Mashiho P.O.V
Abrí la cuarta lata de cerveza de la noche. Sabía que no era una buena idea continuar bebiendo, pero durante la fiesta del barrio no había otra cosa que hacer. No me gustaba el sabor amargo de la marca que Jihoon había comprado, aunque cualquiera me hubiera dicho que estaba mintiendo por la velocidad en la que bebía. Estaba sentado en un bordillo, no muy lejos del escenario donde había un grupo desconocido por la mayoría tocando música escandalosa. Jihoon impidió con su mano que mis labios tocaran la lata.
- ¿No crees que es suficiente? - preguntó.
Tenía razón, y tanto que la tenía. Pero no quería parar, porque todavía no me lo estaba pasando bien. Cada vez me costaba más concentrarme y la visión se me nublaba, pero tenía claro que no iba a vomitar. Ese era mi límite. Ignoré a mi compañero y pegué otro sorbo, él hizo lo mismo negando con la cabeza.
- Tendrías que ir con más cuidado, hoy no puedo llevarte a casa, ya lo sabes - me recordó.
No "me llevaba a casa" técnicamente. Simplemente me acompañaba hasta el portal, cosa que yo veía totalmente innecesaria porque podía cuidarme por mí mismo. Haruto se acercó a nosotros con un algodón de azúcar que había ido a comprar en un puestecillo bastante alejado, donde la parte pobre no lo era tanto.
- Esto es un rollazo. La música es un asco, la mayoría de nuestra clase ha decidido irse a otra ciudad, se nos ha acabado el dinero... Además, parece que en cualquier momento vaya a llover - se empezó a quejar.
Era un experto en quejarse. Para haber pasado toda su vida en una casa casi en ruinas con una madre que cobraba mucho menos del sueldo mínimo, era muy poco conformista. A parte de eso, tenía un don para que las personas externas le solucionaran sus problemas. Yo solía ser una de esas personas.
- ¿Por qué no llamas a alguien? Eres el único que tiene móvil - me pidió.
Era un móvil que tenía toda la pantalla rota y que funcionaba a duras penas, pero al menos podía llamar y enviar mensajes. A Jihoon se le había destrozado unos siete meses atrás y todavía no había recolectado el dinero para comprarse uno nuevo. Haruto, en cambio, ni siquiera había tenido uno todavía. Jihoon le dio un golpe en la espalda para reconfortarlo.
- Bueno, chavales, yo me abro. Tengo que ir a cuidar de mi hermano pequeño y mi madre se enfadará si no voy rápido - dijo antes de despedirse -. Haruto, cuídalo bien que ya sabes como se pone cuando bebe de más.
Mi amigo asintió sin yo entender a que se refería. De todas formas, sin él ya estaba claro que la fiesta no iba a mejorar demasiado. Por eso, saqué mi móvil y busqué las opciones que teníamos. No eran demasiadas.
- Siento decirte que no tenemos muchos amigos - declaré.
Haruto puso una expresión de decepción y se sentó a mi lado. De pronto, se escuchó el sonido de la notificación. Eran casi las once de la noche, por lo que no era normal que recibiera un mensaje a esas horas. Me sorprendí aún más al ver que se trataba del chico que había ido a mi casa hacía ya unos días. Era la primera vez que me hablaba, así que tuve que deducirlo por su foto de perfil, donde salía subido encima de unos de sus amigos. ¿Hyunsuk se llamaba? Él de las bambas auto-diseñadas.
- ¿Quién es? - preguntó Haruto, también curioso.
- ¿Te acuerdas de aquellos chicos que les hicimos un tour por el instituto? Junkyu se llamaba - le contesté.
- Ah, sí, aquel que te encontraste cuando le estaban dando una paliza.
Naturalmente les había explicado los acontecimientos de ese día y Jihoon me había dejado muy claro que ese chico no le daba buena espina. Era normal, no solían gustarle los desconocidos que se acercaban a mí y desconfiaba de la mayoría de personas.
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La verdad I Mashikyu
RomanceLos recuerdos de él paseaban por su mente sin poder desaparecer, permanentemente en su cabeza. A pesar de que tampoco quería olvidarlo, tampoco iba a ser capaz jamás de reencontrarse con él, a no ser...