Broken Heart

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Preparen pañuelos porque se vienen llantos.

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❝ 𝑾𝒐𝒖𝒍𝒅 𝒚𝒐𝒖 𝒃𝒆 𝒂𝒃𝒍𝒆 𝒕𝒐 𝒃𝒓𝒆𝒂𝒌 𝒎𝒚 𝒉𝒆𝒂𝒓𝒕? ❞
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Volkov se encontraba bastante nervioso por lo que iba a hacer el día de hoy, ya habían tenido varias salidas Jack y él pero claro que solo salían como amigos: la típica salida al bar o a tomar un par de copas en casa de alguno de los dos. Aún así, se atrevería a decir que su superior tenia sentimientos ocultos por él ya que, había que ser bastante ciego para no notar esas miradas que le dedicaba cuando se encontraban los dos en los vestidores o, simplemente las sonrisas que únicamente salían de su rostro cuando Viktor estaba cerca.

Entró a comisaria y con ese acento ruso que ya era conocido por la mayoría de la malla habló por radio: -Aquí comisario Volkov, entro en servicio-.

Tomo la puerta que lo llevaba en dirección al despacho del superintendente y antes de entrar suspiró, sintiendo un pequeño temblor en sus mano derecha que le empezaba a incomodar es que joder, ya sabía que estaba nervioso, no hacia falta que su puto cuerpo reaccionará de esa manera y todo por el viejo decrépito que se encontraba en el interior del despacho.

Sin darle tanta mente porque sabía que si lo hacía se terminaría arrepintiendo como el cobarde que era, tomó el pomo de la puerta y lo giró mientras hablaba en un tono de voz suave que solo salía cuando estaba con el mayor: -Conway, ¿puedo pasar?- preguntó sin adentrarse por completo al despacho, esperando una respuesta afirmativa.

-Que si coño, entra ya, anormal.- Habló como siempre Jack con ese tono gruñón y malhumorado que siempre cargaba aunque, por dentro se sentía igual o más nervioso que el ruso que tenía en frente y es que, ya era algo normal por parte de su cuerpo el hecho de que al ver esa cabellera platinada se empezaran a tensar todos sus músculos.

-Ehm... Y-yo, tengo que decirle algo muy importante Conway- Se cargó de valor y tomó aire, dando se ánimos mentalmente a si mismo, sabía que el superintendente aceptaría sus sentimientos por que si no, ¿qué otro motivo habría para que lo hubiese tomado por la cintura días atrás mientras se encontraba pasado de copas? o ¿por qué motivo lo cogería de la mano cuando pasaba por situaciones duras como lo fue el secuestro de Ivanov?

-Yo... es decir... Sabe que toda la vida he estado a su lado como la persona fiel que considero que soy y, por primera vez en mi puta vida he decido tomar las riendas de mi vida para de una vez por todas enfrentar mis sentimientos y c-coño... No sabe cuanto me ha costado llegar a está conclusión: Conway... usted me gusta, y jamás pensé que diría que el amor es un sentimiento que vale la pena conocer porque, solo Dios sabe la de veces que he sufrido por amar a alguien o por simplemente llegar a tener un afecto especial por alguien...- Mordió su labio inferior y apretó sus puños con fuerza, sentándose en la silla que quedaba justo enfrente del escritorio de Conway, donde actualmente el mayor se encontraba observándolo fijamente con las manos cruzadas

-Q-quisiera ser yo quién lo acompañe cuando lo vea desfallecer, quisiera ser yo a quién le deba sostener la mano cuando sienta que no pueda más porque, quiero conocer a ese Jack Conway que se esconde detrás de esa muralla de "soy un puto amo, nadie puede conmigo y soy más que tu" porque Conway, ambos sabemos que usted no es así, y lo he podido comprobar desde que adoptó a ese pequeño cachorro que nos encontramos un día patrullando. El cachorro estaba mal herido y usted se tomó tres horas de su vida en curar herida por herida, diciendo entre susurros enfurecido quien podría hacerle algo así a un ser tan indefenso como lo era Ivadog, y todo el día se quedó al lado del cachorro, prometiendole que jamás dejaría que alguien lo volviese a dañar, que usted estaría ahí para cuidarlo... -Esbozó una pequeña sonrisa al tener ese recuerdo en su mente, aún recuerda esa sensación de ternura que le dio cuando lo vio quedarse en el sofá de su casa con Ivadog en brazos.

-¿Sabe? Ese día me enteré que los humanos pueden sentir envidia de un animal y es que... Yo q-quería ser ese cachorro, quería ser yo quien estuviese entre sus brazos y quería ser yo a quien le estuviese dedicando esas palabras tan hermosas. Descubrí que mis incendios se avivaban con tú ausencia, que tu voz era un tifón que se llevaba mi tormenta y tus palabras el oasis donde ahogabas mi conciencia.- Le costó, jamás podría negar que le costó como nunca abrirse así a alguien y quizá era porque nunca lo había hecho antes sin ser su madre quien estuviese hablando con él, y se sentía como el puto cielo ahora que había soltado todo lo que guardaba en su pecho.

-A ver mariconetti, ¿me estás diciendo que te gusto? te podrías haber ahorrado ese puto discurso de mierda porque, no soy homosexual, ni tampoco me gustas Volkov, así que por favor, sal de una puta vez de mi despacho y no vuelvas a no ser de que sea algo importante ah y por favor, jamás me vuelvas a llamar por mi nombre o apellido, soy superintendente para ti.- Habló el pelinegro con destellos blancos en su cabello, utilizando el tono de voz más gélido que Viktor había escuchado en su vida. Ahogo el sollozo que amenazaba con salir de su garganta y alzó su cabeza, la cuál se encontraba gacha, soltándole una sonrisa a su superior con una mirada triste, jamás pensó que ese fuera el resultado de aquella situación pero aún así, no le daría el gusto al superintendente de verlo llorar por él, por más de que su corazón con cada segundo que pasase se destrozaba más y más, como un edificio cayendo a pedazos.

-Disculpe superintendente, no se volverá a repetir.- Y salió, salió de esa oficina que de ahora en adelante se convertiría en la definición de infierno para él, huyendo del que había considerado el amor de su vida, con su corazón hecho mil trozos, tomando esos trozos con sus manos y sin saber como cojones volvería a reconstruirlo. Ahora recordaba porque no se abría con las personas, era alguien tan débil e inútil que no soportaba un simple rechazo.

Abrió la puerta que conducía a los vestidores y al no estar mirando al frente para así poder evitar que vieran sus lágrimas, chocó con un cuerpo que se le hacia desconocido, alzó el rostro para seguido de esto encontrarse con el rostro de Greco, quien lo miraba desconcertado al ver lágrimas en el rostro de ese ruso frío y cerrado que siempre trataba de no demostrar sus emociones.

-¿Volkov? ¿Está bien?- Le susurro con una voz cálida, amable y reconfortable: justo la que él había utilizado al expresar sus emociones minutos atras a Conway. No pudo evitar romperse delante de Greco, y es que, apesar de lo sucedido con Lamar, habían logrado arreglar sus diferencias y su relación había vuelto a ser lo que era antes: confianza y complicidad.

El de cuerpo robusto y barba abundante, rodeó con sus brazos a Viktor y empezó a acariciar su cabello con delicadeza, susurrandole que ya había pasado todo, aún sin saber por qué cojones su ruso estaba de esa manera, juraría que cuando se enterase de que había pasado con Volkov, le partiría el cuello a quien lo hubiese lastimado de esa manera.

-Y-yo, ya no quiero sentir Greco, jamás debería haberme permitido sentir algo, ¿así se siente tener un corazón? porque si es así, ya no quiero tenerlo, necesito sacar esa cosa de mi pecho, quiero dejar de sentir esto.- El otro comisario lo animó a salir de servicio junto con él, informó por radio que procederían a hacer un 10-10 Volkov y él.

-Anda, vamos a casa y me cuentas que ha pasado. No se que sucedió pero, Volkov, eres alguien fuerte, la persona más maravillosa que he conocido en toda mi puta vida y, no solo por lo que sea que hallas vivido debes decir que no quieres sentir, porque, si supieras lo que yo siento en estos momentos, te darías cuenta que es lo más hermoso que hay en el mundo el hecho de tener la capacidad de sentir algo.- Le habló el barbado mientras acariciaba la mejilla del peli-blanco y secaba una lágrima que había empezado a deslizarse sobre esta.

Fue entre copas, llantos, abrazos y palabras de consuelo que concluyó la noche: con Volkov en brazos de Greco, abrazados en la casa del peli-castaño mientras este escuchaba como los pequeños sollozos de Volkov empezaban a cesar y daban paso a unos ronquidos suaves que venían de su boca.

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❝ 𝑰𝒔 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒘𝒉𝒂𝒕 𝒕𝒉𝒆𝒚 𝒄𝒂𝒍𝒍 𝒇𝒆𝒆𝒍𝒊𝒏𝒈? 𝑾𝒉𝒚 𝒅𝒐𝒆𝒔 𝒊𝒕 𝒉𝒖𝒓𝒕 𝒔𝒐 𝒎𝒖𝒄𝒉? 𝑾𝒉𝒚 𝒅𝒐 𝑰 𝒇𝒆𝒆𝒍 𝒕𝒉𝒊𝒔 𝒘𝒂𝒚? 𝑰 𝒅𝒐𝒏'𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒕 𝒕𝒐 𝒇𝒆𝒆𝒍 𝒂𝒏𝒚𝒎𝒐𝒓𝒆. ❞
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1485 Palabras.

Volkway - OneShots.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora