18. Principios... ¿y humanidad?

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Mi corazón empezaba a martillear mientras mantenía la mirada fija en la camioneta.

—De lo que se salvó el cabronazo de Vanderwood. —Era la primera vez que escuchaba al agente Jace hablar así.

La presencia de la policía lo hacía ver excesivamente nervioso. Sus manos apretaron el volante y se debatía entre bajar o no la luna de la ventana. Al parecer, los oficiales eran una de las pocas cosas que lo hacían perder la calma de manera extraña.

—Sólo cerré los ojos cinco segundos... —se quejó Seven intentando ocultar su preocupación.

El policía golpeó la ventana con sus nudillos un par de veces, sobresaltándonos.

—¿Podría mostrarme sus documentos? Necesito que baje del vehículo —habló el hombre. Era de estatura mediana, con expresión seria y marcadas arrugas en el rostro. Su cabello de corte militar estaba casi cubierto por la gorra de su uniforme.

Él no podía ver el interior del auto gracias a las lunas polarizadas, sólo notaba el rostro del conductor.

El agente Jace llevó su pulgar hacia el botón para abrir la ventana y lo presionó dudosamente. La luna bajó unos centímetros, dejando ver sólo los ojos del pelinegro.

En cuestión de segundos, Jace oscureció su mirada y hundió las cejas, quitando todo rastro de amabilidad.

—¿Tiene una orden? —le preguntó.

—¿La necesito a estas horas de la madrugada? Además, sólo es control de tránsito.

—No estamos en una zona que requiera control —contestó—. No puede intervenirme.

—Bien —suspiró el hombre—. Voy a intervenirlo porque está en una situación sospechosa, para eso no es necesaria una orden.

Jace apretó la mandíbula.

—Sólo será algo rutinario —continuó el policía—. Su identidad, papeles del vehículo...

—Está bien —interrumpió frunciendo los labios. Luego le dio un pequeño golpe al compartimiento del auto para que se abriera.

Su rostro parecía suplicar que dentro de todos esos papeles y envolturas haya algo útil.

Jace miró las fotos que tenía en sus manos. Sólo habían decenas de imágenes de gatos, incluido el famoso Longcat.

—¿Y bien? —El policía mantuvo la mirada sobre él, expectante.

—Dime que este auto tiene papeles —dije en un susurro audible sólo para Seven.

Él sonrió sin mostrar los dientes y frunció el ceño. Suspiré. Conocía esa mirada.

—Todos mis bebés son auspiciados por el jefe —se defendió—. Nada de lo que tengo viene de dinero... limpio.

Jace pasaba foto tras foto esperando encontrar alguna identificación o documentos falsos, sin resultados.

Giré a ver a Seven en busca de ayuda. De pronto, sus ojos se iluminaron con un brillo de diversión y ocurrencia. Metió una de sus manos al bolsillo de su chaqueta y sacó un labial rojo. Pasó su delgado pulgar por la punta del cosmético y luego lo llevó a su boca para trazar una larga línea en su labio inferior.

Abrí los ojos, pasmada.

—¡Este no es el momento de jugar...! —Seven tapó mi boca con una mano, manchándome de labial. Susurró un 'shh' y arregló un poco su cabello.

Relajó los hombros y se estiró. Jace seguía con la mirada fija sobre el oficial, negándose a que lo intervinieran.

—¡¿Qué es lo que sucede, amor?! —El cambio de voz de Seven a una exageradamente chillona me sobresaltó—. Tony... bebé ¿hay algún problema allí afuera?

Represión «Mystic Messenger» [Saeyoung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora