El ángel caído.

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A la mañana siguiente, Charlie despertó antes que la alarma de su Hellphone sonara, al abrir los ojos lo primero que pudo ver fue una cabellera roja que cubría parte del rostro de su propietario y sintió como unos brazos la aprisionaban gentilmente, ella estaba en posición fetal, con sus manos a la altura del pecho del Demonio Radio, movió una de ellas para apartar el cabello que cubría el rostro de Alastor y pudo ver que, como siempre, Alastor lucía más atractivo cuando sus facciones estaban relajadas y no se forzaba a mantener su sonrisa perpetua.

<<Es tan lindo...>> Pensó mientras acariciaba gentilmente su rostro, pasando sus dedos índice y medio por la frente, cejas, nariz, pómulos, mejillas y, finalmente, labios con cuidado de no despertarlo.

Retiró su mano se mantuvo un par de minutos observando enternecida al Demonio Radio dormir tan plácidamente hasta que su mirada se posó en sus lindas orejas de ciervo. Sonrió como niña planeando su travesura y llevó su mano hasta una de las orejas maravillándose por lo suave que era.

<<¡Es como un peluche!>> Pensó mientras seguía acariciando con más ímpetu.

El cuerpo de Alastor comenzó a reaccionar de manera natural, un notable rubor se hizo presente en su rostro, comenzando a respirar de manera agitada al grado que soltó un jadeo que tomó por sorpresa a la rubia, haciendo que se detuviera un par de segundos temiendo haberlo despertado y, al ver que siguió durmiendo, continuó, obteniendo nuevos resultados.

A los jadeos se sumó un movimiento aparentemente involuntario de la cadera del Demonio Radio y que las manos de este se aferraron más al cuerpo de ella.

<<¡Por mi padre! ¿Acaso sus orejas son su zona erógena?>>

Su duda fue resuelta cuando, en uno de esos movimientos de cadera, pudo sentir la hombría de Alastor. La rubia, ahora motivada por su reprimido deseo, continuó con sus caricias. Alastor poco a poco fue despertando gracias a la agradable sensación que estaba sintiendo por todo su cuerpo hasta que notó que su cola se removía sin control bajo los pantalones de su pijama y abrió los ojos de golpe, Charlie detuvo sus caricias y sonrió nerviosa.

—Bu... buenos días, Al...

Alastor fue consciente de su respiración agitada, de sus manos aferradas al cuerpo de la chica, de su erección (aunque eso no lo tomaba por sorpresa ya que era algo usual en sus mañanas hasta donde alcanzaba a recordar) pero sobre todo de ese molesto movimiento incesante de su ridícula cola de ciervo.

Y no tuvo que hacer nada más que prestar atención a un ligero agarre a una de sus orejas para saber a qué se debía todo.

—Charlotte... —Dijo con genuina sorpresa.

Los instintos súcubos de Charlie la dominaron y se echó encima del Demonio Radio, haciendo que él quedara acostado boca arriba y ella sentada a la altura de su cadera, con sus rodillas a los costados de la misma.

Alastor tuvo una especie de deja vú pues los ojos de la rubia estaban nublados y le dedicaba una sonrisa perversa.

—Hora de desayunar, venadito~ —Dijo la rubia al tiempo que se inclinaba sobre el cuerpo del Demonio Radio. Alastor, tal como aquella vez que la rubia se había embriagado, entró en pánico.

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En el cielo.

—Padre, necesito comunicarle algo que me inquieta. —Dijo Miguel ante Dios.

—Adelante, hijo.

—El holocausto en el infierno de este ciclo fue mucho más bajo que ciclos anteriores, me temo que dejar que el Hotel de la hija de Samael sea una zona segura pueda provocar desequilibrio.

Alastor's new clothesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora