Capítulo 7: Eres uno de ellos...

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Al despertar me dolía mucho la cabeza. Cuando me levanté, tomé algo para calmar el dolor. Como siempre, mamá estaba preparando el desayuno. Eran las 08:00 am. Y seguía con la ropa para dormir. De todos modos era sábado, desayuné y me puse a pintar un cuadro. Un cuadro de mí vista del bosque, donde habitan criaturas oscuras. Como en la leyenda de esta ciudad. Pero dejé de pintarlo, al hacerlo me hacía sentir escalofríos. En vez de eso llamé a James. No me contestó. Dejé de intentarlo, no sabía nada sobre él desde la cita. 

Leí apenas unos minutos, porque no podía concentrarme para nada del libro. Mi mente estaba con el tema de los Oscuros. Y la maldición. No quería contarle a mi madre sobre lo que descubrí, porque ella no entendería nada como yo lo hacía. O creía.

No sabía que tenía que ver esto con Sam. Lo que me había dicho Sophie de que ellos hablaban de los Oscuros ¿sería lo mismo de lo que yo estaba investigando? ¿Y si Sam sabía sobre el tema? ¿Y si tenía la repuesta? ¿Y si era otra cosa? Hoy se lo preguntaría. 

Mamá se fue a trabajar al hospital e igual mi papá, se fue a la empresa del padre de Sam. Que pronto lo conocería, mañana en la cena. Conoceré a toda su familia. Y él la mía. 

Hoy hacía calor. Demasiado calor. Pero tenía una pileta y estaba perfectamente hermosa. Me puse mi traje de baño y salí al calor, aunque era otoño. El clima era raro aquí. Al meterme el agua estaba fría, pero al instante se puso templada. Nadé por unos buenos minutos y me relajé por una hora. Estaba nerviosa por esta tarde. La tarde que pasaría junto a Sam, en su casa. Esperaba que no me hiciera nada, aún seguía molesta lo de ayer y en mi cita. Él me estaba ocultando algo muy importante que no quiso contarme ayer. El por qué me humilló. Tal vez hoy me lo contaría. Tal vez hoy descubriré muchas cosas.

También estaba pensando en lo que me pasó en el pasillo de la escuela, antes de que Sam me humillara. Juré escuchar la voz de Krista amenazándome en mi mente, cuando tuve el ataque del dolor de cabeza. Eso también era extraño, otro tema sin resolver. ¿Qué era Krista Black? Sabía una sola cosa: era una zorra.

Salí de la pileta y como no tenía nada que hacer, me puse a buscar recetas caseras. Hoy cocinaría yo. Encontré una, pero me faltaban ingredientes. No tenía ningún vehículo, así que tuve que tomar mi vieja bicicleta. Con un poco del dinero de emergencia de papá, salí hacia la ciudad para comprar lo que me faltaba. Tardé unos diez minutos para llegar a un supermercado. Dejé mi bicicleta en la entrada, donde un guardia se ofreció cuidar mí bicicleta.

Una vez las compras hechas, salí por mi bicicleta. El guardia ya no estaba, pero por suerte, mi bici sí estaba. Puse las bolsas de compras en mi canasto, me subí y empecé a pedalear. Pasando por calles, me detuve, el semáforo estaba en rojo. Mientras esperaba, miré a un callejón que tenía en diagonal. Vi un ligero movimiento, una sombra. Una sombra alada. Parpadeé para ver si estaba alucinando, pero la sombra seguía allí ¡Qué mierda! ¿Una sombra alada? La sombra tenía alas, luego las extendió y se elevó al cielo… desapareciendo entre las nubes. Era imposible.

Alguien detrás de mí tocó la bocina, sacándome de mi ilusión. El semáforo estaba en verde. Pedaleé y volví a mi casa. Seguro me estaba volviendo algo paranoica, porque creí ver un ángel.

Cuando llegué a casa me puse a cocinar, tratando de olvidar lo que vi o lo que creí ver. En fin, quería darles una sorpresa a mis padres con un delicioso plato por mí. Si sabía cocinar bien. Dos horas más tarde, ambos llegaron. La mesa ya estaba puesta y yo no daba más. Cuando vieron lo que hice quedaron sorprendidos.

- ¿Les gusta? –pregunté. Mamá asintió con un brillo de felicidad en sus ojos, y papá igual.

- Es hermoso, Nat ¿tú lo hiciste? –preguntó mamá mirándome.

Pesadillas Reales La Maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora