—No me gusta la gente que pide perdón a la hora del desayuno —dijo Chan.
—Bang —dijo Lee—, ¿no te estarás colocando en una injusta situación de
ventaja? Como si alguien estuviera con síndrome de abstinencia y tú no te drogaras. "¿Así que síndrome de abstinencia?", dirías. "No sé por qué me hablas de tu asquerosa enfermedad. Podrías al menos tener la decencia de guardarte esa información. Odio a la gente enferma. Tienes que comprender lo desagradable que es verte estornudar, bostezar y hacer arcadas. ¿Es que no tienes orgullo?"—Eso no es nada justo —dijo Chan.
—No intento ser justo. Es solo un número para entretenerse, que incluye un mínimo de verdad. Date prisa y termina el desayuno. Perderemos el autobús a Salinas.
Salinas tenía el aire tranquilo y circunspecto de un centro de veraneo de clase alta.
Habían llegado en temporada baja. Cuando fueron a nadar descubrieron por qué no era la temporada: la corriente de Humboldt enfría el agua durante los meses de verano. Chan metió la punta del pie en el agua y dijo: "Esto está muy frío", y se negó a entrar. Lee se zambulló y nadó durante unos minutos.
El tiempo parecía pasar más rápido en Salinas. Lee almorzaba y se tumbaba en la playa. Después de un período que parecía una hora, o a lo sumo dos horas, veía el sol bajo en el cielo: las seis. Chan contaba la misma experiencia.
Lee fue a Quito a buscar información sobre el yage. Chan se quedó en Salinas.
Lee volvió cinco días más tarde.
—El yage también se conoce entre los indios como ayahuasca. El nombre
científico es Bannisteria caapi. —Lee extendió un mapa sobre la cama—. Crece en la selva alta del lado amazónico de los Andes. Seguiremos hasta Puyo. Allí termina el camino. Tendremos que buscar a alguien que pueda tratar con los indios y conseguir
el yage.Pasaron una noche en Guayaquil. Lee se emborrachó antes de la cena y se quedó dormido mientras veían una película. Regresaron al hotel para acostarse y levantarse temprano por la mañana. Lee se sirvió un brandy y se sentó en el borde de la cama de Chan.
—Esta noche estás encantador —dijo, quitándose las gafas—. ¿Puedo darte un
besito? ¿Eh?—Déjame en paz —dijo Chan.
—De acuerdo, hombre, si tú lo dices. Queda mucho tiempo.—Lee se sirvió un poco más de brandy en el vaso y se acostó en su propia cama.—¿Sabes una cosa, Bang? En este país de mala muerte no solo hay gente pobre. También hay ricos. Vi algunos en el tren que iba a Quito. No me sorprendería que tuvieran un avión con los motores encendidos en el patio trasero. Los veo cargando televisores, radios, palos de golf, raquetas de tenis y escopetas e intentando después echar encima de todos los trastos un cebú, de manera que el avión, por falta de potencia, no arranca del suelo.
»Es un país pequeño, inestable, subdesarrollado. El sistema económico es exactamente el que imaginaba: todo materias primas, madera, alimentos, trabajo, alquiler, muy barato, lodos los artículos manufacturados son muy caros debido a los impuestos sobre las importaciones. Se supone que los impuestos protegen la industria ecuatoriana. No hay ninguna industria ecuatoriana. Ningún tipo de producción. La gente que podría producir no lo hace porque no quiere tener dinero inmovilizado aquí. Prefiere estar lista para salir en cualquier momento con un fajo de dinero contante y sonante, de ser posible en dólares estadounidenses. Están demasiado alarmados. Por lo general los ricos son gente temerosa. No sé por qué. Supongo que tiene algo que ver con el complejo de culpa. ¿Quién sabe? No he venido a psicoanalizar al César, sino a proteger a su persona. Pero eso, desde luego, tiene un precio. Aquí lo que necesitan es un departamento de seguridad, para que los oprimidos no se subleven.
—Sí —dijo Chan—. Tenemos que lograr uniformidad de opinión.
—¡Opinión! ¿Qué es esto, un círculo de debate y discusión? Dame un año y la
gente no tendrá ningún tipo de opinión. "Pónganse todos aquí en fila para recibir el sabroso guiso de cabeza de pescado con arroz y oleomargarina. Y aquí para la ración de alcohol gratuito rociado con opio." De manera que si se salen de la fila quitamos la droga del alcohol y todos se cagan en los pantalones, demasiado débiles para
moverse. El hábito de comer es el peor hábito que se puede tener. Otro ángulo es la malaria. Un mal debilitante, a la medida para atenuar el espíritu revolucionario. —Lee sonrió.—Imagina a un viejo médico humanista alemán. Voy y le digo: "Bueno, doctor, ha hecho usted un gran trabajo aquí con la malaria. Ha bajado el índice casi hasta
cero."»—Ach, sí. Hacemos todo lo posible, ¿verdad? ¿Ve usted esta línea en el gráfico? La línea muestra el descenso de esa enfermedad en los últimos diez años, desde que iniciamos nuestro programa de tratamiento.
»—Sí, doctor. Ahora mire, quiero que la línea vuelva al punto donde empezó.
»—Ach, no lo dice en serio.
»—Y otra cosa. Vea si puede importar una cepa bien debilitante de anquilostoma.
»Siempre podemos inmovilizar a la gente de la montaña quitándole las mantas y dejándola en la situación de un lagarto congelado.
La pared interior de la habitación de Lee terminaba alrededor de un metro antes del techo para permitir la ventilación de la habitación siguiente, que era interior y no tenía ventanas. El ocupante de esa habitación dijo algo en español pidiendo silencio a Lee.
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Homosexual²/Chanho
Teen FictionTenerlo todo. Arrancas nuestros recuerdos de la pared. Todas las cosas especiales que compré ya no significan nada para mi, pero para ti eran todo lo que éramos, significaron más que cada palabra. Ahora sé exactamente por qué me amas. Toma todo el d...