Cruz (capítulo especial)

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Después de haber vuelto al hotel luego del incidente en Villa Caníbal, Charlie había decidido mudarse de manera permanente a la habitación del Demonio Radio para, en la suya, estudiar y aprender a controlar sus propios poderes.

Esa era la segunda razón porque la primera, obviamente, era porque amaba pasar las noches entre los brazos de Alastor. No se trataba solo del sexo, había ocasiones en las que solo charlaban sobre su día en el hotel o ella le contaba historias de su infancia: sobre los buenos padres que habían sido Lucifer y Lilith y que su padre había sido, en definitiva, su mejor amigo durante su niñez pues, aunque en general ella fue una niña bien portada, cuando hacía travesuras, Lucifer la defendía del enojo de Lilith o incluso a veces, era su padre quien le daba las ideas para sus travesuras.

Alastor no tenía mucho qué contar y, no era porque él no quisiera, era porque, según sus propias palabras, con cada nuevo ciclo que pasaba en el infierno, menos recuerdos de su tiempo en la Tierra tenía. Eso le parecía extraño a ambos pues todos los pecadores mantenían sus recuerdos intactos, más que nada para, de alguna manera, atormentarlos por todas las malas acciones y/o decisiones tomadas en vida y por las cuales habían llegado condenados a pasar una eternidad ahí.

Los vagos recuerdos de Alastor eran, irónicamente, de su infancia: a Charlie le gustaba escuchar alguna nueva historia del pequeño Alastor, le gustaba ver como en su rostro se instalaba una expresión dulce y sus ojos se perdían en el infinito mientras recordaba.

Alastor adoraba a su madre, de eso no le cabía la menor duda y, la madre de Alastor, de acuerdo a lo que el Demonio Radio le decía, había sido una madre maravillosa, muy amorosa. Alastor podía ser considerado "un niño de mamá".

FLASBACK.

—Tu madre debió haber sufrido mucho con tu muerte. —Le había dicho una noche luego de haber escuchado otra historia de Alastor y su madre antes de dormir.

—Mi madre ya había muerto para ese entonces... —Aclaró en un susurro.

—Lo siento...

—Supongo... que yo sufrí mucho cuando ella murió...

—¿Tampoco lo recuerdas? —Alastor negó con un movimiento de su cabeza.

—Como ya te lo había mencionado, querida, hay muchas lagunas en mis recuerdos. El último recuerdo que tengo de mi madre es de una mañana cuando me despedí de ella para ir a la cosecha de caña. Tenía 16 años. Mi siguiente recuerdo es estar trabajando cargando cajas en el mercado del barrio francés, en ese entonces ya tenía 18 años y mi madre ya había muerto.

—¿Cuándo fue que iniciaste como locutor de radio?

—No... no lo sé... no lo recuerdo... —Dijo apretando los dientes con frustración.

Fue en ese momento que Charlie se aferró más al cuerpo de su novio y depositó un beso en su mejilla.

—No te agobies, Al.

—Es... un poco frustrante... —Se sinceró. —Solo quisiera poder recordar un poco más a mi madre y un poco más de mí antes de... de ser la clase de persona en la que me convertí... —Dijo mirando su garra derecha mientras en su mente pasaban flashes de esa misma mano pero siendo humano, sosteniendo un cuchillo ensangrentado al igual que su piel. —No entiendo cómo pasó, me gustaría saber en qué momento comencé a tomarle gusto a arrebatar vidas... —Decía angustiado.

Si bien hacía tiempo que se había aceptado tal cual era, le era imposible no señalar el hecho que sentía que no había tenido pleno control en su vida. Todos a quienes conocía tenían total conciencia de en qué momento habían comenzado a condenarse al infierno, a tener deseos de actuar mal, de hacer daño... ¿Por qué él no? ¿Por qué él tenía que conformarse con fragmentos que no corresponden a lo que es en el presente?

Alastor's new clothesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora