Junkyu P.O.V
Me vestí con la ropa más discreta y antigua que encontré en mi gran armario. A veces guardaba prendas de ropa viejas por los recuerdos que me traían, como las que mi madre me compraba, pero nunca pensé que iban a ser tan útiles en una situación así. Cogí unas tijeras y rompí deliberadamente el tejido de las rodillas, así llamaría menos la atención en aquellos barrios. También cogí una gorra para taparme la cara por si alguien me reconocía durante el camino. Si mi padre me hubiera visto así, lo más seguro era que ni me dejara salir de casa. Por suerte, trabajaba casi todo el día y solo pasaba por casa de vez en cuando. Además, los criados llevaban trabajando con nosotros más de diez años, por lo que sabía todos los trucos para escabullirme y que ellos ni lo notaran.
Caminé hasta encontrar el instituto de nuevo. Hacía dos semanas que no pasaba por esas calles. Recordar ese olor y esa incomodidad no fue demasiado agradable, pero tenía que acostumbrarme si quería volver a verlo. Me escondí en el mismo lugar de la otra vez, esperando a que llegara la hora de que saliera. De nuevo, el timbre sonó antes de lo usual y los chicos salieron en estampida por la puerta, ansiosos por escapar de ese edificio que parecía una cárcel. No tardé en localizar a Mashiho, dicen que cuando quieres a una persona la puedes encontrar en una multitud perfectamente. Me preguntaba si sería ese el caso, porque yo solo podía ver su sonrisa rodeada de desconocidos. Al prestar más atención, observó que sus habituales amigos le acompañaban, pero parecían estar despidiéndose de él.
- Me voy corriendo o no llegaré al partido - informó Haruto antes de marcharse corriendo con la mochila balanceándose de un lado a otro.
Deseé que el otro chaval también se separara de mi objetivo, así podía perseguirle tranquilamente. Pero no ocurrió y ambos empezaron a caminar por la calle más tenebrosa que había mientras yo les seguía a una distancia respetable para que no se dieran cuenta.
Afortunadamente, después de cinco minutos, Jihoon se separó de su amigo, ya que su casa estaba en otra dirección. Se fue por un camino un poco más iluminado mientras que Mashiho y yo seguíamos andando por las calles oscuras que ni siquiera sabía que podían existir en esa ciudad. Supongo que en todas hay una parte así. Caminamos durante diez minutos hasta que él entró a un pequeño supermercado para hacer algunas compras. Yo esperé afuera tranquilamente, pero noté que un grupo de tíos me miraban y eso hizo que me tensara. Bajé la cabeza para no llamar la atención, pero eso me hizo parecer una presa fácil. Se acercaron a mí con aire amenazador.
- Oye, tú, ¿No eres de por aquí, verdad? - me preguntó uno de ellos casi gritando.
Quería pedirle que bajara la voz, porque no quería que Mashiho me descubriera, al menos antes de ver donde vivía. No les contesté, simplemente ignoré su mirada.
- ¡Eh! ¿Eres tontito o qué te pasa? Contestame, imbécil - ordenó.
Negué con la cabeza. Si mentía me habrían descubierto al instante, así que ninguna opción era buena, realmente.
- Ya me lo imaginaba ya. Anda, saca todo lo que tienes antes de que te peguemos una paliza - me amenazó.
Me había asegurado de no llevar nada de valor por si esa situación ocurría. Si iba a ir sólo, tenía que prepararme bien. Saqué mis bolsillos vacíos hacia fuera, ni siquiera llevaba el móvil.
- ¿Me estás vacilando, verdad? Aunque quieras fingir que no eres un niño rico, no cuela - dijo, cada vez más cabreado.
Tal vez no había sido buena idea ir con las manos vacías. Si le hubiera dado un poco de dinero a lo mejor me hubiera dejado tranquilo a la primera. Uno de sus amigos me analizó de pies a cabeza y le susurró algo a su compañero, el cual sonrió como si hubiera encontrado oro.
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La verdad I Mashikyu
RomansaLos recuerdos de él paseaban por su mente sin poder desaparecer, permanentemente en su cabeza. A pesar de que tampoco quería olvidarlo, tampoco iba a ser capaz jamás de reencontrarse con él, a no ser...