Capítulo 1. El reencuentro más inesperado

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Junkyu P.O.V

- ¡Has perdido! ¡Te toca a tí! - chilló Hyunsuk exitoso al ver que volvía a ganar gracias a sacar tijeras de nuevo.

Mis amigos empezaron a gritar entusiasmados, aprovechando que la sala del karaoke estaba insonorizada y no les podían escuchar. Empecé a arrepentirme del momento en que acepté ir al karaoke con esos escandalosos. Y más aún el momento que estuve de acuerdo en jugar en su ridículo juego. Siempre acababa perdiendo piedra, papel y tijeras, no sabía ni por qué lo intentaba.

- Vamos a hacerlo otra vez - intenté convencerlos.

Todos negaron con la cabeza y con las manos. No había nada que hacer. ¿Por qué tenía tan mala suerte?

- No intentes escaquearte como haces siempre. Venga, no arruines la tarde - empezó a decir Jeongwoo.

Mis compañeros podían ser de lo más insistente e irritable que había cuando querían conseguir algo. Aunque eso era algo que teníamos en común. Bebí un trago de mi cola y la volví a dejar en la mesa con un sonoro ruido, intentando aparentar ser una persona determinada. A pesar de que era alguien muy animado rodeada de mis mejores amigos, relacionarme con desconocidos siempre había sido algo muy complicado para mí. Por eso, era un castigo ridículamente adecuado.

- Lo que hemos dicho - repitió Asahi -. Entras a una sala aleatoria, buscas a alguna chica y le pides el número.

- ¿Y si esta acompañada por su novio?

- Entonces, te echaremos mucho de menos, compañero - bromeó Jeongwoo, aunque no me hizo demasiada gracia.

- ¿Y si solo hay chicos? - pregunté de nuevo, cada vez más nervioso y con la voz más temblorosa.

- Pues se lo pides a uno de ellos - dijo Hyunsuk -. Estamos en el siglo XXI.

- Como mi padre vea que llego a casa con un ojo morado, no va volver a dejarme salir con ninguno de vosotros - avisé.

Y no mentía. Todos ellos formaban parte de la misma clase social que yo, pero mi padre seguía creyendo en los límites y la importancia de la distancia. Eran mis amigos, pero no podía confiar en ellos. Porque en el mundo del dinero, cualquiera te podía traicionar. Pero eso era lo que mi padre creía, y mi visión, después de pasar años junto a mis colegas en el instituto al que insistí acudir, era muy distinta. Aunque en ese preciso instante, los odiaba con todo mi ser.

- Si me rechazan, daré la misión como cumplida y me marcharé, ¿De acuerdo? - aclaré, antes de abrir la puerta para cometer una estupidez de la que seguro me iba a avergonzar.

- No seas pesado y ve ya - me dijo Hyunsuk mientras me empujaba débilmente hasta la salida.

Aún no del todo convencido y con las manos en los bolsillos para ocultar mi temblor, entré en la sala que ya estaba siendo ocupada por otros clientes. Estaban cantando una canción de Big Bang a todo pulmón, y tardaron en darse cuenta de mi presencia. Observé uno a uno con precaución, intentando buscar una figura femenina entre las luces de discoteca que distorsionaban mi visión. El primero que me miró fue un chico alto y de pelo negro. Era increíblemente atractivo, lo que me hizo pensar que me había topado con unos famosos y eso hizo que mi nerviosismo aumentara esporádicamente. Luego analice a los otros dos. Uno estaba encima de la mesa, gritando y saltando descontroladamente. Mientras que el otro lo animaba desde el sofá bebiendo su batido con su pajita. Todos chicos y más o menos de mi edad. La peor opción posible. Quería que la tierra me tragara en ese mismo instante, pero, desgraciadamente, mis "amigos" habían empezado a darme pequeños golpes en la espalda para que cumpliera con mi castigo.

La verdad I MashikyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora