Capitulo 21

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Ya lo había limpiado todo y en cierto modo no me dio asco, viví cosas peores, aun que espero que no se vuelva a repetir.

Fui al salón y ella seguía en el mismo sitio.

— ¿quieres comer? — le pregunté.

Sorprendentemente negó, desde que está aquí no ha comido nada aún.

No me suponía ningún problema así que la dejé sentada ahí.

Encendí la televisión y la escuchaba mientras observaba los correos de Frederick por el portátil.

En uno decía que la policía llamará la semana que viene y en otro decía como iba todo por aquí.

Le respondí escondiendo algunas cosas ya que no quiero que la vuelva a golpear para sanarla y cuidarla yo.

Todo estaba en silencio, lo disfrutaba. La miré e intentaba mover sus manos por delante, las tenía de un color no muy agradable.

Me levanté y me acerqué a ella para aflojar las cuerdas de sus muñecas, se asustó cuando la toqué.

— no te voy hacer nada —

Ella asintió nerviosa.

Su pecho subía y bajaba, no entiendo que le pasaba.

Comenzó a relajarse y volví a lo mío.

Mi móvil comenzó a sonar, era un número desconocido, la policia no podría ser ya que Frederick me dijo que llamaría la semana que viene.

Lo cogí y me quede en silencio.

— ¿Asher? —

Era la voz de mi madre.

— hola, qué raro que me llames — respondí serio.

— es por tu hermana, quiero saber que harás con ella la semana que viene —

— pues lo normal, iremos al parque, a tomar algún helado...no sé, lo típico que se hace con una niña ¿no? —

— no quiero que la lleves a lugares extraño —

— no la llevaré, ya no me dedico a eso —

— te estaré llamando cada media hora — dijo interrumpiéndome.

— siempre tan estricta...— murmuré.

— nos vemos — se despidió y colgó.

Me era extraño que mi madre deje que me lleve a la pequeña Lucy, ella hacía lo que fuese por no vernos.

No tenía nada importante que hacer y me puse una serie.

[...]

La tarde transcurrió y estaba apunto de anochecer, me quedé dormido viendo la serie y el frío me despertó.

— joder... — me queje al estirarme.

Rápidamente recorrí la vista por la habitación asustado y ahí estaba ella apoyando su cabeza en la mesa...estaba dormida.

— no puede ser...— murmuré.

No estoy acostumbrado a tener alguien en casa y menos así, creo que estoy solo y no me preocupo.

Me levanté y cogí en brazos su ligero y frío cuerpo.

Entre a la habitación para dejarla en su lugar pero algo me evitaba dejarla en el suelo otra vez.

Me quedé parado unos segundo mirando su cuerpo en mis brazos y preferí dejarla en la cama.

La tapé con una fina sabana limpia ya que la que le di estaba sucia.

MI GUARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora