En la guerra y en el amor...

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Alastor despertó de pronto.

Umbra estaba estático frente a la cama de su amo, con varias sombras a sus costados, expectantes a lo que el Demonio Radio ordenara.

Su habitación estaba a oscuras pero, podía ver una ligera entrada de luz a través de sus cortinas. Se notó sin su traje de costumbre: no tenía su monóculo, lo sabía por no ver ese tono rojizo en su ojo derecho, no tenía puestos sus zapatos, su pantalón estaba a medio abrochar, su camisa estaba abierta y su saco estaba colgado en la silla de su escritorio y no en el perchero, como debería ser.

Lo último que recordaba era escuchar el mensaje de Charlie hacia todo el infierno. Después de eso nada.

—Amigo... —Apenas escuchó esa palabra, Umbra se acercó a su amo —Dime qué es lo que pasó durante mi inconciencia.

Umbra no esperó más y regresó al cuerpo de su amo. En una especie de trance, Alastor pudo ver lo ocurrido cuando se desvaneció:

Charlie lo había estado tocando.

Charlie había tocado sus orejas.

Charlie lo había "desnudado".

Charlie lo había besado.

Umbra se separó de nueva cuenta de Alastor, el demonio carmesí tenía una expresión extraña. Umbra habría apostado que su amo iba a estallar en cólera por las acciones realizadas por la princesa, incluso ya se estaba preparando para recibir un castigo por haber dejado a la rubia hacerlo, pero no. Su amo estaba con la mirada perdida en algún punto de su cama, pensativo.

Se puso de pie y de manera monótona caminó hasta el espejo de cuerpo completo que tenía, inspeccionó su rostro y pudo ver la prueba irrefutable que Charlotte lo había besado en la mejilla tal y como su sombra le había mostrado: la marca de labial negro.

Elevó su mano con la intención de borrar esa marca pero se detuvo a último momento. Soltó una risa divertida. Su expresión volvió a la habitual.

—Parece que Charlotte ha tomado mayor confianza conmigo, ¿no, mi amigo? —dijo con ánimo, dirigiéndose hacia su sombra, esta solo revoloteó en su lugar. Alastor dirigió su vista a un cuarteto de sombras espías que estaban ahí. —Supongo que me han traído información importante.

Las sombras espías se unieron a Umbra y luego esta se acercó a su amo, comenzando a susurrar toda la información en su oreja, cuanta más información recibía, su sonrisa cambiaba más a una sonrisa siniestra.

Cuando Umbra terminó de transmitirle toda la información obtenida por las sombras espías, estas se separaron de Umbra y, Alastor, con un ademán, las hizo volver al su cuerpo.

Alastor comenzó a tararear una canción, ante la mirada confundida de su sombra. Su amo se veía más animado que de costumbre. El demonio ciervo fue hasta su guardarropa, en busca de ropa limpia, apenas la obtuvo chasqueó los dedos, apareciendo en su baño.

Alastor tenía un enorme gusto por bañarse con agua casi hirviendo, sentía que solo así podía relajar sus músculos y, últimamente se sentía demasiado tenso por todas las tareas que se había impuesto:

† Ayudar a Charlotte con el hotel.

† Espiar a sus enemigos.

† Enamorar a Charlotte.

Eso último lo agotaba más.

Si bien la princesa estaba resultando algo fácil de conquistar o por lo menos "deslumbrar", Alastor estaba haciendo grandes sacrificios, a su parecer.

Desde el primer momento que Charlotte puso una de sus manos sobre él sin consentimiento, ella debió morir sin importar que sea la princesa del infierno pero, por el bien de los objetivos de Alastor, es decir, llegar a ser el nuevo soberano del infierno, él tuvo que controlar su impulso de asesinarla aunque, como ya había admitido frente a la propia Charlotte, ya estaba acostumbrándose al tacto de la misma.

Alastor's new clothesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora