Capítulo 8: ¿Me disculpan? Debo ir al baño...

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Grité abriendo los ojos como platos. Sentí como el alma salía de mi cuerpo al caer en el abismo de la pesadilla. Estaba toda sudada y agitada. Mierda, al principio parecía un hermoso sueño… que terminó convirtiéndose en pesadilla. Luego me acordé… Sam. Miré a mi lado, no estaba, solo estaba la sábana arrugada donde él había estado. Respiré su aroma varonil aún impregnada en ella. Me relajó por un momento.

El reloj de mi mesita de noche marcaba las 08:30 am. ¿A qué hora se habrá ido Sam? ¿Mis padres se dieron cuenta? Me levanté para comprobar si mi puerta seguía, por decir, encantada por la magia de Sam. No lo estaba. Sin hacer ruido cerré de vuelta la puerta, y me fui a mi escritorio por mi cuaderno de dibujos. Estaba inspirada por dibujar sobre mi sueño, antes de la pesadilla. Corriendo junto a Sam. Pero no encontré el cuaderno, así que me fijé en mi bolso que usé ayer cuando fui a la casa de Sam. Tampoco estaba. ¿Me habré olvidado mi cuaderno en su casa? Tomé mi móvil y marqué su número. Contestó al tercer tono.

- Hey, buenos días Nut. Ya despiertas y me llamas. Qué tierna eres –comentó alegre. Me reí.

- Sólo te estoy llamando para saber si viste mi cuaderno de dibujos. ¿Lo viste? –pregunté con una sonrisa.

- Nunca “buenos días amor” ¿eh? –contestó falsamente molesto-Y sí, vi tu cuaderno, está en mi habitación.

- Ya, buenos días –saludé aburridamente.

- Faltó “amor” –indicó.

- No voy a decirte eso. Solo somos amigos. Esta noche me devolverás mi cuaderno ¿de acuerdo? –ordené.

- Si es que quiero –replicó divertido.

- No hagas esto, Sam –me quejé. Sam quería seguir jugando al chico idiota que le salía bien.

- Vale, te lo daré, si lo encuentras primero. En fin ¿cómo dormiste? –preguntó cambiando de tema.

- Al principio bien, pero luego el sueño se convirtió en pesadilla –respondí tristemente. Sam gruñó.

- Carajo. Tranquila, Nat. Lo resolveremos–prometió Sam- haré lo posible y lo imposible para que estés mejor. Lo prometo.

- Gracias, Sam –agradecí mordiéndome el labio. Él era muy tierno- pero no quiero que salgas herido por mi culpa. Es injusto. Es mi problema y yo debo solucionarlo. Por mi culpa varias personas han sido heridos de alguna manera por mi problema…

- No es tu culpa, Nat –interrumpió Sam enojado- ese imbécil te hizo esto y yo debo ayudarte, porque te quiero… te amo. No puedo salir lastimado, soy uno de ellos. Soy más fuerte que ellos.

- Sí, uno de ellos.

- Diferente –terminó- pero aun así soy muy poderoso. Encontraré al quien te hizo esto y lo acabaré de alguna forma, no me importan las reglas.

- ¿Qué reglas? –pregunté. ¿Los Oscuros tenían reglas?

- Pronto te lo contaré. Esta noche tal vez –respondió.

- Vale. ¿Y tú estás bien? ¿Dormiste…bien? –pregunté mordiéndome el labio.

- Fue mi noche favorita. Eres muy encantadora al dormir y algo más… serena. Te veías muy vulnerable pero fui un idiota al no aprovecharme –respondió roncamente sexy. Rodé los ojos riendo.

- Por favor que no seas un violador –bromeé. Sam rió.

- No lo soy. Pero tú me vuelves loco –ronroneó. Maldito, ya me empezaba a ruborizar- me haces querer hacer cosas malas.

- Ya, no trates de hacerte el romántico o el sexy. Quedas como un idiota –indiqué bromeando.

- Como si no te gustara. Seguro que ahora mismo estás toda cachonda –comentó con voz melosa. Oh mierda, era verdad.

Pesadillas Reales La Maldición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora