Capítulo 4 : Lo siento, no era mi intención asustarte...

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Esa mañana me desperté alarmada, tocándome el estómago donde creía tener cortes. Fue en la pesadilla-pensé- pero aun así parecía real… porque lo fue. En un tiempo. Suspiré mientras me incorporaba fuera de la cama. Hoy tenía que volver a la escuela. Menudo día iba a tener. Esperaba de no ser la noticia del día < Oh, ¿tú eres la que se perdió en el bosque anoche?> <Sí, esa era yo> Qué porquería.

Me arrastré hacia el baño para hacer mis necesidades. Y luego me fui a mi balcón. Al salir, una fresca brisa me dio los buenos días. Respiré el aire fresco, recordando lo de anoche. Seguro que hoy mi padre me hará las preguntas que evadí anoche. Pero de repente me acordé lo de mi caballo, Sombra. ¿Lo habrán encontrado? Me cambié ya para la escuela. Bajé para desayunar y pregunté sobre el caballo.

- ¿Te llevaste a Sombra anoche? –preguntó papá atónito. 

- Sí, me caí de él cuando golpeé mi cabeza con una rama, sin querer obvio –confesé.

- Pues no lo hemos visto. Deberá andar por ahí en el bosque. Después de todo es un caballo salvaje. Sobrevivirá, Nat.

- Pero lo quiero de vuelta. Si vamos al…

- Ni se te ocurra volver al bosque, Natalie –me interrumpió mi padre enojado- Nunca y menos sin mi permiso. Esa es la consecuencia por haber huido sin ninguna razón.

- Si hubo razón –contradije. Justo cuando mi mamá me miró expectativa. Una advertencia, parecía que mi padre no sabía nada de nada de lo que hablamos anoche con mamá.

- ¿Y cuál fue? –inquirió exasperante.

- Ya, da igual. Lo lamento ¿de acuerdo? Ya terminé, me tengo que ir. Anabel ya está por llegar. Nos vemos.

No quería oír las quejas de mi padre. Así que me marché al living hasta que llegara Anabel. Estaba preocupada por Sombra. Pero no podía volver al bosque, y no quería volver. Esperaba a que Sombra volviera por su cuenta. Aunque lo dudaba mucho. Luego, mi celular sonó, era un mensaje de Anabel:

Hey Nat: Lamento x esto pero no voy a poder ir a buscarte. Luego te digo xq. T.K.M. 

Anabel XOXO

Genial. ¿Ahora como iba a ir a la escuela? No podía pedirles a mis padres que me llevaran, quería evitarlos lo más que podía. Tomaré el autobús en la parada de la esquina.

Tomé mis cosas y salí corriendo hasta la parada. Esperaba que no fuera demasiado tarde. Y lo era. Maldecí internamente. Caminé unos metros y luego me rendí. No iba a llegar a tiempo, lo sabía.   

Y de repente alguien tocó la bocina detrás de mí, asustándome. Perdí el equilibrio y caí de cola. Auch, eso sí que dolió. Un par de manos me tomaron por debajo de mis brazos ayudándome a levantarme del suelo. Mientras sacudía mi trasero quitando la suciedad, me di la vuelta para ver quién me ayudó. Sam. Mierda. Qué vergüenza-pensé- me vio caer. En su adorable rostro se dibujaba una sonrisa burlona.

- Lo siento, no era mi intensión asustarte –se disculpó riendo. Lo fulminé con la mirada.

- Que idiota –refunfuñé mientras cogía mi mochila y la sacudía- ahora voy a tener el culo morado por tu culpa. ¿Por qué hiciste eso?

Sam negaba con la cabeza aun riendo. Si iba a seguir así, preferiría irme. Pasé por su lado chocando mi hombro con el suyo a propósito para demostrarle lo enojada que estaba. Pero él me detuvo tomando suavemente de mi brazo, como si tuviera miedo de arrancármelo.

- Espera, lo siento. En serio, no quise asustarte –dijo esta vez serio, pero sus labios se estaban curvando de nuevo en una sonrisa- sólo quería llamar tu atención.

Pesadillas Reales La Maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora