El día empezaba de nuevo, el sol ya se estaba asomando y pequeños rayos de luz iluminaban la sede de los Toros Negros. Especialmente pasaban sobre la ventana de uno de los cuartos de la base, y caían sobre la cabeza de una pelinegra que prontamente despertaría de su tan cómodo sueño.
—(Bostezo)... ¿eh? —dijo Nero.
Lentamente abría los ojos pero mantenía la cabeza sobre «la cama». Se dio cuenta de que algo era diferente a otras veces en las que despertaba, la pared estaba mucho más cerca y su rango de visión parecía más grande. Sin embargo, como nunca antes se sentía tan bien al despertar que solo meneo un poco la cabeza, y sonriendo volvió a cerrar los ojos queriendo volver a dormir un poco más. Así, involuntariamente desplazó una de sus extremidades sobre la cual reposaba una tela, la removió, y dio accidentalmente contra una piel desnuda.
—¡¿Ah?! —reaccionó la maga del sellado.
«¿Qué es esto?», «¿Qué es lo que estoy tocando con mi...?», «¡¿Mano?!» pensaba la chica de cuernos y no tardó muchos segundos más, levantándose un poco y mirando alrededor, en darse cuenta que estaba en su forma humana . Aún más grande fue su sorpresa cuando reconoció el lugar y la persona sobre la cual se encontraba.
—A-as-t-ta —susurró la chica de vestido negro.
Pues rápidamente supo que debía tener cuidado de que ese chico en el que aun reposaban algunas partes de su cuerpo continúe durmiendo, ya que para suerte de la maga del sellado, a pesar de lo que ella había hecho al levantarse el joven musculoso parecía seguir descansando plácidamente. «Tengo que levantarme», «Si el despierta... ¿qué pensaría de mí?», «Para empezar... ¿qué hago aquí?», se cuestionaba.
—Pensaré en eso después, tengo que salir rápido de aq... —decía Nero en voz baja, pero algo la interrumpió.
Apenas se había levantado de la cama y estaba de espaldas hacia ella. Sin embargo, en ese mismo instante alguien la había sujetado la piel de uno de sus muslos bajo su vestido, lo que la había dejado helada. Tenía los ojos muy abiertos divisando la puerta que es hacia donde se dirigía, y era el miedo el que hacía que su corazón empezara a saltar rápidamente. Miedo de voltear y ver aquella escena, solo podía que ser él, pero ¿por qué lo estaba haciendo? Tragó saliva y con total fuerza de voluntad giro lentamente su cabeza hacia la cama donde se encontraba el pelicenizo.
—As-ta —dijo ella cuando volteó.
Mientras esto ocurría en la única habitación compartida de la sede, momentos antes en otra diferente se levantaba como siempre majestuosa la menor de los Silva. Alzaba sus brazos y estira un poco su cuerpo, no había dormido tan bien desde hace mucho tiempo y no era precisamente la cama la responsable de eso.
—¡Qué bonito día! —exclamaba con una gran sonrisa en el rostro recordando algunos momentos que vivió el día anterior.
Se arregló y se dispuso a bajar, pero en el camino recordó lo que le había dicho a Nero sobre contarle lo que pasó en la cita. Estaba tan emocionada por hacerlo que inconscientemente la peliplateada ya se encontraba en la puerta de la habitación de Nero, menuda sorpresa que se iba a encontrar pues en ese preciso momento su amiga apenas y abría los ojos. Tenía ya la mano sobre la perilla de la puerta cuando reaccionó.
—Eh... espera un momento —dijo la chica de coletas para sí misma.
«No solo Nero se encuentra aquí», «Él... él también está allí adentro» se dio cuenta. Ahora dudaba sobre si entrar o no, su intención inicial era ver a la pelinegra pero ¿qué le diría a Asta?, «¿Ya estará despierto?», «Y si no, ¿qué le debería decir?» «Yo solo vengo a ver a Nero así que supongo que no habría problema...», y con esa excusa en mente, la maga de agua se disponía a dar vuelta a la perilla.
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Un sentimiento prohibido
FanfictionPequeña Sinopsis de la historia: Nero empieza a desarrollar ciertos sentimientos hacia Asta, pero también sabe acerca de los sentimientos de Noelle. ¿Se declarará Noelle? ¿Qué posición tomará Nero? ¿Cuales son los sentimientos de Asta? ¿A quién elig...