Capítulo 26

4.5K 319 7
                                    

(...)
Bueno, tal vez no tan simplificado...

POV. Keira

- Bueno, pues lo que teneis que hacer para quitar ese odio de los corazones de los miembros de ambas especies es...

De pronto dejé de escuchar porque sentí como si cortasen un hilo en el interior de mi mente. Y luego otro, y otro más. No sabía lo que sucedía y me empecé a asustar. Y entonces empezaron los gritos. En el link de la manada la gente gritaba cosas que yo no entendía del todo. Mi padre y mi madre daban órdenes de evacuación,  les decían que corriesen a esconderse al bosque, luego la gente gritaba cosas ininteligibles otra vez. Hasta que escuché la voz de Jasper claramente. Vampiros. Era un grito desesperado. Un grito de auxilio. Luego Jasper llamó a Lily y a Jack. La contestación de estos de que estaban en la ciudad. Jasper llamando a David y Mark. Estos diciendo que habían llegado al bosque sanos y salvos con un par de adolescentes mas. Más hilos cortándose. Uno tras otro. Hasta que comprendí que era gente de la manada muriendo. Mis padres seguían dando órdenes. De evacuación a los más viejos y a los adolescentes y niños. De ataque a los adultos. Más hilos cortándose. Jasper avisando que estaba bien con David, Mark y Abbi. Más hilos cortándose. Y silencio. Ya no había órdenes. Ya no había avisos de llegada al bosque. Ya no había el sonido de hilos cortándose. Y aquello me dio mala espina. Muy mala espina. De pronto mi sangre empezó a hervir. Los dioses y Christian me miraban preocupados. Sobretodo Chris, pero los dioses ya sabían lo que estaba ocurriendo, por eso no se acercaron a mi. Porque sabían que iba a estallar. Christian se acercó a mi y movió sus labios, pero no lo escuchaba. Tan solo silencio.

- Aléjate, Chris...- Dije en apenas un susurro ininteligible. Él no me escuchó.- ALÉJATE, CHRIS, TE VOY A HACER DAÑO!!- Terminé gritando a la vez que miraba a la nada. Él algo preocupado se alejó. Y salí corriendo, con los dioses y Chris pisándome los talones. Corrí todo lo que mis piernas me lo permitieron. En dos minutos llegué al claro donde se encontraban la casa del alpha y el edificio común. Me detuve en seco. Aquello se había convertido en un cementerio. El suelo estaba lleno de cadáveres de hombres-lobo y de algunos vampiros. Estos últimos eran pocos. Demasiado pocos. A mi alrededor se encontraban docenas de vampiros, todos mirándome entre atónitos a aterrorizados pasando por divertidos. Gruñí con todas mis fuerzas desde lo más profundo de mi garganta, llenándome a una velocidad vertiginosa de ira. Rabia. Impotencia. Dolor. Todo mezclado y en una unidad compacta. Dejé salir en aquel gruñido parte de mis emociones. Sólo un uno por ciento. Y me lancé sobre el vampiro que tuve más cerca. Uno tras otro les fui arrancando la cabeza. Ellos reaccionaron y unos empezaron a salir corriendo pero los maté antes de que pisaran siquiera el bosque. Los demás corrieron hacia mi, para atacarme, pero yo les esperaba con una sonrisa terrorífica. Algunos se amedentraron, otros continuaron corriendo, sin saber las consecuencias. Seguí arrancando cabezas. Una tras otra. La adrenalina y el odio alimentaban a mi fuerza y a mi energía que parecían inagotables. Y entonces noté que una especie de onda de energía abandonaba mi cuerpo. Era color azul fosforito. Los vampiros que antes corrían hacia mi se hallaban en el suelo, inertes y con distintas marcas azuladas en diferentes partes de sus cuerpos. Miré a mi alrededor. Quedaban pocos vampiros en pie. De pronto volví a tener mi sentido del oído.

- Keira cuidado!!!- Me dijo Chris con un grito desgarrador. Estaba en frente de mi cuando sentí un sonido metálico a mis espaldas. No me dió tiempo a reaccionar pero a Chris si. De sus manos salió una bola dorada de algo así como fuego. Venía directa hacia mi, pero en el último momento desvió su trayectoria y le dio a algo situado a mi espalda. Me di la vuelta lentamente. Detrás de mi se encontraba el cuerpo chamuscado de un vampiro que unos segundos antes había estado a segundos de apretar en gatillo de una pistola con lo que supuse eran balas de plata. Miré a mi alrededor con ansiedad, mirando cada uno de los rostros de los cadáveres de los hombres y mujeres lobo de mi manada. Entre ellos distinguí el del jefe del gimnasio. Una lágrima cayó por mi mejilla. La cocinera. Otra lágrima. La recepcionista del gimnasio. Otra lágrima. Y entonces escuché sus voces en mi cabeza por link privado. Las dos a la vez. Te queremos, Keira, no lo olvides nunca. Y seguido de esas palabras dos últimos cortes. Mis padres.

Vampiro y hombre lobo, ¿imposible?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora