15. El juego de la oscuridad

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Entrecerré los ojos tratando de ver con más claridad y pude distinguir al hombre que miraba el auto de Seven fijamente, como si se tratara de una presa. Me estremecí al ver el hacha que llevaba en una de sus manos, arrastrándola sin dificultad. El chirrido que producía era espeluznante.

—Oye, tú. —Seven dio un paso al frente, dejando de un lado al chico bromista para convertirse en el agente intimidante.

No había ningún signo de duda en su rostro, su voz firme me hacía saber que iba a pelear si era necesario. Eso me parecía una completa locura teniendo en cuenta el gran hacha que llevaba ese hombre consigo.

Seguimos observándolo, pero no hubo respuesta. El anciano continuaba mirando el auto de Seven sin parpadear. Empezaba a memorizar más su rostro, su larga barba blanca y su nariz puntiaguda. 

—No me obligue a dispararle. —Seven sacó el arma que llevaba en su cintura.

Al parecer, siempre la llevaba consigo. Durante todo el camino no me había percatado de que la traía. ¿Cómo la ocultaba tan bien?

Aún estábamos a unos metros, ninguno se atrevía a acercarse. 

—No quiero tener que hacerlo. —Alzó la pistola, apuntando a la cabeza del hombre—. Voy a contar hasta tres. 

—¿D-De verdad vas a disparar? —pregunté sin poder creerlo—. Debe tener cerca de setenta años, la diferencia de armas es grande. Podrías sólo...

—Prefiero ser el victimario a ser la víctima —afirmó sin bajar la pistola—. Si no se va ahora...

En ese momento, un fuerte ruido se oyó. El anciano alzó su hacha por encima de su cabeza y la hundió en el suelo, produciendo un estruendo. No dañó el auto, no le apuntó a nadie, sólo dio un golpe seco. 

Seven y yo nos miramos sin entender. Aún así, el hombre no despegaba la mirada del auto. Sólo segundos después, levantó la cabeza lentamente hacia nosotros, sonriendo de una manera escalofriante, como si supiese algo sobre ambos. 

Tomó el hacha con una mano y puso otra en su espalda. Se dio la vuelta tranquilamente y empezó a caminar dando un suave silbido. Ninguno de los dos reaccionó, sólo observamos como el anciano se alejaba entre las sombras hasta perderlo de vista. 

El chirrido del hacha se dejó de oír, fue entonces cuando decidimos acercarnos. 

—¿Qué fue... eso? —Seven estaba parado frente a su auto mirando en la dirección a donde se había ido el hombre.

Miré al suelo y noté el rastro del filo del hacha que había quedado. 

—No lo sé, pero me gustaría averiguarlo.

Seven se acercó rápidamente a su 'bebé' y lo revisó. Suspiró aliviado al comprobar repetidas veces que no tenía ningún rasguño. 

—Yo también estoy bien, gracias —dije con sarcasmo antes de intentar abrir la puerta. 

Al tocar la manilla pude ver una nota de papel escrita con tinta negra.

"Mira la ventanilla."

Alcé mi vista casi dando un brinco por el susto y noté que habían escrito algo con sus dedos, pero no había suficiente luz para leerlo. Saqué mi teléfono y encendí la linterna.

"¿Él ya leyó la nota del limpiaparabrisas?"

Miré a la dirección de Seven, que sostenía un papel en la mano. Me acerqué lentamente por detrás y me paré de puntillas para leer su nota. 

"Veo que te gustan los juegos, nunca deberías dejar tu humor. Puedo ayudarte, búscame. Sé más de lo que crees, Sa..."

No terminé de leer porque él arrugó rápidamente el papel con la palma de su mano y luego lo tiró por los árboles. Se llevó las manos al rostro y ahogó un grito. 

Represión «Mystic Messenger» [Saeyoung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora