Eres mi amiga

1.4K 120 7
                                    

—Me gusta... Me gusta Asta —confesó Noelle en voz baja, casi susurrando pero lo suficientemente alto para que Nero la escuchara.

—Lo sé —dijo en un tono amable la pelinegra.

—Es un enano, tonto, gritón, cabeza hueca —refunfuñaba la chica de coletas—. Pero desde que lo conocí solo ha hecho cosas que hicieron que me enamore más y más de él —decía con voz dulce y agachando la mirada en señal de vergüenza—. Y está de más mencionarlas, porque seguro que tú también las has visto —añadió fijando lentamente la mirada en la chica que estaba a su costado.

—Sí, pero aun no entiendo porque no eres sincera con él. Siempre lo mandas a volar —cuestionaba la chica de cuernos.

—¡Ya lo sé! A veces soy una tonta. Mi corazón quiere una cosa pero mi cabeza me hace hacer otra —confesaba la maga de agua.

—Bueno, creo que puedo entenderte. Cuando conocí al príncipe Lumiel tampoco sentí nada al principio. Pero cada vez que pasaba más tiempo trabajando junto a él, me sentía en paz y feliz. Había una sensación de tranquilidad en mí, y a la vez una que me dejaba confundida o inquieta. Y no había sentido eso de nuevo en 500 años hasta que... —Paró Nero en seco su historia.

La maga del sellado recordó las extrañas sensaciones que sintió cuando habló con Asta sobre el tejado aquella noche, y cuando su compañero la ayudó contra aquella multitud en la capital. Pensó que no sería apropiado mencionarle esto a su compañera, pues podría malinterpretarlo. Porque para ella, Asta no era más que un buen compañero, o eso es lo que la pelinegra creía.

—¿Hasta qué? —preguntó curiosa la menor de los Silva.

—Hasta que me tuve que despedir de él aquel día —respondió la maga del sellado con una mentira a medias.

—Ahh, ya veo... —recordó Noelle—. ¿Debió ser muy triste para ti, verdad? —preguntaba con una cálida mirada hacia su compañera.

—Lo fue. Pero fue un adiós sin arrepentimientos —dijo la pelinegra agachando la mirada—. Pasamos buenos momentos juntos mientras trabajábamos en herramientas mágicas y otras cosas. A veces me sentía tranquila a su lado, otras veces al darme cuenta que tan solos o cerca estábamos, me ponía nerviosa a pesar de ser las mismas situaciones de siempre —sonrío ligeramente, juntando y moviendo los índices de sus manos—. Algo había cambiado para mí, y supongo que él también sentía lo mismo. Y si no hubiera pasado lo de aquella vez, quizá nosotros... —Separó sus manos y alzó un poco la cabeza mirando hacia la entrada, como si en ella se encontrara el príncipe, ese chico con quien compartió tan lindas experiencias y del cual estaba hablando con su compañera—. Enamorarse es el accidente más hermoso que existe —mencionó Nero con una mirada nostálgica llena de felicidad y tristeza.

 Enamorarse es el accidente más hermoso que existe —mencionó Nero con una mirada nostálgica llena de felicidad y tristeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Noelle estaba conmovida ante tal historia. No desvió la mirada de su compañera durante su relato, sus ojos y sus gestos solo confirmaban que las palabras que salían de la boca de la maga del sellado, venían directamente de su corazón. Algo avergonzada y con la cara enrojecida al haber escuchado a Nero hablar sobre amor, la maga de agua reaccionó ante la pregunta que hizo su compañera.

—Bueno —dijo la pelinegra volviendo la mirada hacia la chica de su costado, retomando un poco de su normal seriedad—. ¿Por qué decidiste contarme lo de Asta de todas formas? —preguntó.

—¡Ah! —se sobresaltó la menor de los Silva—. Eso es porque... Bueno como tú dijiste, me has observado todo este tiempo y... —decía con algo de vergüenza, pero se animó a continuar—. Creo que al menos a ti ya no puedo negártelo. Incluso, creo me alivia un poco el contarte todo esto ¿Sabes? —mencionaba la peliplateada un poco emocionada—. Es reconfortante tener alguien con quien compartir cosas como... estas —No quiso mencionar la palabra amor o algo similar por vergüenza—. Además, aparte de ser compañeras te considero mi amiga —agregó.

—¿T-tú amiga? —preguntaba sorprendida la chica de cuernos, su mirada lo demostraba.

Nero recordó lo que le había mencionado Asta aquella noche sobre el tejado. Estas palabras, este momento, era una muestra más de que a pesar de haber perdido al príncipe, ella ya no estaba sola. Nuevamente un sentimiento de felicidad abordaba a la pelinegra, nunca antes había tenido una amiga ni alguien que le dijera que la consideraba como tal.

—Sí, después de lo que hemos hablado hoy, yo pienso eso... Bueno, a menos que tú no lo veas así —dijo la maga de agua un poco apenada desviando la mirada.

—Uhm. Te equivocas —respondió la pelinegra moviendo su cabeza en señal de negación—. De hecho, me hace muy feliz que me consideres tu amiga. Cuenta conmigo Noelle —agregó con una sonrisa en sus labios.

—Si, Ne... Secre —dijo la peliplateada, respondiendo con un gesto incluso mayor.

—Me puedes decir Nero, si tú quieres —sugería la maga del sellado un poco avergonzada.

—Esta bien —respondía alegre la menor de los Silva—. Nero.

Dicho esto último, ambas chicas se tomaron de la mano por unos segundos en señal de su amistad. Se estaba haciendo tarde, por lo que la pelinegra se despidió de Noelle y se fue hacia su habitación, mientras que la peliplateada ya se disponía a ir a acostarse. La chica de cuernos llegó a su cuarto y abrió lentamente la puerta para no hacer ruido, pues no quería que Asta se despierte. Una vez dentro, y al corroborar que el pelicenizo estaba profundamente dormido, Nero hacia su habitual rutina de convertirse en pájaro para irse a descansar. Entre tanto, mientras cerraba los ojos pensaba en la plática que tuvo con Noelle, recordar en que pasó un agradable momento íntimo con su amiga la hacia muy feliz.

Esa misma noche en una habitación de la sede de los Toros Negros, entre los sonidos que emitían los pequeños ronquidos de un joven musculoso, se escuchó una voz de quien parecía estaba hablando dormida. Entre sueños, esa voz confesaba: «Hasta que conocí a Asta».

Hasta aquí el cap 6. Gracias por leer y seguir apoyando uwu.

Un sentimiento prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora