#50 No estás sola

646 28 37
                                    

-Al parecer no te rompiste ningún hueso -expresó Saúl mientras veía por milésima vez mi radiografía del brazo -, es un esguince pero ya está sanando.

Saúl me había insistido durante días, que viniera a hacerme una radiografía del brazo. Y aquí estoy ¡atrapada en sus encantos! al aceptar hacerlo.

-Debes de cuidarte Altagracia, si tan solo me hubieras avisado... -no quería escuchar una vez más el discurso de la confianza mutua, así que lo interrumpí.

-Estoy bien. ¿Ya nos podemos ir? No me gustan los hospitales -dije mientras caminaba hacía la salida, pero él me tomó del brazo deteniéndome. Lo mire desconcertada.

-Saqué una cita con una obstetra, para hacer un ultrasonido -se aclaró la garganta. Estaba nervioso y es que, en cuanto dijó obstetra, tenía motivos de estarlo-. Estuve preguntando en la fundación y son necesarios, me recomendaron a esta doctora, se apellida González, dicen que es muy buena.

Rodeé los ojos. Debía estar bromeando.

-Porqué no me lo consultaste a mi -le reproche, no debió hacerlo-. Quiero mantener esto privado y ahora toda la fundación lo sabe.

-No mencioné tu nombre -comentó inocente.

-No es necesario Saúl, siempre te relacionan conmigo. Ni siquiera se lo he dicho a mi hermana, ¡a mi hermana Saúl! -espeté molesta.

Él me miró a los ojos, pude notar que estaba escogiendo las palabras correctas para retractarse de tal indiscreción, sin embargo, no lo hizo.

-No te voy a pedir perdón, no esta vez. Al menos no, por cuidar y cerciorarme del bienestar tanto tuyo, como el de nuestro hijo.

-Saúl eres un idio... -quería objetar, pero él me tomó de la cintura, acercando sus labios con los míos, embonaban perfectamente, me abrí paso al interior de su boca, ahora mi lengua jugaba con la suya, hacía mucho tiempo que no nos besábamos de esta forma, sin embargo, había que guardar la compostura, así que para finalizar, depositó un casto beso a la par en que acomodaba un mechón rebelde detrás de mi oreja, separándose delicadamente de mí.

Me sonrió con sus malditos y brillantes dientes. Era todo un capullo.

Sentí el gel frío para el ultrasonido recorrer mi vientre, y aunque con Luci lo hicieron docenas de veces, aún no me acostumbraba a esta sensación.

Mire la cara de Saúl quien sostenía mi mano con fuerza y no apartaba la vista de la pantalla en la que se mostraba un puntito del tamaño de una almendra. Según la doctora podía observarse la cabeza del bebé, pero yo solo veía a la almendra.

-¿Cómo están doctora? -preguntó con una cara que decía por todas partes: "esta es mi primera vez en un ultrasonido"

-Todo se encuentra de maravilla, el líquido amniótico está en niveles estables y la posición del bebé es correcta para su crecimiento, aun así, le recetare ácido fólico, algunas vitaminas y por supuesto evitar el estrés.

-No se ofenda doctora, pero el estrés y yo somos mejores amigos -dije estresada valga la redundancia.

-Pues ya nos más, si es necesario le agregare algunos calmantes, usted decide.

-No se preocupe doctora, yo la cuidaré -aseguró Saul con un gran brillo en sus pupilas.

-Seguro que sí -contestó la doctora alegre.

Esto me estaba dando náuseas. Se supone sería un momento increíble, pero yo estaba confundida y aterrada, no soportaba la idea de la felicidad sin mi pequeña Luci.

Me limpie con una toallita el vientre para después acoplarme y acomodarme mi blusa.

-¿Estás bien? -preguntó Saul entre susurros.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 10, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Doña IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora