Es el amor, Husk.

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11 de Noviembre, 1974. Praga, Checoslovaquia (actualmente Praga, Chequia).

Un norteamericano y un checo se encontraban en silencio en la tranquilidad de un cementerio en Praga. El norteamericano era de cabello lacio y marrón, piel trigueña, ojos color miel y almendrados con cejas semi rectas no tan gruesas y gafas Pince-nez, vestía un pantalón marrón oscuro con rayas finas color beige, chaleco marrón claro con solapas negras, camisa blanca debajo del chaleco, el puño de la camisa era de doble vista: blanco por fuera pero en favor de la moda y buen gusto, negro por dentro, el hombre tenía sus mangas subidas por encima de sus codos y aseguradas con bandas elásticas negras por lo que la parte interna del puño estaba a la vista, su cuello estaba adornado por una pajarita negra y usaba zapatos Oxford color negro. Por encima de su hombro izquierdo (con ayuda de su mano) cargaba la chaqueta del traje, sus manos estaban cubiertas por guantes de cuero color negro.

El mulato mantenía una ligera sonrisa en sus labios mientras tenía su vista fija en las alturas, observaba el cielo gris gracias a las nubes y la copa de los árboles mecerse gracias al viento fresco que chocaba contra la piel desnuda de su rostro y brazos y lograba que cada poro de su cuerpo se erizara por la sensación de frío.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que sintió el viento en su piel? Según la cripta de Oskar, era el año 1974, habían pasado 41 años.

Vaya, ya llevaba más tiempo en el infierno del que pasó en la Tierra.

"Tal parece que no podré ver el cielo azul." Pensó con sorna.

—¿Cuánto tiempo? —El silencio fue interrumpido por la voz ronca de Oskar.

—¿A qué te refieres mi amigo? —Respondió con otra pregunta, sin despegar su vista del cielo.

—¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —Preguntó poniéndose de pie. Le sacaba unos 5 cm a su compañero.

—Alrededor de una hora —respondió con su vista todavía puesta en el cielo pero su mano izquierda comenzó a buscar en el bolsillo izquierdo de su chaleco, sacó un reloj de bolsillo y bajó la vista para verificar la hora —Sí, pasaste poco más de una hora inconsciente, Oskar. —Confirmó guardando de nueva cuenta el reloj en el sitio correspondiente y girando su cabeza para ver al checo que lo acompañaba sentado sobre la tumba a su derecha.

Oskar había vuelto a ser un humano, vestía un traje parecido al del norteamericano, solo que el pantalón era un poco más ajustado y color gris oscuro, camisa blanca, pajarita roja, chaleco gris más claro que el pantalón con solapas en negro y chaqueta del mismo tono de gris que el chaleco.

Su cabello se había vuelto gris, sus cejas gruesas y pobladas se habían vuelto más "salvajes" en sus últimos años, al igual que sus patillas, aunque eso no significaba que Oskar se mostrara como un hombre descuidado y antihigiénico, sino por el contrario, le daba un aspecto varonil y pulcro. En su piel se notaban las arrugas dignas de un hombre de 66 años.

—Alastor Boucher, un gusto conocerte Oskar —dijo girando sobre sus talones ofreciendo su mano derecha a modo de saludo, Oskar la tomó con expresión seria pero aun incrédula.

Alastor conservaba los rasgos finos de su rostro pero se veía como un chico cualquiera, el tipo de hombre que le ofrece su saco a una dama descuidada que no llevó su abrigo y ayuda a una mujer mayor con la bolsa de sus compras.

—Eres solo un muchacho...

Alastor rio un poco y se cruzó de brazos, cuando terminó de reír miró con sorna al hombre frente a él.

—De no haber muerto sería mayor que tú.

—¿Qué edad tienes?

Alastor soltó una leve risa y le dio la espalda.

Alastor's new clothesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora