Capítulo 10: Él me pertenece y tú le perteneces a él...

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Habían pasado una semana desde el sueño con el Arcángel Gabriel. Una semana desde que los padres de Sam estaban buscando las respuestas de mí maldición, cuando se suponía que estaban a mi lado, Sam. ¿Por qué Sam? No le había comentado aquel sueño, no podía. En toda la semana me la pasé haciendo tareas y hablando con Anabel. Apenas tuve pesadillas que no daban ninguna respuesta, siempre era lo mismo, tortura. Sam mantuvo las distancias para no provocar a la zorra. Pero a pesar de todo recibí nuevas amenazas de Krista Black. Mike tuvo que separarla de mí, porque estábamos a punto de comenzar una guerra. La muy zorra estuvo espiándonos en el recreo justo cuando Sam me había dado un tierno beso en los labios, y esperó hasta que él se fuera para atacarme.

Esta noche era la fiesta de Sophie Adams. Y aún no les había comentado nada a mis padres. No creía que me dejasen ir, pero lo mismo iría. Quieran o no.

Estaba en mi habitación dibujando a un ángel, que representaba a Gabriel. Nunca más tuve una aparición de él, pero sí de James. Él se disculpaba en todo momento, el pobre no tenía la culpa o un poco quizás. El otro día había salido sola al centro de la ciudad para comprar un bolso que me gustaba y él me había vigilado a distancia, como un verdadero ángel guardián. Aunque a Sam le molestara, James debía hacer su trabajo, a pesar de que él en todo momento me decía que me alejase de Sam. Nunca lo haría. Él tenía que aceptar que lo amaba, y se lo dije, cosa que se decepcionó un poco. ¿Es que él gustaba de mí? No podía, era un ángel… ¿ellos podían enamorarse? ¿De un humano? James también me gustaba, pero no tanto como Sam. 

Dejé de dibujar y me dispuse a preparar el almuerzo antes que mi madre llegara. La pobre tuvo una semana muy estresante, merecía un descanso. No había tanto para cocinar, había un pollo congelado. Lo puse en el horno con algunas papas en rodajas, y también preparé un postre casero. En cualquier momento llegarían con mucha hambre, así que preparé la mesa y puse el horno en mínimo hasta que llegaran. Esperé en el living mientras veía una serie de vampiros ¿existían? No sabía, ahora todo era posible. En el momento en que llegaron, salí corriendo hacia la cocina para poner la comida en la mesa. También lo hacía por las dudas que me dejasen ir a la fiesta.

Cuando vieron la comida en la mesa se sorprendieron. Mamá sonrió y mi padre ya se había sentado mirando con ansias la comida.

- Gracias, Nat –me dijo mamá en un abrazo. Sí, se la veía cansada.

- De nada. Ahora comamos, tengo hambre –comenté preparando el plato de mamá. Mi papá ya se había servido. Bien, era hora. Hora de preguntarles si me dejan ir o no- Eeeeh… ¿puedo preguntarles algo?

- Claro –respondió mamá. Ella y papá me miraban esperando a que preguntara.

- Esta noche hay una fiesta –expliqué lentamente rogando a que me dejaran- en la casa de una amiga, Sophie. Irán todos los de mi escuela y Anabel también –seguí. Ahora seguía la pregunta- ¿puedo ir?

Ellos me miraron por un buen rato. Vamos –pensé-vamos, déjenme ir…

- De acuerdo –respondió papá. ¿En serio? ¿Él me acababa de decir que si me dejaba ir? Sonreí exageradamente feliz- pero solo con una condición –prosiguió. Mi sonrisa desapareció, eso significaba algo malo- volverás más temprano, antes de las tres de la mañana ¿entiendes?

Bueno, no era tan malo, por lo menos iría. Asentí. 

- Claro, no hay problema –aclaré contenta. Al fin.

Una vez terminado el almuerzo me fui a mi habitación para llamar a Jessie. Iba subiendo por las escaleras, cuando sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Joder. Me paré en seco cerrando los ojos, rogando que no pasara nada. No sucedió nada. Abrí los ojos y miré a mí alrededor, tampoco había nada. Suspiré y continué subiendo.

Pesadillas Reales La Maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora