiere tenerte bien a punto y cuando se te eche encima. Como el león que persigue a su presa y aunque sabe que la tiene, prefiere jugar con ella para que la adrenalina se le dispare y la carne sepa más gustosa cuando le hinque el diente.
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/ 03 / FUEGO INTERNO (+18 ADAPTACIÓN)
De TodoCreí haberlo visto todo, pero nada me preparó para New Haven. Todo me cogió por sorpresa: las hermandades, los duelos de honor, la existencia de fraternidades de Élite, y ellos, los Bones. Yo era la heredera de la sabiduría de Alya y me había jurado...