40. La realidad a la que nos enfrentamos

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Leonor.

—Cada vez que te veo, siento que tengo un motivo para no rendirme. Me das la fuerza que necesito sin siquiera buscarla. Pero a la vez, soy débil si estás conmigo. Creo que podría arriesgar todo sin pensarlo si es por ti, y eso no siempre es bueno.

Allí estaba otra vez. Recordé la amplia sonrisa que imaginaba en Saeyoung incluso antes de conocerlo. Ahora, la tenía frente a mí, con un calcetín en su mano derecha siendo usado como una marioneta, al que había llamado "pequeño defensor de la justicia".

—Vamos... ¿Vas a seguir molesta conmigo? Sentí mucho miedo de perderte, que hayas perdido un ciclo de tu universidad es lo menos importante ahora —se quejó arrastrando sus palabras con pesadez—. ¡Lo importante es que hay salud! —señaló el costado de mi estómago, apuntando a la herida.

—No es el momento, Saeyoung...

Con una aguda voz fingida y su mano moviéndose simulando hablar, continuó:

—El dios Seven se siente triste.

—¿Por qué? —inquirí, aún caminando.

—Un ratito, le voy a preguntar.

Volteó la cabeza en dirección contraria y fingió tener una pequeña conversación con la media que llevaba en la mano. Luego, decidido, se dirigió a mí:

—Porque no has sonreído desde que pisamos Corea.

Mientras avanzábamos por el estrecho camino del lugar, usando una capucha para no ser identificados y arrastrando nuestras maletas, me preguntaba si la agencia contraria ejecutaría pronto el plan para eliminar a la de Saeyoung.

Ninguno era mejor que otro. No había un lado bueno o uno malo, sólo el que más nos convenía. Los principios se rigen según la moral, y la moral es cambiante, flexible al entorno.

Eso lo había aprendido de Jace, o el que sea que fuera su verdadero nombre. Para mí, siempre sería Jace.

—Estuve pensando en soltar alguna "informacioncita" a la otra agencia de forma anónima —prosiguió—. Si tenemos un enemigo en común, podríamos ser aliados.

—¿Cómo la otra agencia podría asegurarse de que estás de su lado? No conoces a nadie que provenga de allí.

La resplandeciente expresión forzada de Saeyoung no demostraba más que los nervios que tenía por volver a la cabaña de Rutherford. No corríamos peligro allí, a no ser que Saeran decidiera buscarnos, y nuestro plan era atraerlo, huir con él, acabar con esa secta.

Sonaba fácil, ¿no es así?

—Tengo que decirte algo.

Tomé valor para soltar las palabras que había tenido guardadas a lo largo del viaje. Recuerdos, imágenes, caricias... labios.

—Sé que perdiste el ciclo, que tus compañeros ahora van más adelantados que tú y... realmente lo siento. Nunca quise arrastrarte a una organización ilegal, fiestas peligrosas, situaciones extremas y personas locas, pero, en mi defensa...

La puerta de la cabaña estaba a unos metros de nosotros. A diferencia de la primera vez, las estatuas amorfas no estaban de pie, se encontraban regadas en el suelo tal cual basura. La madera lucía más descuidada de lo usual y el silencio reinaba alrededor.

—Eso ya no importa. Entremos.

Caí en cuenta de mis propias palabras. No pronunciaba más de dos frases seguidas, mi mirada no se encontraba directamente con la suya, y sólo podía pensar en lo ciega que había estado, en la burbuja alejada del peligro.

Represión «Mystic Messenger» [Saeyoung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora