37. No confíes en su sonrisa | Día 6º |

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Día 6: No confíes en su sonrisa.

Saeyoung tenía una maliciosa sonrisa dibujada en el rostro. 

Pero eso no me sorprendía. A quien no podía dejar de observar, dejando de lado por lo bien que el traje de mozo resaltaba su atractivo, sino por la incredulidad, era Jace. Por supuesto no era tan amplia como la icónica sonrisa del pelirrojo que hoy se veía como un auténtico príncipe con su traje de gala. 

El pelinegro desapareció de nuestro campo visual cuando se perdió entre el largo camino trazado en el suelo al recibir una llamada. 

El papel de Saeyoung en esta misión era de encubierto llevándome a mí como su acompañante. Todo a petición de Jace, quien no había abierto la boca para nada más que advertirnos sobre lo riesgosa que era la misión. 

—Creo que voy a morir —musitó Saeyoung—. Me duelen los dedos de escribir tanto...

A pesar de ello, continuó tecleando sin rendirse hasta hallar la contraseña de la caja fuerte que se encontraba en medio de la gran mansión a la que entraríamos. Seguía sin poder creer el tamaño de la "casa" delante de nosotros, en cambio, para los dos agentes que estaban a mi lado no era un gran lujo. 

Eve, o como ella quería ser llamada, Ojo de Halcón, Saeyoung y yo estábamos en el jardín trasero de la mansión esperando por órdenes. 

—¡Lo tengo! —Seven ajustó su corbatín, listo para la acción—. El código es, recuérdenlo bien, por favor. Es de vital importancia que no olviden estos números. ¡No los vayan a olvidar! La secuencia es fundamental. Si la olvidan...

—Cero, seis, ocho, nueve, tres, uno, uno. —Eve se adelantó echándole un vistazo a la computadora con impaciencia y hastío. 

Los pasos de Jace resonaron en el solitario jardín, indicándonos que ya era el momento. A pesar de no tener un papel importante, la idea de estar mezclada entre personas que probablemente eran enemigos me perturbaba. 

—Cero, seis, ocho, nueve, tres, uno, uno —repitió su superior en voz baja—. Entren —ordenó. 

Entonces los dos agentes se encaminaron hacia la entrada. Eché mis bucles hacia atrás para que no estorbaran y alisé los pliegues de mi vestido platino. Saeyoung extendió su brazo hacia mí como un caballero a la espera de un baile, pero sentí una mano posicionada en mi hombro.

Una mano que no era de Saeyoung. 

Al voltear me encontré con los brillantes ojos de Jace acompañados de la débil sonrisa que tenía en el rostro desde el día anterior. 

—Querías saber lo que me dijo Rutherford, ¿verdad? —Mantuvo sus dedos sobre mi hombro. Asentí—. No puedes dejar que el odio nuble el juicio de tus acciones. Eso puede llevar a la muerte de tus compañeros, o a la mía misma. Y esto te digo yo a ti: Sigue mis órdenes. No bajes la guardia. Nunca, nunca, reveles tu identidad. Ya mataste una vez, si lo haces una más para protegerte, siempre tendrás un respaldo. 

Entonces señaló a Saeyoung con disimulo. Después volvió a centrarse en mí y continuó:

—Esa es la diferencia entre tú y yo, siempre tienes alguien cuidándote las espaldas.

El pelirrojo nos miraba con desconfianza desde su posición.

—Ahora ve —ordenó antes de darme un leve empujón hacia Saeyoung. 

Represión «Mystic Messenger» [Saeyoung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora